El obispo no debe caer en la tentación de colocarse en el centro de la atención y confiar sólo en si mismo. El ministro de la Iglesia debe ser siempre humilde y comprensivo
(José M. Vidal).- Un miércoles más el Papa es aclamado en una repleta Plaza de San Pedro, mientras de fondo suena el ‘Cielito lindo’. Francisco dedica su catequesis a los ministerios consagrados en la Iglesia. Y hace un perfil de las cualidades que quiere en los obispos y curas: «Acogida, sobriedad, paciencia, sencillez, credibilidad y bondad de corazón». Y, por supuesto, nada de autoritarismo ni de ser el centro de atención.
Algunas frases de la catequesis del Papa
«Podemos preguntarnos: ¿qué se les pide a los ministro de la Iglesia,. para que puedan vivir su propio servicio?»
«Pablo se detiene en las figuras de los obispos, sacerdotes, diáconos y laicos»
«Cualidades humanas: acogida, sobriedad, paciencia, sencillez, credibilidad y bondad de corazón»
«Este es el alfabeto, la gramática de base de todo obispo o sacerdote»
«Sin esta predisposición no es posible ofrecer un servicio y un testimonio realmente creíble y gozosa»
«Hay una actitud de fondo que recomienda a sus discípulos para el ministerio. El Apóstol exhorta a reavivar continuamente el don recibido»
«No se es obispo o sacerdote por ser inteligente o mejor que los demás, sino sólo por un don de amor de Dios»
«No podrá asumir nunca una actitud autoritaria, como si toda la comunidad estuviese a sus pies»
«El obispo no debe caer en la tentación de colocarse en el centro de la atención y confiar sólo en si mismo»
«El ministro de la Iglesia debe ser siempre humilde y comprensivo»
«Custodiar el depósito de la fe a la escucha de la gente»
«Actitud de corresponsabilidad»
«Que los pastores sean imagen viva de la comunión y del amor de Dios»
En su saludo en español el Papa recuerda a los estudiantes desaparecidos en México y el trigésimo aniversario de la firma de la paz entre Chile y Argentina
«Cercanía a los mexicanos en este momento doloroso de la desaparición y asesinato de los estudiantes. Se hace visible la realidad dramática de toda la criminalidad que existe detrás del comercio y tráfico de drogas. Estoy cerca de ustedes y de sus familias»
«Me agradó ver este grupo de militares chilenos, en estos días que conmemoramos el trigésimo aniversario de la firma del tratado de paz entre Argentina y Chile. Los límites ya están claros. No nos vamos a seguir peleando por los límites. Por otras cosas, quizás, pero no por eso. Eso se dio gracias a la voluntad de diálogo. Sólo se solucionan las cosas cuando hay voluntad de diálogo.
Pensamiento de gratitud a Juan Pablo II y al cardenal Samoré, que tanto hicieron por lograr la paz entre nosotros. Ojalá que todos los pueblos se animen a solucionar los conflictos en la mesa del diálogo y no en la crueldad de una guerra»
Saludo en italiano
Saludo a los italianos
«Cristianos que, en varias partes del mundo, son perseguidos y asesinados»
«Mi profunda cercanía espiritual a las comunidades cristianas golpeadas por una absurda violencia e invito a los pastores y fieles a ser fuertes y sabios en la esperanza».
«Llamamiento a los que tienen responsabilidad política a nivel local e internacional con el fin de que se ponga en marcha una amplia movilización en favor de los cristianos perseguidos, que tienen derecho a encontrar seguridad en sus países, profesando su fe»
«Invito a rezar un padrenuestro por los cristianos perseguidos por ser cristianos»
Agradece a las escalabrinianas su trabajo en favor de refugiados y emigrantes.
Recuerda a los que murieron en accidentes de tráfico.
Texto completo del resumen de la catequesis del Papa en castellano
Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy, nos preguntamos qué se pide a los obispos, presbíteros y diáconos para que su servicio sea auténtico y fecundo.
San Pablo, en sus cartas pastorales, además de una fe firme y una vida espiritual sincera, enumera algunas cualidades humanas, esenciales para estos ministerios: la acogida, la sobriedad, la paciencia, la afabilidad, la bondad de corazón… cualidades, que hacen posible que su testimonio del Evangelio sea alegre y creíble.
El Apóstol recomienda, además, reavivar continuamente el don que han recibido por la imposición de manos. La conciencia de que todo es don, todo es gracia, los ayuda a no caer en la tentación de ponerse en el centro y de confiar sólo en ellos mismos. Uno no es obispo, presbítero o diácono porque sea más inteligente o tenga más talentos que los demás, sino en virtud del poder del Espíritu Santo y para el bien del santo Pueblo de Dios.
La actitud de un ministro no puede ser nunca autoritaria, sino misericordiosa, humilde y comprensiva.
Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, Guatemala, Chile y otros países latinoamericanos. Invito a todos a dar gracias a Dios por las personas que ejercen un ministerio de guía en la Iglesia y la hacen crecer en santidad. Recemos para que sean siempre imagen viva del amor de Dios. Muchas gracias.
Texto completo de la catequesis del Papa
La Iglesia: Obispos, presbíteros, diáconos
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la catequesis anterior hemos evidenciado cómo el Señor continúa apacentando a su rebaño a través del ministerio de los obispos, ayudados por los presbíteros y por los diáconos. Es en ellos que Jesús se hace presente, en la potencia de su Espíritu y continúa sirviendo a la Iglesia, alimentando en ella la fe, la esperanza y el testimonio de la caridad. Estos ministerios constituyen, por lo tanto, un don grande del Señor para toda comunidad cristiana y para la Iglesia entera, porque son un signo vivo de su presencia y de su amor. Hoy queremos preguntarnos: ¿qué se pide a estos ministros de la Iglesia para que puedan vivir en modo auténtico y fecundo el propio servicio?
En las «Cartas pastorales» enviadas a sus discípulos Timoteo y Tito, el apóstol Pablo se detiene con atención sobre la figura de los obispos, de los presbíteros y de los diáconos, también sobre la figura de los fieles, de los ancianos, de los jóvenes. Se detiene en una descripción de cada cristiano de la Iglesia, delineando, para los obispos, presbíteros y diáconos aquello a lo que ellos son llamados y las prerrogativas que deben ser reconocidas en los que son elegidos e investidos con estos ministerios. Ahora, es emblemático como junto a las dotes inherentes a la fe y la vida espiritual, que no pueden ser descuidadas en la vida, sean enumeradas algunas cualidades exquisitamente humanas: la acogida, la sobriedad, la paciencia, la afabilidad, la fiabilidad, la bondad de corazón. Repito: la acogida, la sobriedad, la paciencia, la afabilidad, la fiabilidad, la bondad de corazón. ¡Éste es el alfabeto, la gramática de base de todo ministerio! ¡Debe ser la gramática de base de todo obispo, de todo sacerdote, de todo diácono! Sí, porque sin esta predisposición bella y genuina a encontrar, a conocer, a dialogar, a apreciar y a relacionarse con los hermanos en modo respetuoso y sincero, no es posible ofrecer un servicio y un testimonio de verdad alegría y creíble.
Está luego una actitud de fondo que Pablo recomienda a sus discípulos y, en consecuencia, a todos los que son envestidos del ministerio episcopal, ya sean obispos, sacerdotes, presbíteros o diáconos. El apóstol exhorta a reanimar continuamente el don recibido (cfr 1 Tm 4,14; 2 Tm 1,6). Esto significa que debe ser siempre viva la conciencia de que no se es obispos, sacerdotes o diáconos porque se es más inteligentes, más buenos y mejores que los otros, sino sólo en virtud de un don, un don de amor prodigado por Dios, en la potencia de su Espíritu, para el bien de su pueblo. Esta conciencia es verdaderamente importante y constituye una gracia que hay que pedir cada día. De hecho, un pastor que es consciente de que su propio ministerio proviene únicamente de la misericordia y del corazón de Dios, nunca podrá asumir una actitud autoritaria, como si todos estuvieran a sus pies y la comunidad fuera de su propiedad, su reino personal.
La conciencia de que todo es un don, todo es don, todo es gracia, ayuda a un pastor también a no caer en la tentación de ponerse en el centro de la atención y de confiar sólo en sí mismo: son las tentaciones de la vanidad, del orgullo, de la suficiencia, de la soberbia. Ay si un obispo, sacerdote o diácono pensase que lo sabe todo, que siempre tiene la respuesta justa para cada cosa y que no necesita de nadie. Por el contrario, la conciencia de ser él, primero, objeto de la misericordia y de la compasión de Dios debe llevar a un ministro de la Iglesia a ser siempre humilde y comprensivo para con los demás. Aún en la conciencia de ser llamado a custodiar con valentía el depósito de la fe (1 Tim 6:20), él se pondrá en escucha de la gente. Es consciente, de hecho, que siempre tiene algo que aprender, incluso de aquellos que pueden estar todavía alejados de la fe y de la Iglesia. Con sus propios hermanos, después, todo esto debe llevar a asumir una actitud nueva, encaminada al compartir, a la corresponsabilidad y a la comunión.
Queridos amigos, debemos ser siempre agradecidos al Señor, porque en la persona y el ministerio de los obispos, de los sacerdotes y diáconos, continúa guiando y formando a su iglesia, haciéndola crecer a lo largo del camino de la santidad. Al mismo tiempo, tenemos que seguir rezando para que los pastores de nuestras comunidades puedan ser imagen viva de la comunión y del amor de Dios. Gracias.