La llegada del papa supone importantes desafíos de seguridad para las autoridades filipinas, incluyendo una misa al aire libre que se celebrará el domingo en un histórico parque de Manila y que podría congregar a la cifra récord de 6 millones de fieles
(Jesús Bastante).- Y en Manila, en plena noche, se hizo la fiesta. Una multitudinaria, colorista y musical bienvenida al Papa Francisco a su llegada a Filipinas. Himnos en castellano, trompetas, timbales, coreografías de cientos de jóvenes voluntarios saludaron a Bergoglio, al igual que un fortísimo viento que hizo que el Papa perdiera su solideo nada más salir del avión, antes incluso de bajar las escalerillas.
Bailes típicos y fiesta en una noche feliz para los 80 millones de católicos filipinos. Más allá de las dudas acerca de posibles atentados contra la seguridad del Papa, Francisco saludó a la población con una gran sonrisa, sin apenas atisbo del más que previsible cansancio que hubo de depararle el viaje de más de seis horas (4.500 kilómetros) desde Colombo a Manila.
En la sala vip del aeropuerto de Manila, Francisco y el presidente de Filipinas, Benigno Aquino III, procedieron a la ceremonia de bienvenida, para después subirse, junto al presidente de los obispos del país y el Nuncio, a un jeep móvil, donde repartió, a partes iguales, sonrisas y órdenes a sus servicios de seguridad. Y es que el Papa no teme a los peligros de la visita, y quiere estar cerca del pueblo filipino, que todavía hoy sufre los estragos del tifón Yolanda y la pobreza.
Durante todo el trayecto hasta su llegada a la Nunciatura, el baño de masas fue espectacular. Por momentos, había quien dudaba si nos encontrábamos en Filipinas o la Argentina. Gritos, aplausos, cánticos, lágrimas… todo envuelto en un durísimo sistema de seguridad organizado por el Gobierno filipino.
Varios furgones blindados cercaban, por delante y por detrás, el vehículo papal. Miles de policías siguieron el trayecto del jeep, y al término de la comitiva una UVI móvil, por si acaso.
La llegada del papa supone importantes desafíos de seguridad para las autoridades filipinas, incluyendo una misa al aire libre que se celebrará el domingo en un histórico parque de Manila y que podría congregar a la cifra récord de 6 millones de fieles.
Se han desplegado unos 50.000 soldados y policías para proteger al papa en un país que cuenta con un número relativamente pequeño de insurgentes inspirados en al-Qaida que siguen siendo una amenaza en el sur a pesar de más de una década de ofensivas militares respaldadas por Estados Unidos.
Decenas de miles de flashes, lanzados desde móviles, cámaras, tabletas y otros dispositivos iluminaron la noche de Manila al paso de Francisco, un verdadero huracán en tierras que han sufrido, en demasiadas ocasiones, el cruel impacto de la naturaleza. Pero el «huracán Francisco» parece decidido a convertirse en una fuerza de impacto para la Iglesia y la sociedad filipinas.
Durante su permanencia en el país, Francisco se reunirá con los sobrevivientes del tifón Yolanda, que golpeó Filipinas en 2013 y sostendrá un multitudinario encuentro con las familias.
El Papa Francisco también se encontrará con las autoridades locales, y presidirá la celebración de la Misa en la Catedral de la Inmaculada Concepción de Manila y cerca del aeropuerto internacional de Tacloban, entre otras actividades.
El gobierno declaró feriados nacionales los días que dure su visita, que se extenderá hasta el lunes. El pontífice estará en la capital, Manila, y el sábado volará a la provincia oriental de Leyte, donde tiene previsto reunirse con sobrevivientes del tifón Haiyan, que mató a miles de personas en 2013.
Francisco se reunirá también con el presidente, Aquino, que ha impulsado una campaña contra la pobreza – un tema cercano al papa – pero ha chocado con los líderes católicos por la ley de reproducción que promueve la utilización de métodos anticonceptivos artificiales. El Congreso, dominado por partidarios de Aquino, aprobó la norma en 2012.
También hay previstas reuniones con familias Filipinas, líderes de la iglesia católica y jóvenes. En estos momentos, el Papa llega a Nunciatura, donde se prevé descanse hasta mañana por la mañana. El «huracán Francisco» ya ha llegado, para bien, a Filipinas.