Cuando nos abrimos y servimos a la vida, se experimenta la fuerza del amor y de la ternura, inaugurando uno nuevo humanismo. El humanismo de la solidaridad, el humanismo de la vida
(Jesús Bastante).- «El Evangelio no oprime, sino que libera a los esclavos de los espíritus malvados de este mundo». El Papa Francisco llamó este mediodía a escuchar y leer la Palabra de Dios a diario. Durante el Angelus, el Pontífice incidió en que «el Evangelio cambia el corazón, cambia la vida, transforma las inclinaciones al mal en propósito de bien. El Evangelio es capaz de cambiar las personas». Además, anunció que viajará a Sarajevo el próximo 6 de junio.
Hace frío en Roma, pero decenas de miles de fieles continuaron avalando el referéndum dominical al Papa Francisco. El Belén y el árbol de Navidad vivieron su último Angelus desde la plaza de San Pedro, antes de que sean recogidos por los funcionarios vaticanos.
En sus palabras, el Papa recordó el momento en que Jesús entró en Cafarnaum y fue enseguida a la sinagoga «a enseñar. Esto nos hace pensar en el primado que tiene la palabra de Dios, que hay que escuchar acoger y anunciar».
«Jesús no piensa en el alojamiento ni en las cosas prácticas, no pierde tiempo en la organización: su preocupación principal es comunicar la palabra de Dios con la fuerza del Espíritu Santo«, subrayó el Papa, quien añadió cómo la gente en la sinagoga «permanece impresionada, porque Jesús no enseñaba como los escribas, sino con autoridad».
¿Qué significa «con autoridad»?, preguntó Bergoglio. «Quiere decir que en las palabras humanas de Jesús se sentía toda la fuerza de la palabra de Dios, la autoridad misma de Dios», porque «una de las características de esa Palabra de Dios es que realiza lo que dice, porque corresponde a la voluntad de Dios. A veces nosotros decimos palabras vacías, sin raíces, superfluas, que no corresponden a la verdad. La Palabra de Dios corresponde a la verdad».
«Jesús, después de haber predicado demuestra enseguida su autoridad liberando a un hombre que estaba poseído por el demonio. La acción de Jesucristo había suscitado la reacción de Satanás. Jesús reconoce enseguida la voz del Maligno y le ordenó que se callara y saliera de él. Con la sola fuerza de su palabra, Jesús libera la persona del Maligno, y los presentes permanecen asombrado. ¿Este hombre de dónde viene?»
«La palabra de Dios crea en nosotros el asombro, con esa fuerza… El Evangelio es palabra de vida, no oprime a las personas, al contrario, las libera, cuando son esclavas de tantos espíritus malvados de este mundo: la vanidad, el apego al dinero, la sensualidad. El Evangelio cambia el corazón, cambia la vida, transforma las inclinaciones al mal en propósito de bien. El Evangelio es capaz de cambiar las personas», añadió Bergoglio.
«Es tarea de los cristianos difundir en todas partes la fuerza redentora, convirtiéndonos en heraldos de la palabra de Dios», insistió el Papa, recalcando que «la nueva doctrina enseñada con autoridad por Jesús, es la que la Iglesia lleva en el mundo». Y es que «la acción liberadora del Hijo de Dios se convierten en palabra de salvación y gestos de amor de la Iglesia misionera»
«El Evangelio tiene la fuerza que cambia la vida. Esta es la Buena Noticia que nos transforma sólo cuando nos dejamos transformar por ella», concluyó el Papa, quien recordó que esa es la razón por la que «siempre os pide que llevéis con vosotros un Evangelio. Leed un pasaje, meditadlo, llevadlo con vosotros siempre, en el bolsillo. Nutríos cada día de esta fuente inagotable de salvación»
En los saludos posteriores, Francisco anunció que el 6 de junio «viajaré a Sarajevo», para «dar ánimo a los fieles católicos y contribuya a la consolidación de la fraternidad y de la paz, del diálogo interreligioso y de la paz».
El Papa también saludó a los participantes del IV Congreso Mundial de Scholas Ocurrentes y a todos los asistentes, en especial a los que hoy, en Italia, celebran la jornada por la vida. En este sentido, Bergoglio solicitó «un renovado reconocimiento de la persona humana y un cuidado de la vida, desde la concepción a su término natural. Cuando nos abrimos y servimos a la vida, se experimenta la fuerza del amor y de la ternura, inaugurando uno nuevo humanismo. El humanismo de la solidaridad, el humanismo de la vida».