El papa Francisco está profundamente convencido de que solamente mediante el Evangelio, hecho vida en nosotros, la Iglesia tiene sentido y puede cumplir con su misión en el mundo
(Jesús Bastante).- Se llaman «Il Cenacolo di Papa Francesco«. Son un grupo de creyentes de distintos países, articulado en torno de tres cardenales (Walter Kasper, Francesco Coccopalmerio y Gualtiero Bassetti), con un único objetivo: «Colaborar con el Papa Francisco, desde el convencimiento de la importancia que tiene en este momento el papel del Papado como autoridad moral y personalidad influyente en la opinión pública mundial». El teólogo José María Castillo es miembro fundacional de este foro, que también incluye a Religión Digital como único medio español.
La iniciativa surgió el verano pasado, pensando en la necesidad de organizarse para defender al Papa y difundir su pensamiento frente a los «lobos» que continúan atacando al Pontífice. El presidente emérito del Pontificio Consejo para la Promoción de los Cristianos, blanco fácil de los ultraconservadores, así como el actual presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos aseguran la catolicidad del proyecto.
Periodistas, sacerdotes, teólogos, educadores… se suman a Il Cenacolo, que en los próximos meses delimitará sus actuaciones. Para José María Castillo, este grupo «es muy variado. En él hay clérigos y laicos, mujeres y hombres, profesionales de la teología, de la enseñanza y de los medios de comunicación».
El organizador del mismo es el vaticanista Raffaele Luise, hombre de larga experiencia en los asuntos de la Curia y del Papado. «Hay en el grupo tres cardenales (W. Kasper, G. Bassetti, F. Coccopalmerio), algunos obispos, varios teólogos, corresponsales de cadenas de información, escritoras y escritores). Personas que, en definitiva, pueden influir más eficazmente en la opinión pública», añade Castillo.
¿Qué se pretende al crear este grupo? «Dos cosas: primero, defender el papado y, en concreto ahora, al actual obispo de Roma, el papa Francisco; segundo, difundir su pensamiento, su idea de la Iglesia, su teología del pueblo y para el pueblo, su sensibilidad evangélica y su cercanía a toda clase de gentes, sean cuales sean sus ideas o creencias».
Porque, añade Castillo, lo que importa, «más que defender los «dogmas» y la «ortodoxia» doctrinal, cosa sin duda importante, es sobre todo defender la vida de las personas, la dignidad de los seres humanos, los derechos de todos. Porque el papa Francisco está profundamente convencido de que solamente mediante el Evangelio, hecho vida en nosotros, la Iglesia tiene sentido y puede cumplir con su misión en el mundo».
«Si algo se está poniendo en evidencia desde que Bergloglio fue elegido papa -añade el teólogo español-, es que en la Iglesia hay demasiada gente que está con el papa mientras el papa defiende lo que algunos quieren que el papa defienda. O sea, son muchos los que quieren un papa a la medida. Y eso no. Eso no es lo que Jesús quiso».
¿Es tan fuerte la oposición al papa? ¿Por qué? Castillo responde utilizando un texto de Juan Bautista Metz: «La fe dogmática o confesional es el compromiso con determinadas doctrinas que pueden y deben entenderse como fórmulas rememorativas de una reprimida, indomeñada, subversiva y peligrosa memoria de la humanidad. El criterio de su genuino carácter cristiano es la peligrosidad crítica y liberadora, y al mismo tiempo redentora, con la que actualizan el mensaje recordado, de suerte que «los hombres se asusten de él y, no obstante, sean avasallados por su fuerza».
Las profesiones de fe y los dogmas, para Castillo, son «fórmulas muertas, vacías, cuando los contenidos que traen a la memoria no ponen de manifiesto esta peligrosidad«. Por eso, añade, «se comprende que haya personas de poder que se oponen al papa y hasta pueden parecer una seria amenaza para él. Porque hay gente de poder en la Iglesia, que ha alcanzado ese poder a fuerza de trepar. Ésos no son los más peligrosos. Los más preocupantes son los que se basan, no en favores recibidos, sino en «dogmas y tradiciones» en los que ven que se juegan su propia salvación. Esto es grave. Y preocupante».