Mucho de lo que se llama 'espiritualidad' es sólo marketing, sin dignidad ni seriedad
(José Manuel Vidal).- El religioso Bruno Secondin acaba de dirigir los Ejercicios espirituales al Papa y a la Curia. Con un método nuevo y centrados en la extraordinaria figura del profeta Elías. Asegura que ha sido una «gracia» para él, que se sintió como un «hermano más». El Papa le agradeció su labor: «Usted ha logrado sembrar». El carmelita sembrador también cree que la Iglesia tiene que cambiar su lenguaje y que el Papa «quiere proporcionar una nueva alma a todo el sistema curial».
¿Impone dirigir los Ejercicios espirituales al Papa y a la Curia?
Es una bella tradición que el Papa y la Curia hagan los ejercicios espirituales juntos. Hasta el pontificado del Papa Benedicto XVI se hacían en el Vaticano y, para las meditaciones se reunían en el Capilla Redemptoris Mater. Pero eran más conferencias que meditaciones y, habitualmente, unos meses después, se publicaba el libro con el texto completo de las meditaciones. No era tan fácil conseguir un clima de silencio y de oración, como se exige en los ejercicios espirituales. El Papa francisco pensó, en cambio, que le haría bien a la Curia una auténtica experiencia de Ejercicios, fuera del Vaticano, en un clima de silencio y de oración, al clásico estilo ignaciano. Por eso, se eligió una casa de espiritualidad (en Ariccia, cerca de Castelgandolfo, a 30 kilómetros de Roma), donde han estado todos juntos, el Papa, los cardenales y los obispos. El lugar es bello y espacioso e, incluso, se puede garantizar la seguridad. De esta forma el evento se convierte en un ejemplo para todos: también la Curia se toma en serio esta actividad espiritual. Yo no me sentí como el director que todo lo controla, sino como un hermano más (tengo 75 años), un creyente en camino, con mis fragilidades y mi pasión por el Señor. Intenté compartir con ellos el amor a la Palabra y el deseo de una Iglesia que no duerme, sino que se deja guiar por el «Espíritu creador, que habla por medio de los profetas», como decimos en el Credo.
¿Cuál ha sido el tema central de los Ejercicios y sus ideas claves?
El título general fue ‘Servidores y profetas del Dios vivo’. Y el subtítulo: ‘Una lectura pastoral y sapiencial del profeta Elías’. Seguí el método de la ‘lectio divina’, al que me dedico desde hace muchos años y del que tengo una amplia experiencia, precisamente en la iglesia que se encuentra al lado del Vaticano. La figura de Elías se adapta muy bien a la realidad actual: Es un profeta siempre en camino, bajo el impulso de la Palabra. Y tiene que afrontar problemas semejantes a los nuestros: la búsqueda del sentido en la vida, el fundamentalismo, el diálogo interreligioso, la quiebra personal, la solidaridad, la instrumentalización de Dios, la intercesión, la defensa del pobre, el sufrimiento sin sentido, etc. Se puede decir que incluso la geografía en la que vive Elías tiene un sentido sugerente. Él está siempre en salida hacia las fronteras (incluso las lejanas, piénsese en Sarepta y en el Monte Horeb), hasta el final de su vida, cuando desaparece en medio del fuego al otro lado del Jordán.
¿Por qué no ha hecho referencia a un tema carmelitano, como seria normal en este año del centenario del nacimiento de Santa Teresa?
Pensé también en este tema, que habría encajado perfectamente conmigo y con este año. Pero después, opté por ir a las grandes escenas del profeta Elías y utilizarlo siguiendo una ‘progresión’, que va desde la búsqueda de la autenticidad a la libertad interior y a la curación, al descubrimiento de un Dios diferente, al camino de la justicia, de la solidaridad y de la intercesión, para desembocar en la profecía de la fraternidad. Los miembros de la Curia tienen experiencias culturales y espirituales tan diferentes que no es fácil aunarlas. Me pareció que Elías se adaptaba perfectamente, dada su importancia bíblica y la originalidad de sus experiencias. Además, siento profundamente el deseo de que, en la Iglesia, la Palabra ocupe realmente el centro y sea la fuente de la espiritualidad.
La Santa de Ávila hablaba de seguidores de Jesús «llagados», algo que conecta bien con la idea de Francisco de convertir a la Iglesia en un hospital de campaña.
Tiene usted razón. Pero también Elías se encontraba con situaciones catastróficas y con emergencias imprevistas. Para la Iglesia de hoy, medirse con este gran profeta puede ser una ocasión de inspiración de cara a una nueva creatividad. Tenga presente que, cuando el Papa Francisco habla de ‘hospital de campaña’, no quiere referirse al campo, sino a las batallas y a las guerras, donde se montan precisamente los ‘hospitales de campaña’, es decir lugares improvisados y ambulantes. Elías se encuentra en situaciones inesperadas, tanto de sufrimiento como de iniquidad, es decir con experiencias de Dios extraordinarias.
La espiritualidad está de moda. ¿Es eso un beneficio o un problema?
Hoy, la espiritualidad está de moda, pero en medio de una situación de profunda confusión. Mucho de lo que se llama ‘espiritualidad’ es sólo marketing, sin dignidad ni seriedad. Hay que estudiar a fondo la desazón que anida por debajo de este fenómeno, pero, al mismo tiempo, reconocer que la espiritualidad está siendo repensada profunda y seriamente. Yo mismo he intentado hacerlo en los libros que escribí durante todos estos años (algunos de los cuales están traducidos al español). El último que escribí aborda, precisamente, esta moda de la espiritualidad y ofrece criterios de discernimiento. Abordo también temas nuevos como el cuerpo, el tiempo, la cultura digital, los nuevos modelos de mística y la crisis actual. Se titula ‘Inquietos deseos de espiritualidad. Experiencias, lenguajes y estilos’ (Ed. Dehoniana, Bolonia, 2012), con prólogo del cardenal Ravasi.
¿Hay una nueva forma de entender la santidad?
Los viejos modelos de santidad siguen teniendo todavía espacio y suscitando atención, sobre todo a través de las numerosas beatificaciones y canonizaciones de personas que vivieron en otro universo cultural y en otro modelo de Iglesia. Pero no suscitan interés en empeñarse por seguir este camino…Hay que repensar profundamente estos modelos, acogiendo nuevos recorridos guiados por el Espíritu, que sigue operando con mucha creatividad. Hay que cambiar incluso el léxico. Por ejemplo, hablar de virtudes ‘heroicas’, un término que no evoca el lenguaje bíblico, sino el lenguaje mítico helenístico. Jesús no fue un ‘héroe’ y tampoco María ni los apóstoles. Fueron ‘zaddiq’, es decir justos y píos, términos bíblicos que indican cosas diferentes a las del héroe, que exalta incluso el esfuerzo personal, la unicidad aislada, el ‘superman’. Y de esta santidad ordinaria y normal hay muchos ejemplos alrededor de nosotros, algo que recuerda a menudo el Papa Francisco.
¿Cómo traducir en el lenguaje actual los ‘pecados capitales’?
Plantea usted, precisamente, uno de los problemas (junto a otros muchos) del lenguaje moral y espiritual. Necesitamos primero deconstruir el lenguaje, de lo contrario nadie entiende nada. Necesitamos hacer un nuevo ejercicio de creatividad lingüística y simbólica. Vivimos repitiendo viejas antropologías con el uso de términos que ya casi nadie entiende. El Papa Francisco está ayudando a la Iglesia a cambiar el lenguaje. Él mismo inventa palabras nuevas, como enfermedades curiales, alzheimer espiritual, etc. Y no sólo sus palabras, sino también con sus gestos, con su estilo, con sus visitas, con sus abrazos…muchas cosas se tornan nuevas.
¿Cuál es el secreto, a su juicio, de la seducción que ejerce Francisco sobre la gente?
El Papa Francisco ha descubierto el sentir profundo de la gente. La gente necesita aliento y esperanza, humanidad sin formalismos, una sacralidad directa y espontánea, austeridad sin fariseísmo, ternura y misericordia. Y la gente encuentra todo esto en Francisco, ofrecido con naturalidad y espontaneidad, con ese cariño latinoamericano que nos falta en Europa. Es increíble lo que la gente quiere al Papa. Y no sólo los creyentes, sino todos, incluidos gentes de otras religiones o ateos. ¡Cuidado con tocar al Papa Francisco!
¿Por qué sus reformas están encontrando tantas resistencias?
No sé si es cierto que hay tantas resistencias. A veces, ustedes, los periodistas subrayan los contrastes con colores demasiado vivos (blanco y negro). La reforma de la Curia es una tarea enorme. La situación no es fruto de la última década, sino de siglos de sabiduría y de reformas, de adaptaciones y de intentos, de correcciones y de esquemas jurídicos. Todo eso forma una especie de ecosistema. Por eso cualquier cambio genera dificultades, no tanto por la oposición, sino más bien porque tiene repercusiones complejas y en red. El Papa Francisco lo sabe. Está claro que no le falta capacidad estratégica. Pero necesita también tiempo y equilibrio. No puede inventarse de un día para otro los colaboradores a su imagen y semejanza. Por eso, quiere proceder con diálogo, con discernimiento, paso a paso y con respeto. Su preocupación consiste más bien en proporcionar una nueva ‘alma’ a todo el sistema. Y él es el primero en vivir este nuevo ‘estilo’, con audacia y libertad, algo que salta a la vista. Porque su proprio estilo es una fuerza ‘reformadora’ que no hay que infravalorar.
¿Puede estar en peligro el Papa Francisco?
¡No exageremos! La gente quiere muchísimo al Papa Francisco. Es evidente que puede surgir un fanático en cualquier momento. Nadie puede estar absolutamente seguro, ni siquiera cualquiera de nosotros. Pero creo que la seguridad cumple su papel y el Papa no se preocupa por esto. Una vez le dijo a los periodistas, bromeando: ‘A mi edad, tampoco tendría mucho que perder’. Esta serenidad le gusta a la gente, le ayuda a no vivir en medio de una sensación de terror y a fiarse un poco más de Dios. Y, además, hay muchas personas que rezan por él, con amor sincero y no por compromiso.
Una última pregunta, padre Secondin. ¿Qué nos puede decir sobre la experiencia vivida en estos días pasados en Ariccia?
Ha sido una experiencia realmente excepcional, como cualquiera puede entender. Un clima de silencio y de oración. Una oración bien preparada y bien hecha, con una presencia seria de todos los más de 80 participantes. Sentí, sobre todo al principio, una emoción natural. No se viven cosas así todos los días. Después, el nuevo método, el insólito tema e, incluso, el ambiente tan diferente del del Vaticano pesaron lo suyo. Nos hemos sentido todos muy bien. Pude hablar incluso confidencialmente con algunos participantes, incluido el Papa Francisco. Me llevo muchas cosas en el corazón. Fue una gracia que espero que produzca frutos buenos también en mí.