Rezamos por los maestros, los doctores, los que enseñan al pueblo de Dios, para que no se cierren, para que dialoguen y así se salven de la ira de Dios que, si no cambian de actitud, caerá sobre ellos
Hoy Benedicto XVI cumple 88 años. Y esta mañana el Papa Francisco ofreció la misa matutina en la casa de Santa Marta por su predecesor. «Quisiera recordar que hoy es el cumpleaños del Papa Benedicto XVI. He ofrecido la misa por él y también los invito a rezar por él, para que el Señor lo sostenga y le de tanta alegría y felicidad».
Un feliz aniversario que el Papa emérito transcurre en el monasterio «Mater Ecclesiae» en el Vaticano, en donde vive en oración después de la renuncia al ministerio petrino. Y lo celebró en el Vaticano con una fiesta de estilo bávaro, en la que no faltó la música y la cerveza típica de esta región alemana de la que es originario.
Aunque en la Santa Sede es tradición celebrar las onomásticas, el papa alemán festejó hoy su cumpleaños a las puertas de su residencia, el convento «Mater Ecclesiae», junto a un grupo de personas ataviadas con el traje típico de su región de origen.
Durante los festejos, según se observa en imágenes difundidas por la agencia católica Zenit, el papa firmó banderas del estado federado de Baviera, en el sur de Alemania, y disfrutó de la música y de la cerveza típica de esta región.
En Santa Marta, el Papa profundizó en la tesis de que «quien no sabe dialogar no obedece a Dios y quiere hacer callar a los que predican la novedad de Dios».
La liturgia de hoy nos habla de la obediencia. La obediencia, observa el Papa, «nos lleva muchas veces por un camino que no es el que nos gustaría, sino otro». Obedecer es «tener la valentía de cambiar de camino cuando el Señor nos lo pide». «Quien obedece tiene la vida eterna», mientras que quien «no obedece, la ira de Dios cae sobre él».
Así en la primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles, los sacerdotes y los jefes ordenaron a los discípulos de Jesús que no predicasen más el Evangelio al pueblo: se enfadan, están «llenos de celos», porque en su presencia sucedían milagros, el pueblo los sigue, «y el número de los creyentes crecía». Los encarcelan pero por la noche el Ángel de Dios los libera y vuelven a anunciar el Evangelio. Detenidos e interrogados de nuevo, Pedro responde a las amenazas del sumo sacerdote: «Es mejor obedecer a Dios antes que a los hombres». Los sacerdotes no entienden nada.
«Estos eran doctores, habían estudiado la historia del Pueblo, habían estudiado las profecías, la ley, conocían toda la teología del pueblo de Israel, la revelación de Dios, sabían todo, eran doctores y fueron incapaces de reconocer la salvación de Dios. ¿Cómo es posible esta dureza de corazón? Porque no es dureza de cabeza, no es una simple testarudez. Es otra dureza. Podríamos preguntarnos: ¿cuál es el recorrido de esta testarudez total, de cabeza y corazón?»
«La historia de esta obcecación, el recorrido, destaca el Papa, es el de encerrarse en sí mismos, es el de no dialogar, de la falta de diálogo«. «Estos no sabían conversar, no sabían dialogar con Dios, porque no sabían rezar y escuchar la voz del Señor, y tampoco sabían hablar con los demás».
«‘¿Por qué interpretaban esto así?’. Solo interpretaban como era la ley para hacerla más precisa, pero estaban cerrados a los signos de Dios en la historia, estaban cerrados a su pueblo, a su propio pueblo. Estaban cerrados, cerrados. Y la falta de diálogo, esta cerrazón del corazón les ha llevado a no obedecer a Dios. Este es el drama de estos doctores de Israel, de estos teólogos de Dios: no sabían escuchar, no sabían dialogar. El diálogo se hace con Dios y con los hermanos».
Quien no sabe dialogar quiere hacer callar a los que predican la novedad de Dios. Y el signo que revela que una persona «no sabe dialogar», «que no está abierta a la voz del Señor, a los signos que el Señor hace en el pueblo», afirma el Papa, es «la furia, la voluntad de hacer callar a los que predican, en este caso la novedad de Dios, es decir que Jesús ha resucitado. No tienen razón pero llegan a esto. Es un camino doloroso. Estos son los mismos que han pagado a los guardianes del sepulcro para que digan que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús. Hacen de todo para no abrirse a la voz de Dios».
«Y en esta Misa rezamos por los maestros, los doctores, los que enseñan al pueblo de Dios, para que no se cierren, para que dialoguen y así se salven de la ira de Dios que, si no cambian de actitud, caerá sobre ellos».
Benedicto XVI nació en Marktl am Inn, en Baviera en 1927, la zona norte de Alemania con el mayor número de creyentes católicos del país, el Papa emérito será recordado en su ciudad natal, donde varias parroquias de la zona elevarán oraciones en el momento de la plegaria de los fieles.
El año pasado, el Papa Francisco había llamado al Papa emérito por teléfono para felicitarlo, y le expresó que había orado por él en la misa del miércoles. En esa ocasión Benedicto XVI prefirió no celebrar su cumpleaños, manteniendo el clima austero y de oración en su actual morada. En el primer año de la renuncia, mientras se encontraba en Castel Gandolfo, también recibió la llamada de Francisco.
El Papa Francisco y Benedicto XVI se encontraron por primera vez después de la elección del cardenal Bergoglio el 23 de marzo de 2013. Las imágenes en mundo visión fueron elocuentes, cuando el Papa se trasladó a Castel Gandolfo al palacio Pontificio para encontrar al Papa emérito: el abrazo fraterno, la oración juntos, las sonrisas y la cordialidad. Comentando la presencia de dos papas en el Vaticano, Francesco había dicho: «Es como tener al abuelo sabio en casa».
El 02 de mayo de 2013, después de dos meses viviendo en Castel Gandolfo, Benedicto XVI regresó al Vaticano, acomodándose en el Monasterio Mater Ecclessiae, donde ha llevado solo algunas pertenencias: sus libros y un piano.
(RD/Agencias)