Que seamos sarmientos vivos en la Iglesia y que testimoniemos la fe con nuestra vida coherente
(José M. Vidal).-Regina Coeli del Papa Francisco, que aprovecha la cátedra de la ventana para explicar que los cristianos «somos sarmientos en la única vid de Cristo». Y, ante una plaza de San Pedro realmente abarrotada, invita a los cristianos a mantenerse unidos a la Vid, para «dar frutos» de vida coherente, al tiempo que suplica que se defienda y proteja «especialmente a los niños», víctimas de violencia en el mundo.
Algunas frases del Papa
«El Evangelio de Jesús nos presenta la última cena»
«Todos podemos unirnos a Jesús de una forma nueva»
«Si perdemos esta comunión con él, seremos estériles»
«¿Cuál es la forma nueva?»
«Jesús utiliza la imagen de la vid y de los sarmientos»
«Con esta figura nos enseña cómo permanecer unidos a Él»
«Nosotros somos los sarmientos»
«Los sarmientos no son autosuficientes, dependen totalmente de la vid»
«Unidos con el Señor mediante la oración, los sacramentos, la lectura del Evangelio…»
«Si uno está unido a Jesús goza de los dones del Espíritu Santo»
«Los frutos de la unión con Jesús con maravillosos»
«La vida de Cristo es nuestra»
«Podemos amar a nuestros hermanos, especialmente a los más pobres, como Él hizo»
«Cada uno de nosotros es un sarmiento de la única vid»
«Que seamos sarmientos vivos en la Iglesia y que testimoniemos la fe con nuestra vida coherente»
Textoíntegro de la aalabras del Papa antes del rezo de Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús durante la Última Cena, en el momento en el que sabe que la muerte está ya cercana. Ha llegado su «hora». Por última vez Él está con sus discípulos, y entonces quiere imprimir bien en sus mentes una verdad fundamental: también cuando Él no estará más físicamente en medio a ellos, podrán permanecer aún unidos a Él de una manera nueva, y así dar mucho fruto. Todos podemos permanecer unidos a Jesús de manera nueva. Si por el contrario uno perdiese la comunión con Él, se volvería estéril, es más, dañino para la comunidad. Y para expresar esta realidad Jesús usa la imagen de la vid y de los sarmientos: «Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos» (Jn 15, 4-5). Y con esta figura nos enseña a permanecer unidos a Él.
Jesús es la vid, y a través de Él – como la linfa en el árbol – pasa a los sarmientos el amor mismo de Dios, el Espíritu Santo. Precisamente: nosotros somos los sarmientos, y a través de esta parábola Jesús quiere hacernos entender la importancia de permanecer unidos a Él. Los sarmientos no son autosuficientes, sino dependen totalmente de la vid, en donde se encuentra la fuente de su vida. Es así para nosotros cristianos. Injertados en Cristo con el Bautismo, hemos recibido gratuitamente de Él el don de la vida nueva; y gracias a la Iglesia podemos permanecer en comunión vital con Cristo. Es necesario mantenerse fieles al Bautismo, y crecer en la amistad con el Señor mediante la oración, la escucha y la docilidad a su Palabra, leer el Evangelio, la participación a los Sacramentos, especialmente a la Eucaristía y a la Reconciliación.
Si uno está íntimamente unido a Jesús, goza de los dones del Espíritu Santo, que – como nos dice san Pablo – son «amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia» (Gal 5,22); y en consecuencia hace tanto bien al prójimo y a la sociedad, como un verdadero cristiano. De estas actitudes, de hecho, se reconoce que uno es un verdadero cristiano, así como por los frutos se reconoce al árbol. Los frutos de esta unión profunda con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es trasformada por la gracia del Espíritu: alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el cuerpo, porque somos unidad de espíritu y cuerpo. Recibimos un nuevo modo de ser, la vida de Cristo se convierte también en la nuestra: podemos pensar como Él, actuar como Él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús. Entonces, con su corazón, como Él lo ha hecho, podemos amar a nuestros hermanos, a partir de los más pobres y sufrientes, y así dar al mundo frutos de bondad, de caridad y de paz.
Cada uno de nosotros es un sarmiento de la única vid; y todos juntos estamos llamados a llevar los frutos de esta pertenencia común a Cristo y a la Iglesia. Confiémonos a la intercesión de la Virgen María, para que podamos ser sarmientos vivos en la Iglesia y testimoniar de manera coherente nuestra fe, coherencia de vida y de pensamiento. De vida y de fe. Conscientes que todos, según nuestras vocaciones particulares, participamos de la única misión salvífica de Jesucristo, el Señor.
Palabras del Papa después del rezo mariano:
Queridos hermanos y hermanas,
Provenientes de Italia y de tantas partes del mundo, ¡a todos y cada uno de ustedes les dirijo un cordial saludo!
Ayer en Turín fue proclamado Beato Luigi Bordino, laico consagrado de la Congregación de los Hermanos de San José Benito Cottolengo. Él dedicó su vida a las personas enfermas y a los que sufren, y se prodigó sin descanso a favor de los más pobres, medicando y lavando sus llagas. Agradezcamos al Señor por este humilde y generoso discípulo.
Un saludo especial va hoy a la Asociación Méter, en la Jornada de los niños víctimas de la violencia. Les agradezco su compromiso con el que buscan prevenir estos crímenes. Todos debemos empeñarnos para que cada persona humana -y especialmente los niños- esté siempre defendida y protegida.
Saludo con efecto a todos los peregrinos hoy presentes, ¡de verdad son muchos como para nombrar cada grupo! Pero al menos espero que el coro San Bagio, cante un poco, ¡eh! Saludo a aquellos provenientes de Ámsterdam, Zagreb, Litija (en Eslovenia), Madrid, y Lugo también en España. Acojo con alegría a tantísimos italianos: las parroquias, las asociaciones y las escuelas. Un pensamiento particular para los chichos y las chicas que han recibido la Confirmación.
A todos les deseo un buen domingo. Por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!