Criticó a los "expertos económicos" que priorizan "proteger los beneficios de las corporaciones" por sobre "el valor de la vida"
La escritora canadiense Naomi Klein, autora del best seller «No Logo», apoyó hoy en el Vaticano la «histórica publicación» de la encíclica papal «Laudato Sí'» y criticó a los «expertos económicos» que priorizan «proteger los beneficios de las corporaciones» por sobre «el valor de la vida».
«El papa Francisco escribe que el ´Laudato Sí´ no está dirigida sólo a los católicos, sino ´a todas las personas que habitan el planeta´. Y puedo decir, como una feminista secular judía, que también me habla a mi«, aseguró Klein durante presentación de la conferencia «Las personas y el planeta en primer lugar: la necesidad de cambiar el rumbo«, organizada por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz.
La periodista aseguró que «muchas cosas cambiarán con la publicación de la encíclica«, lo que «puede ser un problema real para los políticos de Estados Unidos que contaban con usar la Biblia como su escudo para esconder su oposición a actuar contra el cambio climático«.
En esa línea, expresó durante su presentación en la sala Juan Pablo II de la Sala Stampa vaticana que el viaje que el sumo pontífice emprenderá a Estados Unidos en septiembre «no podría haberse dado en un tiempo más apropiado».
«Hemos llegado a esta peligrosa situación en parte por muchos de esos expertos económicos que empuñaron sus poderosas herramientas tecnocráticas sin sabiduría«. aseguró además la autora del también premiado «La doctrina del shock».
Al igual que el papa Francisco en la encíclica, Klein criticó a los tecnócratas por «producir modelos que escandalosamente dieron pequeña importancia al valor de la vida humana, especialmente de los más pobres, mientras que priorizaron la protección de los beneficios de las corporaciones y el crecimiento económico».
«En un mundo en el que los beneficios son constantemente puestos delante de la gente y del planeta, la economía del clima está relacionada con la ética y la moral. Y si coincidimos en que poner en riesgo la vida en la tierra es una crisis moral, entonces nos incumbe a todos actuar», agregó.
«Como bien señala la encíclica, la negación toma muchas formas distintas», criticó Klein y en referencia a los críticos del texto papal explicó: «Muchos en el espectro político alrededor del mundo aceptan la ciencia, pero rechazan sus difíciles implicaciones».
«Son los que dicen que el papa Francisco puede tener razón sobre la ciencia, e incluso sobre los temas de moral, pero que piden que deje la economía y la política a los expertos. Son los que saben sobre privatizaciones de agua, por ejemplo, y cómo el mercado puede resolver todo«, señaló con ironía.
En la mañana de este miércoles 1 de julio, tuvo lugar, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el anuncio de la Conferencia de alto nivel «Las personas y el planeta en primer lugar: el imperativo de cambiar de rumbo«, que se desarrollará en el Augustinianum de Roma el 2 y 3 julio, organizada por el Consejo Pontificio Justicia y Paz y CIDSE, red internacional de Ong católicas para el desarrollo.
Intervinieron el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, la escritora Naomi Klein, Ottmar Edenhofer, co-presidente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y Bernd Nilles, secretario general de la Alianza Internacional de Organizaciones de Desarrollo católicas (CIDSE).
El cardenal Turkson subrayó que el título de la conferencia, que se centrará en el cambio climático, indica claramente el objetivo que se persigue: la gente y el planeta, no uno a expensas del otro y recordó que en su encíclica Laudato si’, el Papa propone una ecología integral que respete la dimensión humana y social y evidencia que el cambio climático es uno de los principales desafíos que enfrenta la humanidad en nuestros días, señalando además que el clima es un bien común, que pertenece a todos y es significativo para todos.
«Sin embargo -señaló el purpurado- los costos del cambio climático repercuten sobre todo en los que son menos responsables y menos capaces de adaptarse a él, a los pobres. En general, el cambio climático es un problema global con un espectro de consecuencias graves: ambientales, sociales, económicas y políticas«.
En Laudato si’ el Santo Padre lamenta también el fracaso de las últimas cumbres mundiales sobre el medio ambiente y lanza un llamamiento urgente para que se logren acuerdos internacionales vinculantes para detener el cambio climático.
A este respecto, como observó el cardenal Turkson, la conferencia COP21 (París, 30 noviembre-11 diciembre 2015) será crucial en la identificación de soluciones fuertes para el problema del cambio climático.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030) también son relevantes en este contexto y coinciden en diversos aspectos con cuanto afirma el Papa en su encíclica.
«Por ejemplo -señaló el prelado- en el punto 13 dedicado al imperativo de tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus repercusiones, las propuestas incluyen la construcción de ciudades y asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles; el establecimiento de patrones de consumo y producción sostenibles; la defensa del mar y el uso sostenible de sus recursos marinos para el desarrollo , la protección, la restauración y la promoción del uso sostenible de los ecosistemas terrestres, la gestión sostenible de los bosques, la lucha contra la desertificación, el impedir y revertir la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad».
«Estos objetivos, de forma similar a los puntos importantes en Laudato si, dependen del compromiso y la voluntad de toda la comunidad mundial durante la 70 Asamblea General de la ONU a partir de mediados de septiembre de 2015. Sin embargo -el mayor obstáculo para el «imperativo de cambiar de rumbo» no es económico, científico o incluso tecnológico, sino que se anida, más bien, en nuestras mentes y corazones. La misma lógica que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza. La dimensión política necesita retomar el control sobre la economía y las finanzas, es decir, sobre las decisiones básicas de las sociedades humanas. Este es el camino que recorre la entera familia humana, el que pasa de Nueva York a París y más allá», finalizó el prelado.
«Esta creciente comprensión es la causa de algunas alianzas sorprendentes e incluso inverosímiles. Como, por ejemplo, yo en el Vaticano. Al igual que los sindicatos, los indígenas, los fieles de diversos grupos y los ecologistas trabajando más a contacto que nunca. Dentro de estas coaliciones, no estamos de acuerdo en todo», subrayó Naomi Klein.
Pero sabemos que la puesta en juego es tan alta, el tiempo tan corto y la tarea tan grande que no podemos permitirnos el lujo de dejar que las diferencias nos dividan. Cuando cuatrocientas mil personas marcharon por la justicia climática en Nueva York el pasado mes de septiembre, el lema fue «Para cambiar todo, necesitamos a todos». Ese todos incluye, por supuesto a los líderes políticos. Y después de haber asistido a muchas reuniones con los movimientos sociales sobre la cumbre COP en París, puedo afirmar que habrá tolerancia cero para otro fracaso disfrazado de éxito ante las cámaras. Si el acuerdo no logra reducciones inmediatas de emisiones al tiempo que proporciona un apoyo real y sustancial para los países pobres, entonces será declarado un fracaso. Como realmente lo sería».
«Lo que siempre debemos recordar -subrayó Naomi Klein- es que no es demasiado tarde para desviarse del camino peligroso que nos está llevando hacia 4 grados de calentamiento. De hecho aún podríamos mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados si lo consideramos nuestra principal prioridad colectiva. Sería difícil, sin duda. Tan difícil como el racionamiento y las reconversiones industriales que una vez que se hicieron en tiempos de guerra».
«Como los programas ambiciosos de lucha contra la pobreza y obras públicas a raíz de la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Pero difícil no es lo mismo que imposible. Y renunciar a una tarea que podría salvar incontables vidas y evitar tanto sufrimiento, simplemente porque es difícil, costoso y requiere sacrificio de los que pueden permitirse vivir con menos no es pragmatismo. Es una rendición de lo más cobarde. Y no hay análisis de costos y beneficios en el mundo capaz de justificarlo».
(RD/Agencias)