Müller: "Es un escándalo que se publique una misiva privada del pontífice. Esto es un nuevo Vatileaks (...). La intención de quien ha querido hacer pública esta carta es la de sembrar peleas y crear tensiones. Me parece claro"
Como en la novela de Agatha Christie, Diez Negritos, cada vez van quedando menos cardenales que aseguran haber firmado, o estar de acuerdo, con la polémica «carta de los 13», criticando la metodología del Sínodo y, en resumidas cuentas, contra el propio Papa. Así, a los desmentidos de Scola, Vingt-Trois, Erdo y Piacenza, se suman ahora George Pell, quien niega haber firmado un escrito con ese contenido, y el cardenal Napier, quien anunció que retiraba su firma de dicho texto. A falta de nuevas renuncias, únicamente quedan siete de los firmantes originales, cuyo silencio les retrata.
Lo que nadie puede evitar, a estas alturas, es que la publicación de esta carta, denunciando lametodología utilizada y un intento de manipular el resultado del Sínodo sobre la Familia ha creado malestar entre los participantes y enturbiado la celebración de la reunión.
El periodista del semanal italiano «L’Espresso» especializado en el Vaticano, Sandro Magister (a quien se le retiró la acreditación tras saltarse el embargo de la última encíclica papal), publicaba el lunes en su blog una carta firmada por 13 cardenales pertenecientes al área más conservadora de la Iglesia católica en la que informaban al papa de su oposición a la metodología aplicada en este sínodo.
También se acusaba de querer manipular el resultado al concentrarse demasiado en cuestiones como la de permitir el acceso a los sacramentos a los divorciados vueltos a casar.
Las dudas sobre si la carta era verdadera surgieron después de que varios cardenales desmintieran que hubieran firmado la misiva, pero la prensa italiana publica hoy declaraciones del cardenal George Pell que confirman la existencia de este documento enviado al papa sobre el sínodo, aunque él desmiente categóricamente el contenido publicado.
«Las firmas están equivocadas, pero sobre todo el contenido está equivocado. La mayor parte del contenido no corresponde. No sé por qué ha pasado esto y quién la ha filtrado así», explicó Pell, también prefecto de la nueva Secretaría de Economía, en declaraciones publicadas hoy por el diario «La Repubblica».
El misterio está servido y como en otro de los escándalos que en el pasado convulsionaron el Vaticano, Vatileaks, ahora los miembros de la Iglesia se preguntan quién ha filtrado el documento al periodista, con qué objetivo y cuál era el verdadero contenido de la misiva.
Cuatro cardenales dijeron explícitamente que no firmaron nada: el arzobispo de Milán, Angelo Scola, y el arzobispo de París, Andrè Vingt-Trois; el relator general del sínodo, el húngaro Peter Erdo, y el penitenciario mayor, Mauro Piacenza.
Diferente la versión del cardenal sudafricano Fox Napier, quien dijo que retiraba la firma de la carta porque el texto no correspondía con el contenido que le habían comunicado.
El cardenal alemán Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe (el ex Santo Oficio), también aparece entre los firmantes, y hoy en declaraciones a «Corriere della Sera», aunque no quiere confirmar ni desmentir su firma, denuncia que haya sido publicada.
«Es un escándalo que se publique una misiva privada del pontífice. Esto es un nuevo Vatileaks (…). La intención de quien ha querido hacer pública esta carta es la de sembrar peleas y crear tensiones. Me parece claro», afirmó Müller.
Por ahora, el resto, entre los que se encuentra el cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas, guarda silencio.
En la carta publicada se lee que «la nueva metodología que guía el sínodo parece asegurar una excesiva influencia sobre las deliberaciones del sínodo y el documento sinodal final».
En detalle se refiere al mayor espacio de discusión de los llamados Círculos Menores, en los que se agrupan por idiomas los participantes, y en que la comisión para la redacción del documento final no se haya elegido sino que haya sido nombrada por el papa, así como también critican el contenido del «Instrumentum Laboris», el documento sobre el que se basa la discusión.
Pero lo que consideran más «urgente» es que «varios padres han expresado su preocupación de que un sínodo planificado para afrontar una cuestión pastoral vital -reforzar la dignidad del matrimonio y la familia- pueda llegar a estar dominado por el problema teológico/doctrinal de la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil».
La misiva tendría fecha del 5 de octubre, justo el día en el que comenzó el sínodo. Eso explicaría la intervención por sorpresa al día siguiente del papa Francisco, cuando tomó la palabra en el Sínodo e invitó a los 270 padres sinodales a evitar pensar que existen «complots» o «manipulaciones».
El papa habló a los presentes de la «hermenéutica de la conspiración» y les invitó a tener «una plena confianza los unos en los otros, estar convencidos de lo que se expresa, y que el proceso sinodal se celebra en plena libertad y expresión sincera de las propias opiniones».
Este nuevo episodio ha vuelto a demostrar que a pesar de que el papa les invitó a no pensar que el Sínodo era un «Parlamento» compuesto por facciones, la Iglesia está dividida y el ala más conservadora sigue mostrando sus inquietudes ante la posibilidad de que se produzcan aperturas o cambios en la que consideran la intocable doctrina.
(Rd/Agencias)