La familia es una realidad que es muy valorada también por los pobres
El cardenal-arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, que está participando en el Sínodo que finaliza mañana en Roma, cree que el discurso del papa Francisco «ha ido calando» y por ello las intervenciones han sido con «actitudes que ayudarán a no excluir a nadie» de la Iglesia.
En declaraciones a Efe, Sistach ha lamentado que «nuestras sociedades, en general secularizadas, tienen un cultura y una política creciente que no armoniza con la concepción cristiana del matrimonio y de la familia».
Martínez Sistach ha defendido la institución de la familia y ha asegurado que «la familia es una realidad que es muy valorada también por los pobres, y realmente es básica para el bien de las personas, de la sociedad y de la Iglesia».
Sin embargo, ha denunciado que «los sistemas socioeconómicos que buscan el provecho económico por encima de todo crean muchas dificultades, ya que hay países pobres donde muchos no pueden ni ejercer el derecho a casarse por falta de medios económicos«.
«Otra dificultad que hoy va creciendo es la creciente inmigración para buscar trabajo, separando los esposos, los padres y los hijos y creando fácilmente nuevas uniones conyugales», ha reflexionado el cardenal, que ha revelado que en el Sínodo dedicado a la familia también han hablado sobre los campos de refugiados, «con sus consecuencias respecto de las familias».
Sistach ha alabado el discurso sinodal del papa Francisco, que ha sido «de antología», con «un contenido eclesiástico muy claro y muy profundo. Ha sido aplicar el contenido del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia sinodal con palabras sencillas e inteligibles, como Francisco suele hacer».
«El Papa ha hablado de descentralizar, de la Iglesia universal y de las iglesias diocesanas, que son aquélla y éstas constitutivas en nuestra querida madre Iglesia», ha destacado Sistach.
Según el cardenal barcelonés, el Papa también ha hablado de la necesidad de que todos los organismos jerárquicos de la Iglesia «mantengan contacto con las bases, hablando con la gente, conociendo sus problemas de cada día, para que puedan empezar a tomar forma una Iglesia sinodal».
Preguntado sobre las novedades que aporta este Sínodo, Sistach ha dicho que «es un complemento de la asamblea sinodal de octubre de 2014».
«Ya no se ha hablado sólo ni principalmente de los retos y problemas, centrados mucho en los divorciados y vueltos a casar, sino que se han tratado muchos contenidos de la vocación y de la misión del matrimonio y de la familia«, ha explicado.
Sistach ha considerado que «la doctrina de la Iglesia y la pastoral no son dos cosas ni independientes ni contrapuestas» y que «hay unas actitudes pastorales básicas que la Iglesia y todos los cristianos hemos de poner en práctica y que reiteradamente nos pide el papa Francisco: acoger, escuchar, acompañar, ser misericordiosos, no condenar, salir a buscar para acercarnos a los hermanos».
«Mi impresión en esta asamblea sinodal es que en las intervenciones domina esta actitud pastoral«, ha dicho Sistach, que cree que el discurso del papa Francisco «ha ido calando más y más».
«Estas actitudes -según Sistach- ayudarán a no excluir a nadie, a amar a todos e ir integrando a todos los cristianos en la Iglesia».
El obispo Jan Vokal
Con un llamamiento a la misericordia el obispo checo Jan Vokal concluyó la breve meditación matutina que abrió esta mañana la congregación general del Sínodo de los Obispos sobre la Familia.
Mons. Vokal citó las palabras del profeta Amós: »Porque está aquí quien forma los montes y crea el viento, quien descubre al hombre cuál es su pensamiento, quien hace aurora de las tinieblas y avanza por las alturas de la tierra. Señor, Dios de los ejércitos, es su nombre».
»De vez en cuando -señaló- advertimos la necesidad de detenernos, de levantar los ojos al cielo, y acordarnos de que no somos los amos del mundo y de la vida. Tenemos que contemplar el cielo, las montañas, el mar; sentir la fuerza del viento, la voz de las grandes aguas … como le gustaba hacer a San Juan Pablo II, de quien ayer fue la memoria litúrgica. Necesitamos sentirnos pequeños – como en realidad somos – en el gran universo que Dios ha creado y sigue creando y vivificando en cada instante».
»Vivir cada vez más en medio de cosas artificiales, hechas por nosotros, cambia lentamente nuestra percepción de la realidad y de nosotros mismos -constató- Sin darnos cuenta nos olvidamos de dónde estamos y de quiénes somos; perdemos el sentido de nuestra verdadera dimensión: a veces nos sentimos omnipotentes, mientras no lo somos; a veces nos sentimos impotentes, mientras no lo somos. Como el profeta Amós nos recuerda, somos como una brizna de hierba, es cierto, pero nuestro corazón es capaz de infinito. Somos «casi nada», es cierto, pero podemos preguntar «¿por qué?», y sentir dentro de nosotros un vínculo misterioso, a veces doloroso, con Aquel que creó el mundo, el sol, la luna, las estrellas».
»De todas las criaturas – que, a su manera, son más humildes y obedientes al Creador que nosotros -los seres humanos somos los únicos que reconocemos , y a veces sentimos, que esta omnipotencia de Dios, esta incomprensible magnitud, es solamente amor y amor misericordioso, tierno, compasivo, como el de una madre por sus hijos, pequeños y frágiles. Somos los únicos en darnos cuenta de que toda la creación gime y sufre como si tuviera dolores de parto».
»San Juan Pablo II -concluyó el prelado- nos ha legado la profecía de que este es el tiempo de la misericordia. Dedicó a la Divina Misericordia el segundo domingo de Pascua, y murió en la víspera de ese domingo.¡Que siga intercediendo por nosotros para que seamos cada vez más compasivos como es misericordioso nuestro Padre celestial!».