El Pontífice ha añadido que sobre la base de aquel texto "el diálogo continúa su camino prometedor hacia un entendimiento compartido en cuanto al sacramento de la Iglesia, la Eucaristía y el Ministerio"
El Papa ha invitado a católicos y luteranos a ser artífices de paz y reconciliación a pesar de las diferencias de doctrina y praxis, al tiempo que ha llamado a superar «viejos prejuicios y reticencias», durante una audiencia con la delegación ecuménica de la Iglesia Luterana de Finlandia, liderada por el obispo luterano de Helsinki, Irja Askola.
Francisco ha explicado que estas discrepancias «no deben descorazonar, sino infundir determinación en el proseguir juntos el camino hacia una mayor unidad» y ha observado que los cristianos unidos deben ser testimonio de Cristo «en un mundo en muchas ocasiones lacerado por conflictos y marcado por el secularismo y la indiferencia».
El Papa se ha referido a la declaración conjunta ‘Justification in the Life of the Church’, de 1999, que estipula que las iglesias luterana y católica romana se encuentran en posición de articular una interpretación común de su justificación por la gracia de Dios mediante la fe en Cristo.
A partir de ese momento, las diferencias subsistentes en cuanto a la explicación de la justificación de la fe ya no da lugar a condenas doctrinales. Ese año el Vaticano levantó la excomunión a Martín Lutero.
Así, el Pontífice ha añadido que sobre la base de aquel texto «el diálogo continúa su camino prometedor hacia un entendimiento compartido en cuanto al sacramento de la Iglesia, la Eucaristía y el Ministerio».
Finalmente, el Papa ha dicho que los pasos importantes en su conjunto son «la construcción de una base sólida de la comunión de la vida en la fe y la espiritualidad» y ha recalcado que las relaciones entre católicos y luteranos deben estar «impregnadas de un espíritu de discusión tranquila y compartir fraterno».
Texto completo del discurso del Papa:
Queridos hermanos y hermanas, Eminencias,
Dirijo mi cordial bienvenida a ustedes, que también este año han querido visitar al Obispo de Roma con ocasión de la tradicional peregrinación por la fiesta de San Enrique. Agradezco al Obispo Luterano de Helsinki, Irja Askola, por sus corteses palabras.
Su peregrinación ecuménica es un signo elocuente del hecho que, como luteranos, ortodoxos y católicos, han descubierto lo que los une y, juntos, desean dar testimonio de Jesucristo, que es el fundamento de la unidad.
En particular, estamos agradecidos al Señor por los resultados que se han conseguido en el diálogo entre luteranos y católicos. Recuerdo el documento común «Justification in the Life of the Church». Sobre esta base, tal diálogo prosigue en su prometedor camino hacia una interpretación compartida, a nivel sacramental, de Iglesia, Eucaristía y Ministerio. Los importantes pasos adelante realizados juntos están construyendo un sólido fundamento de comunión de vida en la fe y en la espiritualidad, y las relaciones son siempre más impregnados por un espíritu de serena confrontación y de fraterno compartir.
La común vocación de todos los cristianos está bien evidenciada por el texto bíblico de referencia de la Semana de Oración para la unidad de los cristianos, que inicia hoy: «Ustedes, en cambio, son una raza elegida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo adquirido para anunciar las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su admirable luz» (1 Pt 2,9).
En nuestro diálogo, algunas diferencias actualmente permanecen en la doctrina y en la práctica. Pero esto no debe desanimarnos, sino al contrario, alentarnos a proseguir juntos el camino hacia una siempre mayor unidad, también superando viejas concepciones y reticencias. En un mundo muchas veces golpeado por los conflictos y marcado por secularismo e indiferencia, todos unidos estamos llamados a comprometernos en confesar a Jesucristo, haciéndonos siempre más testigos creíbles de unidad y artífices de paz y de reconciliación.
Queridos hermanos y hermanas, me alegro por su común empeño por el cuidado de la creación, y les agradezco de corazón por el gesto simbólico de hospitalidad que han querido ofrecerme a nombre del pueblo Finlandés.
En la esperanza que su visita contribuya a reforzar la colaboración entre sus respectivas comunidades, pido para todos ustedes abundantes gracias de Dios y los acompaño de corazón con mi fraterna bendición.
Los invito a rezar juntos el Padre Nuestro…
(Rd/Ep)