Lo esencial del cristianismo es difundir el amor regenerador y gratuito de Dios, con actitud de acogida y misericordia hacia todos
(José M. Vidal).- Ángelus papal ante miles de peregrinos, muchos de ellos del ‘pueblo del Padre Pío’, que celebraron ayer, aquí mismo, su Jubileo. En su discurso, el Papa Francisco recuerda a los que «escapan de los horrores de la guerra en Siria» y pide negociaciones para acabar con ella. También denuncia la trata de seres humanos y pide un aplauso para los hermanos de Extremo Oriente, que celebran el final de su año lunar.
Algunas frases del Papa
«El Evangelio cuenta la llamada de los primeros discípulos de Jesús»
«En la vida cotidiana»
«Por tu palabra, echaré las redes»
«Y las redes se llenaron de tal cantidad de peces que casi se rompían»
«Jesús no es sólo un formidable maestro, sino el Señor, la manifestación de Dios»
«Su condición de pecador requiere que el Señor no se aleje de él, como el médico no puede alejarse del que está enfermo»
«Y Pedro lo dejó todo y siguió al Señor»
«Ir a la búsqueda, pescar a hombres y mujeres, no para hacer proselitismo, sino para restituirles la plena dignidad y libertad»
«Lo esencial del cristianismo es difundir el amor regenerador y gratuito de Dios, con actitud de acogida y misericordia hacia todos»
«Para que todos puedan encontrar la ternura de Dios»
«Pienso especialmente en los confesores: los primeros que tienen que dar la misericordia del Padre…como hicieron los dos hermanos santos: Padre Leopoldo y Padre Pío»
«El Evangelio de hoy nos interpela: ¿Cuidamos la Palabra del Señor?»
«Estamos llamados a confortar a los que se sienten pecadores e indignos ante el Señor»
«Es mayor la misericordia del Padre que tus pecados. Es más grande. No temas»
«Seguir las huellas del Maestro»
Saludos después del ángelus
«Con viva preocupación sigo la dramática suerte de la población civil implicada en los violentos combates en la amada Suria y obligados a abandonarlo todo para escapar a los horrores de la guerra»
«Deseo que, con generosa solidaridad, se preste la ayuda necesaria, para asegurar su supervivencia y dignidad, mientras llamo a la comunidad internacional, para que no ahorre medio alguno para llevar con urgencia a la mesa de negociación las partes implicadas»
«Solo una solución política del conflicto será capaz de ganrantizar un futuro de reconciliación y de paz a aquel querido y martirizado país, por el cual os vinvitio a rezar mucho. Incluso, ahora, todos juntos, recemos a la Virgen por la amada Siria»
«Hoy, en Italia, se celebra la Jornada por la vida, con el tema ‘La misiericorida hace florecer la vida'»
«Un renovado empeño en favor de la vida humana desde la concepción hasta el final»
«Testimoniar la cultura de la vida»
«Mañana, Jornada de oración contra la trata de personas«
«Oportunidad de ayudar a los nuevos esclavos de hoy a romper las poesadas cadenas de la explotación»
«Pienso en particular en tantos mujeres y hombres y niños. Hay que hacer esfuerzos para desvelar este crimen y esta intolerable vergüenza«
«Mañana, en Extremo Oriente, millones de hombres y mujeres celebran el fin de año lunar. A todos les deseo serenidad y paz, en el seno de su familia»
«Que el nuevo año apotre frutos de compasión, misericordia y solidaridad»
«Saludémosles con un aplauso desde aquí a nuestros hermanos del Extremo Oriente, que celebran el año lunar»
«Saludo al Colegio mexicano. Gracias por rezar por mi viaje a México y por el encuentro que tendré en La Habana con mi querido hermano Kiril»
Texto completo de la catequesis del Papa
«¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de este domingo cuenta – en la narración de San Lucas – la llamada de los primeros discípulos de Jesús (Lc 5,1-11). El hecho sucede en un contexto de vida cotidiana: hay algunos pescadores en la orilla del lago de Galilea, los cuales, después de una noche de trabajo pasada sin pescar nada, están lavando y arreglando las redes. Jesús sube a la barca de uno de ellos, Simón, llamado Pedro, le pide que se aparte un poco de la orilla y se pone a predicar la Palabra de Dios a la multitud que se había reunido. Cuando termina de hablar le dice que navegue mar adentro y que echen las redes. Simón había conocido ya a Jesús y experimentado el poder prodigioso de su palabra, por lo que le responde: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes». (v 5). Y esta su fe no queda decepcionada; en efecto las redes se llenan de tal cantidad de peces que estaban a punto de romperse (cf v.)
Ante este evento extraordinario, los pescadores quedan apoderados por el temor. Simón Pedro se echa a los pies de Jesús diciendo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». (v 8) Este signo prodigioso lo ha convencido de que Jesús no es solo un formidable maestro, cuya palabra es verdadera y poderosa, sino que Él es el Señor, es la manifestación de Dios. Y esa presencia tan cercana suscita en Pedro el fuerte sentido de su mezquindad e indignidad. Desde un punto de vista humano, piensa que debería haber una distancia entre el pecador y el Santo. En verdad, precisamente su propia condición de pecador requiere que el Señor no se aparte de él, de la misma forma en que un médico no puede alejarse de las personas que están enfermas.
La respuesta de Jesús a Simón Pedro es aseguradora y firme: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». (v 10) y nuevamente el pescador de Galilea, volviendo a confiar en esta palaba, abandona todo y sigue a Aquel que se ha vuelto su Maestro y Señor. Y así hicieron también Santiago y Juan, socios en el trabajo con Simón. Ésta es la lógica que guía la misión de Jesús y la misión de la Iglesia: ir a buscar, ‘pescar’ a los hombres y a las mujeres, no para hacer proselitismo, sino para devolver a todos su plena dignidad y libertad, mediante el perdón de los pecados. Esto es lo esencial del cristianismo: difundir el amor regenerador y gratuito de Dios, con actitud de acogida y de misericordia hacia todos, para que cada uno pueda encontrar la ternura de Dios y tener plenitud de vida. Y aquí, en particular, pienso en los confesores: son los primeros en tener que dar la misericordia del padre, según el ejemplo de Jesús, como hicieron también los dos frailes santos, el Padre Leopoldo y el Padre Pío.
El Evangelio de hoy nos interpela: ¿sabemos confiar verdaderamente en la palabra del Señor? O ¿nos dejamos desalentar por nuestros fracasos? En este Año Santo de la Misericordia estamos llamados a confortar a cuantos se sienten pecadores e indignos ante el Señor y abatidos por sus propios errores, diciéndoles las palabras de Jesús: «No temas». Que nos ayude la Virgen María a comprender cada vez más que ser discípulos significa poner nuestros pies en las huellas dejadas por el Maestro: son las huellas de la gracia divina que regenera la vida para todos».