El arte, el deporte, ensanchan el alma, y no aplastan la vida. Sigan siendo creativos. Sigan así, buscando la belleza, las cosas lindas, las cosas que duran siempre
(Jesús Bastante).- Es uno de los templos más bellos de Latinoamérica. Construida con cantera rosada en el siglo XVIII durante los últimos años de la colonia española, la catedral de Morelia es una iglesia barroca novohispánica, que ha albergado a lo largo de su historia toda una serie de acontecimientos. Esta noche vivió uno más convirtiéndose casi en un concierto multitudinario, protagonizado por el Papa «Pancho».
Casi un millar de niños y niñas gritaban, enloquecidos, buscando una foto, una caricia, una bendición. El Papa correspondió, tomando el micrófono como una estrella de rock, y dirigiendo una pequeña oración a los chicos y chicas. «Sé que vienen de todos los colegios y parroquias de la diócesis», arrancó el Papa. «Les voy a pedir que recen a Jesús para que les haga crecer con mucho amor, para ser cristianos en serio, para cumplir el mandamiento que Jesús nos dio: amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como Él nos amó».
«Vamos a pedir a la Virgen que nos cuide, que nos bendiga. Que piensen en su corazón en la familia y los amigos. Y si están peleados con alguno, también piensen en él. Vamos a pedir para que la Virgen le cuide. Haciéndonos amigos, y no tantos enemigos… la vida no es linda con enemigos. El que hace amigos, es Dios en nuestro corazón», prosiguió el Papa.
«En silencio pensamos en nuestra familia, en nuestros amigos, en aquellos con los que estamos peleados, y por todas las personas que nos ayudan, las monjas, los profesores, los maestros…. y una bendición especial por los papás, las mamás y los abuelos… Silencio, cerramos los ojos y pedimos todo ello», concluyó Bergoglio, quien después del Ave María, pidió a los niños «por favor, que recen por mí. ¿Lo van a hacer?», y un «síii» hizo retumbar los muros de la catedral. «Así me gusta», contestó el Papa, antes de recorrer los pasillos de la catedral repartiendo guiños, recogiendo regalos, ofreciendo bendiciones.
A la salida, en la puerta de la catedral, y antes de recoger las llaves de la ciudad, fueron otros los que cantaron. Un coro de niños de Morelia, prepararon una canción para Bergoglio, «Quiero verte sonreir, y la alegría compartir».
El Papa les aplaudió a rabiar, y les felicitó, «en serio. El arte, el deporte, ensanchan el alma, y no aplastan la vida. Sigan siendo creativos. Sigan así, buscando la belleza, las cosas lindas, las cosas que duran siempre. Y nunca se dejen pisotear por nadie, ¿de acuerdo?«.
«Les pido que recen por mí, y que de vez en cuando me canten alguna canción, aunque esté lejos. ¿Vale? Chao, que Dios los bendiga», sonrió el Papa, antes de marchar a un encuentro con jóvenes.