"La Iglesia, herida y humillada por el flagelo de los abusos, pretende solucionar no sólo por su propia recuperación, sino también para poner a disposición su dura experiencia en este campo
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, aseguró hoy que la película Spotlight, sobre la investigación realizada por el diario Boston Globe que sacó a la luz una red de encubrimiento de curas pedófilos y ganó un Oscar, es «bienvenida» si ayuda «en la larga marcha de la lucha contra los abusos».
«Si los llamados seguidos a Spotlight y la movilización de víctimas y organizaciones en ocasión de la deposición del cardenal (George) Pell contribuyen a sostener e intensificar la larga marcha de la lucha contra los abusos de menores en la Iglesia católica y en el mundo de hoy, son bienvenidos», destacó Lombardi en una nota de prensa a periodistas acreditados en el Vaticano.
Lombardi hizo referencia a los grupos de víctimas de abusos que toda la semana siguieron en Roma la exposición que el cardenal australiano hizo en videoconferencia desde la capital italiana a la justicia de su país, que investiga su posible encubrimiento a casos de pedofilia.
«La constitución de la Comisión para la Protección de los Menores anunciada por Francisco en diciembre de 2013, integrada por miembros de todos los continentes, indica la maduración del camino de la Iglesia Católica», agregó el vocero vaticano.
«La Iglesia, herida y humillada por el flagelo de los abusos, pretende solucionar no sólo por su propia recuperación, sino también para poner a disposición su dura experiencia en este campo, para enriquecer su servicio educativo y pastoral a toda la sociedad, que en general todavía tiene un largo camino por recorrer para darse cuenta de la gravedad de los problemas y hacer frente a ellos», reflexionó el padre jesuita.
Lombardi agregó que los grupos de víctimas fueron recibidos en los últimos días por el padre Hans Zollner, miembro de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores del Vaticano, instituida por Francisco en marzo de 2014.
De todos modos, y si bien las organizaciones habían reclamado un encuentro con el Papa frente a los medios de comunicación, el portavoz sostuvo que no hubo «ningún pedido de audiencia formal con el Santo Padre» de parte del grupo de 15 víctimas de abuso sexual por parte de miembros de la Iglesia.
«Ni a la Secretaria de Estado, ni a la secretaria del papa ha llegado la petición formal y correcta para un encuentro», explicó Lombardi, que negó cualquier tipo de solicitud para una audiencia con este grupo de 20 personas.
Este grupo se encontraba en Roma en estos días en el que el «ministro» de Economía vaticano, el australiano George Pell, fue llamado a prestar declaración por videoconferencia ante la comisión que investiga los abusos a menores cometidos entre las décadas de los años 70 y 90 en las ciudades australianas de Ballarat y Melbourne, de la que fue arzobispo.
Los portavoces de las víctimas aseguraron en reiteradas ocasiones que estaban haciendo todas las gestiones para poder ser recibidos por el pontífice argentino.
Lombardi explicó que el grupo que representa a las víctimas de los abusos por parte del clero australiano fueron recibidos en dos ocasiones, ayer y esta mañana, por la Comisión para la Tutela de Menores que el papa constituyó en 2014.
Ayer mantuvieron una reunión con el padre Hans Zollner, vicerrector de la Universidad Gregoriana y responsable del departamento de Psicología, y miembro de esta comisión.
También se produjo un largo encuentro con el cardenal y exarzobispo australiano George Pell, que en sus declaraciones en estos cuatro días evitó asumir responsabilidades de cuando era arzobispo, pero sí admitió que se encubrieron abusos sexuales a menores.
Declaración del Padre Federico Lombardi: Proteger a los menores
«Las declaraciones del cardenal Pell ante la Real Comisión de investigación en conexión directa entre Australia y Roma, y la coincidencia con la concesión del Oscar a la mejor película a Spotlight, sobre el papel del Boston Globe en la denuncia de la cobertura de los delitos de muchos sacerdotes pedófilos en Boston (sobre todo en los años 1960-80), se han visto acompañadas de una nueva ola de atención de los medios y de la opinión pública sobre la dramática cuestión de los abusos sexuales de menores, en particular por miembros del clero.
La presentación sensacionalista de estos dos acontecimientos ha hecho que, buena parte del público- especialmente si poco informado o de memoria corta- piense que en la Iglesia no se haya hecho nada o se haya hecho muy poco para responder a estas tragedias horribles y que haya que empezar de nuevo. Una consideración objetiva demuestra que no es así. El anterior arzobispo de Boston renunció en 2002 después de los acontecimientos de que habla precisamente Spotlight (y después de una famosa reunión de cardenales americanos convocada en Roma por el Papa Juan Pablo II en abril de 2002), y desde 2003 (es decir, desde hace 13 años) la arquidiócesis está gobernada por el cardenal Sean O’Malley, universalmente conocido por su rigor y su sabiduría a la hora de enfrentarse con los problemas de abusos sexuales, hasta el punto de que fue nombrado por el Papa Francisco entre sus asesores y designado presidente de la Comisión por él establecida para la protección de los menores.
También los trágicos sucesos de abusos sexuales en Australia son objeto de investigaciones y de procesos judiciales y canónicos desde hace muchos años. Cuando el Papa Benedicto XVI fue a Sydney para la JMJ de 2008 (es decir, hace 8 años) se encontró con un pequeño grupo de víctimas en la sede de la arquidiócesis gobernada por el cardenal Pell, porque la cuestión era ya entonces de gran actualidad y el arzobispo pensaba que ese encuentro era muy oportuno.
Sólo para dar una idea de la atención con que fueron seguidos estos problemas, la única sección del web vaticano dedicada a »Abusos de menores. La respuesta de la Iglesia», que se abrió hace unos 10 años, contiene más de 60 documentos o intervenciones.
El decidido compromiso de los papas para hacer frente a las crisis que surgieron posteriormente en distintos países y situaciones – como Estados Unidos, Irlanda, Alemania, Bélgica y los Países Bajos, los Legionarios de Cristo – no ha sido ni pequeño ni indiferente. Los procedimientos y las normas canónicas universales renovadas; las directrices y solicitudes a las conferencias episcopales, no sólo para responder a los abusos, sino también para prevenirlos de manera adecuada; la visita apostólica para intervenir en las situaciones más graves; la profunda reforma de la Congregación de los Legionarios, han sido acciones destinadas a responder con profundidad y clarividencia a una plaga que había manifestado una gravedad sorprendente y devastadora, especialmente en algunas regiones y en algunos períodos. La carta de Benedicto XVI a los fieles irlandeses en marzo de 2010 sigue siendo probablemente el documento de referencia más elocuente, que va mucho más allá del caso de Irlanda , para comprender la actitud y la respuesta legal, pastoral y espiritual de los papas a estos dramas de la Iglesia de nuestro tiempo: reconocimiento de los graves errores cometidos y petición de perdón, atención prioritaria y justicia para las víctimas, conversión y purificación, esfuerzos de prevención y renovada formación humana y espiritual.
Los encuentros de Benedicto XVI y de Francisco con grupos de víctimas han acompañado este ya largo camino con el ejemplo de la escucha, de la petición de perdón, del consuelo y de la implicación en primera persona de los papas.
En muchos países, los resultados del compromiso de renovación son alentadores, los casos de abusos se han vuelto muy raros y, por lo tanto, la mayoría de los que hoy se tratan y que continúan saliendo a la luz pertenecen a un pasado relativamente lejano de diversas décadas. En otros países, por lo general debido a situaciones culturales diferentes y todavía caracterizadas por el silencio, aún queda mucho por hacer y no faltan resistencias y dificultades, pero el camino que recorrer es ahora más claro.
La constitución de la Comisión para la Protección de los Menores anunciada por el Papa Francisco en diciembre de 2013, integrada por miembros de todos los continentes, indica la maduración del camino de la Iglesia Católica. Después de configurar y desarrollar dentro de ella una respuesta decidida a los problemas de abusos sexuales de menores (por parte de sacerdotes u otros operadores eclesiásticos),se plantea de forma sistemática la cuestión no sólo de cómo responder bien al problema en cada sector de la Iglesia, sino también de cómo ayudar más a fondo a las sociedades en las que la Iglesia vive para hacer frente a los problemas de los abusos y violaciones de los menores de edad, dado que – como todos deben saber aunque a menudo hay todavía una resistencia considerable a admitirlo – en todas las partes del mundo la gran mayoría de los casos de abuso no se llevan a cabo en los ámbitos eclesiales, sino fuera de ellos (en Asia podemos hablar de decenas y decenas de millones de niños abusados y no precisamente en ámbito católico).
En resumen, la Iglesia, herida y humillada por el flagelo de los abusos, quiere reaccionar no solamente para sanearse a sí misma, sino también para poner a disposición su dura experiencia en este campo, para enriquecer su servicio educativo y pastoral a toda la sociedad que, en general, todavía tiene un largo camino por recorrer para darse cuenta de la gravedad de los problemas y enfrentarlos. En esta perspectiva los hechos que han tenido lugar en Roma en los últimos días finalmente se pueden leer desde una perspectiva positiva.
Hay que reconocer que el cardenal Pell ha dado un testimonio digno y coherente (¡cerca de veinte horas de diálogo con la Comisión Real!) del que resulta una vez más un cuadro objetivo y lúcido de los errores cometidos en muchos ambientes eclesiales (en este caso de Australia) en las últimas décadas. Y esto es una adquisición, no inútil en la perspectiva de la común «purificación de la memoria».
Asimismo hay que reconocer que los diversos miembros del grupo de las víctimas llegado de Australia han mostrado su voluntad de establecer un diálogo constructivo con el cardenal y el representante de la Comisión para la Protección de los Menores – el padre Hans Zollner SI, Pontificia Universidad Grgeoriana – con quien han apurado las perspectivas de esfuerzos eficaces para prevenir los abusos.
Por lo tanto, si los llamamientos que han seguido a Spotlight y la movilización de las víctimas y organizaciones con motivo de las declaraciones del cardenal Pell contribuyen a sostener y mejorar la larga marcha de la lucha contra los abusos de menores en la Iglesia Católica universal y en el mundo actual (donde la dimensión de estos dramas no tiene límites) sean bienvenidos».
Comunicado de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores
«En los dos últimos días el padre Hans Zollner SJ, miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores, (Australia), ha encontrado en dos ocasiones a David Risdale, Andrew Collins y Peter Blenkiron, víctimas de abusos sexuales por parte del clero de Ballarat (Australia), venidos a Roma durante la declaración efectuada por el cardenal George Pell a la Royal Commission. En respuesta al deseo de las personas más arriba mencionadas de encontrarse con un miembro de la Pontificia Comisión, el cardenal Pell solicitó que dicho encuentro se llevase a cabo. Ridsdale, Collins y Blenkiran han explicado así las razones de su petición: «Nos gustaría discutir nuestras ideas acerca de la curación y de la futura protección de los menores contra los abusos cometidos por miembros de las instituciones. Sabemos que este problema es más amplio del ámbito de la Iglesia Católica, pero es en ese ámbito donde se han producido nuestras experiencias de abuso. Queremos desarrollar relaciones con su grupo porque es una cuestión de alcance mundial «.
Las víctimas de abusos han hablado de modelos educativos dirigidos a niños, padres y profesores con el fin de realizar cambios estructurales dentro de la Iglesia y de la sociedad para la protección efectiva de los niños y adolescentes. Esta discusión se ha producido en un momento en que la Pontiificia Comisión, en el curso de la asamblea plenaria en el mes de febrero de 2016, decidió que el tema clave de la asamblea de setiembre 2016 sea la protección de los niños en las escuelas católicas.
El padre Hans Zollner ha apreciado mucho las preocupaciones expresadas por las víctimas y sus propuestas de medidas preventivas, y las presentará a los demás miembros de la Pontificia Comisión, de modo que todos ellos puedan aprender de la experiencia de las víctimas para mejorar la labor de ese organismo por lo que concierne a las formas actuales de curación y a la comprensión de la forma más eficaz para prevenir los abusos sexuales por parte de las personas al servicio de la Iglesia, con el fin de impedir que se repitan en futuro.
En el curso del encuentro el padre Zollner explicó a sus interlocutores el objetivo de la Comisión y, en particular, como presidente del «Centro para la Protección de Menores» del Instituto de Psicología de la Pontificia Universidad Gregoriana, habló sobre su trabajo y sobre las iniciativas tomadas para prevenir los abusos dentro y fuera de la Iglesia. Las víctimas de abuso de Ballarat también se han reunido con algunos de los estudiantes que asisten al curso de estudio para el Diploma en la Protección de Menores, que otorga la Pontificia Universidad Gregoriana.
La Pontificia Comisión para la Protección de los Menores fue instituida por el Papa Francisco en marzo de 2014. El Quirógrafo del Santo Padre Francisco establece que: «La tarea específica de la Comisión será proponer las iniciativas más adecuadas para la protección de los menores y adultos vulnerables, a fin de realizar cuanto sea posible para asegurar que delitos como los ocurridos no vuelvan a repetirse en la Iglesia. La Comisión promoverá la responsabilidad local en las Iglesias particulares, combinando sus esfuerzos con los de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para la protección de todos los menores y adultos vulnerables «.
(RD/Agencias)