Se puede responder a los asaltos del demonio sólo con las obras de Dios que son perdón, amor y respeto del prójimo, aunque sea diferente
(José Manuel Vidal).- El Papa Francisco recibe en audiencia a los familiares de las víctimas del atentado terrorista de Niza. En un acto sencillo y lleno de emoción, el Papa les muestra su compasión y le sinvita a luchar «contra la tentación de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia»
El acto comienza con el canto de un requiem y el saludo del obispo de Niza:
«Sus palabras llegaron a nuestro corazón sufriente»
«Hoy, en su casa, nos abrís vuestros brazos y vuestro corazón»
«Vuestro gesto de acogida es un gesto de amor paternal de parte de nuestro Padre»
«Niza sigue estando traumatizada»
«La celebración del jubileo de la misericordia nos invita a no dejarnos encerrar en nuestro miedo, a no dejarnos invadir por deseos de odio o indiferencia»
«Un trabajo de solidaridad y de esperanza»
«Ser constructores de la misericordia»
«Éste es el camino que queremos recorrer»
«Queremos construir un mundo según el corazón de Dios y tender puentes entre la gente»
«Que Dios elimne todo proyecto de terror y de violencia del corazón del hombre»
A continuación, interviene el alcalde Niza, que también da las gracias al Papa por darles «esperanza en medio del dolor».
Le ofrece un ramo de 426 flores, como el número de muertos en el terrible atentado.
Algunas frases del discurso del Papa
«Con viva conmoción me encuentro con vosotros que sufrís en el corazón y en el alma»
«Comparto vuestro dolor, que es más fuerte cuando pienso a los niños y a enteras familias cuya vida quedó segada de pronto y dramatícamente»
«Estad seguros de mi compasión y de mi oración»
«Que Dios acoja a vuestros queridos difuntos»
«Para nosotros, el fundamento de la esperanza es Cristo»
«La certeza de la vida eterna que es también de los creyentes de otras religiones»
«Que eso os aporte esperanza, para continuar vuestro camino»
«Rezo al Señor de la misericordia por todos los heridos y algunos atrozmente mutilados en la carne y en el espíritu»
«La Iglesia os está cercana y os acompaña con su inmensa compasión»
«Que el Señor os ayude y ponga en vuestros corazones sentimientos de paz y de fraternidad»
«El drama de Niza suscitó gestos de solidaridad y acompañamiento en todas partes»
«Este es un signo grande de esperanza»
«Me alegro de que, entre vosotros, las relacione interreligiosas son muy vivas y eso contribuye a sanar las heridas de estos dramáricos acontecimientos»
«Estableced un diálogo fraterno»
«Contra la tentación de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia»
«Se puede responder a los asaltos del demonio sólo con las obras de Dios que son perdón, amor y respeto del prójimo, aunque sea diferente»
«Mi oración y toda la ternura del sucesro de Pedro»
«Que en Francia se cosntruya una sociedad justa, pacífica y fraterna»
«Que el Señor os dinga a todos»
Y, sin dar la bendición oficial, el Papa desciende del estrado a saludar a los familiares de las victimas y a los representantes de las diversas confesiones religiosas.
Y, a continuación, saluda, uno a uno, a todos los presentes, con una sonrisa, con unas palabras de consuelo, con un gesto de compasión. Y son más de mil personas. Algunos le ofrecen regalos, dibujos de niños y le muestran en sus móviles a las personas queridas que perdieron en la masacre. Todo, en medio de un profundo silencio orante. Los saludos del Papa duran más de una hora. Misericordia en acto y en concreto. El tiempo del Papa para los que sufren.
Texto íntegro del discurso del Papa
«Queridos hermanos y hermanas
Con viva conmoción los encuentro a ustedes, que sufren en el cuerpo y en el alma porque, una tarde de fiesta, la violencia los golpeó ciegamente, a ustedes o a uno de sus seres queridos, sin tener en cuenta su origen o su religión. Deseo compartir su dolor, un dolor que se vuelve aún más fuerte cuando pienso en los niños, e incluso familias enteras, cuyas vidas fueron arrebatadas de repente y de forma tan dramática. A cada uno de ustedes les aseguro mi compasión, mi cercanía y mi oración.
Queridas familias, invoco al Padre celeste, Padre de todos, para que acoja consigo a sus queridos difuntos, para que encuentre pronto el descanso y la alegría de la vida eterna. Para nosotros los cristianos, el fundamento de la esperanza es Jesucristo muerto y resucitado. El Apóstol Pablo nos lo asegura: «Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él. Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él». (Rm 6, 8-9). Pueda la certeza de la vida eterna, que pertenece también a los creyentes de otras religiones, ser su consolación en el curso de la vida y constituir un fuerte motivo de perseverancia para proseguir con valentía vuestro camino acá en la tierra.
Le ruego al Dios de misericordia también por todas las personas que resultaron heridas, y en algunos casos atrozmente mutiladas, en el cuerpo y en el espíritu, y no olvido a todos aquellos que por ese motivo no han podido venir o están aún en el hospital. La Iglesia permanece a vuestro lado y los acompaña con inmensa compasión. Su presencia a su lado en estos momentos tan duros, le pide al Señor que salga a su encuentro y los ayude, poniendo en vuestros corazones sentimientos de paz y de fraternidad. El drama que conoció la ciudad de Niza ha suscitado por doquier significativos gestos de solidaridad y acompañamiento».
En este contexto, el Papa agradeció a todas las personas que de inmediato socorrieron a las víctimas, y a las que aún hoy, prosiguiendo también por largo tiempo, se dedican a sostener y a acompañar a las familias.
Además de la Comunidad católica y su Obispo, Mons. André Marceau, el Santo Padre se refirió también a los servicios de asistencia y asociaciones, en especial a Alpes-Maritimes Fraternité, que estaba presente en el encuentro, cuyos miembros pertenecen a distintas confesiones religiosas: «signo muy bello de esperanza», destacó el Obispo de Roma, haciendo hincapié en la urgencia de impulsar el diálogo interreligioso y recordando el mensaje cristiano:
«Me complace ver que entre ustedes las relaciones interreligiosas son muy vivas, y ello contribuye a aliviar las heridas de estos dramáticos sucesos. En efecto establecer un diálogo sincero y relaciones fraternas entre todos, en particular entre cuantos confiesan un Dios único y misericordioso, es una prioridad urgente que los responsables tantos políticos como religiosos, deben intentar favorecer y que cada uno está llamado a cumplir en su alrededor. Cuando la tentación de ensimismarse, o de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia es grande, una auténtica conversión del corazón es necesaria. Éste es el mensaje que el Evangelio de Jesús dirige a todos nosotros. Se puede responder a los asaltos del demonio sólo con las obras de Dios que son perdón, amor y respeto del prójimo, aunque sea diferente.
Queridos hermanos y hermanas, les aseguro una vez más mi oración toda la ternura del Sucesor de Pedro. Rezo por su querido país y sus responsables, para que se construya infatigablemente una sociedad justa pacífica y fraterna. Como signo de mi cercanía, invoco sobre cada uno de ustedes la ayuda de la Virgen María y la abundancia de las bendiciones celestes».