El reto es aquel de mantener la autenticidad del deporte, de protegerlo de manipulaciones y de la explotación comercia
(José M. Vidal).- El Papa con el simposio ‘Fe y Deporte’, rodeado del secretario general de la ONU, del presidente del Comité Olímpico y de deportistas y líderes religiosos. En su discurso, el Papa Francisco alabó el deporte y pidió al universo deportista que «erradice toda forma de corrupción y de manipulación».
La I Conferencia mundial sobre ‘Fe y Deporte’ está organizada por el Pontificio Consejo para la Cultura, las Naciones Unidas y el Comité Olímpico Internacional. Antes de la llegada del Papa al aula Pablo VI, se suceden en el escenario todo tipo de actuaciones musicales y artísticas.
Todas las actuaciones y testimonios (algunas con artistas discapacitadas) tratan de reflejar, según la presentadora, los valores y los principios de «la compasión, el amor, el compromiso y la inspiración».
Entre los presentes, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, el cardenal Ouellet, el cardenal Pell, Alberto de Mónaco o el cardenal Ravasi.
Entre los testimonios, el de un atleta que, en las Olimpíadas de Río, participó en el equipo de refugiados. O el equipo nacional de gimnasia rítmica de Italia.
Los diversos testimonios, entre ellos el de varios campeones olímpicos italianos, insisten en que «el deporte es una escuela de vida».
Entre las exhibiciones, un tango, dedicado al Papa Francisco.
Tras las actuaciones y los testimonios, suben al estrado los representantes de todas las religiones del mundo. Y todos juntos esperan la llegada del Papa Francisco, que es acogido con el canto del Avemaría.
El Papa saluda a las autoridades deportivas y, a continuación, a los líderes religiosos.
El primero en intervenir es el cardenal Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura: «Delante de usted un puñado de gente que abraza a todo el planeta»
«Esta universalidad se manifiesta sobre todo en el tema de nuestro encuentro: el deporte es la expresión dinámica de una categoría fundamental de la persona humana, el juego»
«El deporte es el lenguaje universal común de los pueblos»
«El deporte genera una auténtica cultura del encuentro y del diálogo»
«Las religiones ven en el deporte puro y creativo un reflejo de Dios»
«El apóstol Pablo no escondía su pasión por la carrera y el boxeo»
«Los atletas son símbolo y emblema del empeño de toda persona»
«Los deportistas deben ser modelos, para crear puentes entre las seperaciones étnicas o culturales»
«La tradición musulmana imagina que Dios creó los ángeles, para que extendiendo sus alas acaben con las fronteras que dividen a los pueblos»
«Santo Padre, gracias por estar aquí con nosotros»
A continuación, interviene el presidente de Alianza internacional.
Tras él, desfila una treintena de deportistas, algunos de los cuales depositan lámparas y los símbolos de sus diferentes deportes y se sientan ante al Papa.
Interviene el arzobispo de Canterbury, Justin Welby: «EL deporte une a toda la humanidad»
«Es un medio para encontrarse por encima de las fronteras»
E invita a los atletas a recitar los principios del deporte que serán propuestos al Santo Padre: conpasión, respeto para el adversario, el amor, inspiración, equilibrio y alegría.
Tras una bella interpretación al piano, interviene el presidente del Comité Olímpico internacional: «Estamos convencidos de que el deporte puede cambiar la vbida y hacer el mundo un poco mejor». «El deporte es un lenguaje universal, que supera las diferencias». «Pero el deporte no tiene repuestas para las últimas preguntas de la vida. Sólo la fe nos puede dar esas respuestas». «El deporte no es, pues, una religión». «Deporte y fe pueden crear juntos una fuerza de avance de la humanidad». «En el deporte, como en la fe, todos somos iguales». «El equipo olímpico de los refugiados ha sido un ejemplo para todos».
Tras un canto a la Virgen, el turno del secretario general de la ONU, Ban Ki Moon:
«Santidad, es un honor estar aquí con ustedes hoy. Agradezco a la Santa Sede y al Comité Olímpico internacional»
Agradece la encíclica del Papa ‘Laudato sii’ y asegura que el deporte «es una escuela de humanidad».
«El deporte y la fe pueden ser fuerza y potencia para nuestro mundo»
Agradece la autoridad moral del Papa que ayuda al desarrollo sostenible.
«El deporte y la fe pueden ayudar a la paz»
«El deporte nos da alegría y nos hace sentirnos cercanos»
Cita la importancia de los atletas que son embajadores de la ONU y resalta la ayuda del presidente del Comité Olímpico.
Tras saludar al secretario general de la ONU, interviene el Papa Francisco:
«Habeís venido al Vaticano, para manifestar el precioso servicio que el deporte hace a la humanidad»
«Saludo a todos con reconocimiento»
«El deporte es una actividad humana de gran valor»
«Invitación a desarrollar los talentos que Dios nos ha dado»
«El deporte nos entusiasma y nos maravilla»
«El deporte trasciende el nivel de la pura fisicidad y nos lleva a la arena del Espíritu y del Misterio»
«Otra característica importante es que el deporte también puede ser amateur»
«Nos enseña a saber ganar y a saber perder»
«Asegurar que el deporte sea cada vez más inclusivo»
«Pienso también en tantos niños que viven en los márgenes de la sociedad y que juegan con un balón de ocasión»
«Os animo a todos a trabajar juntos para que estos niños puedan acceder al deporte en condiciones dignas, especialmente los que son excluidos a causa de la pobreza»
«Señalo un reto para vosotros: El de mantener le genuinidad del deporte, de protegerlo de la manipulación y de la explotación comercial»
«Sería triste para el deporte y al humanidad que la gente no confiase en la veracidad de los resultados deportivos»
«En el deporte, como en la vida, son importantes los resultados, pero es más importante el mero hecho de jugar»
«Erradicar toda forma de corrupción y de manipulación»
«Luchar contra el cáncer de la corrupción»
«Confió a Dios vuestras obras y esperanzas»
Texto completo del discurso del Papa
Queridos hermanos y hermanas:
Me complace recibir a ustedes, exponentes del mundo del deporte junto con las autoridades y delegados de otras comunidades religiosas, que han llegado al Vaticano para manifestar, como sugiere el título de la Conferencia Internacional, el precioso servicio que el deporte hace a la humanidad. Les saludo a todos con reconocimiento. En particular, saludo al cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura; al Secretario General de las Naciones Unidas, Sr. Ban Ki-moon; al Presidente del Comité Olímpico Internacional, el Sr. Thomas Bach.
El deporte es una actividad humana de gran valor, capaz de enriquecer la vida de las personas, de la cual pueden disfrutar y regocijarse los hombres y mujeres de todas las naciones, etnias y pertenencia religiosa. Precisamente en los últimos meses, hemos visto cómo los Juegos Olímpicos y Paralímpicos fueron el centro de la atención del mundo entero. El lema olímpico «altius, citius, fortius» es una invitación a desarrollar los talentos que Dios nos ha dado. Cuando vemos a los atletas que se esfuerzan al máximo de las propias capacidades, el deporte nos entusiasma, nos maravilla, nos hace sentir casi orgullosos. Hay una gran belleza en la armonía de ciertos movimientos, así como en la fuerza o en el juego en equipo. Cuando es así, el deporte trasciende el ámbito de lo puramente físico y nos lleva al ámbito del espíritu y hasta del misterio. Y estos momentos son acompañados por gran alegría y satisfacción, que todos podemos compartir, aun no habiendo competido.
Otra característica importante del deporte es que no está reservado a los atletas de alto rendimiento. Existe también un deporte aficionado, amateur, recreativo, no dirigido a la competencia, pero que permite a todos mejorar la salud y el bienestar, aprender a trabajar en equipo, saber ganar y también saber cómo perder. Por esto es importante que todos puedan participar en las actividades deportivas, y me alegro de que en el foco de su atención en estos días haya un compromiso para asegurar que el deporte sea cada vez más inclusivo y que sus beneficios sean verdaderamente accesible a todos.
Nuestras tradiciones religiosas comparten el compromiso de asegurar el respeto de la dignidad de cada ser humano. Por ello es bello saber que las instituciones deportivas mundiales se han preocupado con tanto valor de la inclusión. El movimiento paralímpico y otras asociaciones deportivas en apoyo a las personas con discapacidad, como los Juegos Olímpicos Especiales, jugaron un papel decisivo en el ayudar al público a reconocer y admirar la extraordinarias prestaciones de los atletas con diferentes habilidades y capacidades. Estos eventos nos regalan experiencias en las que destacan de modo admirable la grandeza y la pureza del gesto deportivo.
Pero en este momento pienso también en tantos niños y jóvenes que viven en los márgenes de la sociedad. Todos conocemos el entusiasmo de los niños que juegan con un balón desinflado o hecha de trapo en los suburbios de algunas grandes ciudades o en las calles de los pequeños pueblos. Me gustaría animar a todos – instituciones, clubes deportivos, realidades educativas y sociales, comunidades religiosas – a trabajar juntos para que estos niños tengan acceso al deporte con condiciones dignas, en especial aquellos que son excluidos a causa de la pobreza. Me alegra saber que están presentes en la conferencia los fundadores de la Homeless Cup (Copa de los sin hogar) y otras fundaciones que, a través del deporte, ofrecen a los más desfavorecidos una posibilidad de un desarrollo humano integral.
También deseo señalar una tarea y un desafío para ustedes, representantes del deporte y de las empresas que patrocinan eventos deportivos. El reto es aquel de mantener la autenticidad del deporte, de protegerlo de manipulaciones y de la explotación comercial. Sería triste para el deporte y para la humanidad, si la gente ya no pudiese confiar en la veracidad de los resultados deportivos, o si el cinismo y el desencanto tomaran el control sobre el entusiasmo y la participación alegre y desinteresada. En el deporte, como en la vida, es importante luchar por el resultado, pero jugar bien y con lealtad es aún más importante. No se olviden de aquella bella palabra que se dice del verdadero sport: «sport amateur».
Agradezco, por lo tanto, a todos ustedes, por los esfuerzos para erradicar todas las formas de corrupción y de manipulación. Sé que está en acto una campaña liderada por las Naciones Unidas para combatir el cáncer de la corrupción en todos los ámbitos de la sociedad. Cuando las personas luchan para crear una sociedad más justa y transparente, colaboran con la obra de Dios. También nosotros, los responsables de las diversas comunidades religiosas, queremos ofrecer nuestra contribución a dicho compromiso. En lo que respecta a la Iglesia Católica, ella está comprometida en el mundo del deporte para llevar la alegría del Evangelio, el amor inclusivo e incondicional de Dios para todos los seres humanos.
Espero que estas jornadas de encuentro y reflexión les permitan explorar mejor el bien que el deporte y la fe pueden traer a nuestras sociedades. Encomiendo a Dios todo su trabajo, todas las expectativas y las esperanzas, y de corazón invoco sobre cada uno de ustedes su bendición; y les pido que por favor, recen por mí.