¿Cómo podemos conocer a Cristo? ¿Cómo podemos comprender el amor de Cristo que supera todo conocimiento?
(Jesús Bastante).- «El Catecismo nos enseña quién es Cristo, pero esto no es suficiente«. El Papa Francisco pidió «oración, adoración y reconocernos pecadores» para conocer realmente a Jesús, durante su homilía en la misa de Casa Santa Marta.
Partiendo de la Carta de San Pablo a los Efesios, el Papa recordó que es preciso hacer que Cristo habite en nuestros corazones. «Allí está el centro», subrayó: «¿Cómo podemos conocer a Cristo? ¿Cómo podemos comprender el amor de Cristo que supera todo conocimiento?», se preguntó Bergoglio.
«Cristo está presente en el Evangelio. Leyendo el Evangelio conocemos a Cristo. Y todos nosotros hacemos esto. Al menos escuchamos el Evangelio cuando vamos a Misa. Con el estudio del catecismo. El catecismo nos enseña quién es Cristo. Pero esto no es suficiente. Para ser capaces de comprender cuál es la amplitud, la longitud, la altura y la profundidad de Jesucristo es necesario entrar en un contexto, primero, de oración, como hace Pablo, de rodillas: ‘Padre envíame al Espíritu para conocer a Jesucristo'».
Para conocer a Jesús, afirmó el Papa, «es necesaria la oración». Pero no sólo orar, sino adorar este misterio que supera todo conocimiento», pues «no se conoce al Señor sin esta costumbre de adorar, de adorar en silencio«.
«Adorar. Creo – si no me equivoco – que esta oración de adoración es la menos conocida por nosotros, es la que hacemos menos. Perder el tiempo – me permito decir – ante el Señor, ante el misterio de Jesucristo. Adorar. Y allí en silencio, el silencio de la adoración. Él es el Señor y yo adoro», apuntó.
Finalmente, «para conocer a Cristo es necesario tener conciencia de nosotros mismos, de que somos pecadores«. Y es que, continuó el Papa, «no se puede adorar sin acusarse a sí mismo. Para entrar en este mar sin fondo, sin orilla, que es el misterio de Jesucristo, son necesarias estas cosas. La oración: ‘Padre, envíame al Espíritu para que Él me conduzca a conocer a Jesús’. Segundo: la adoración del misterio, entrar en el misterio, adorando. Y tercero: acusarse a sí mismo. Soy un hombre de labios impuros’. Que el Señor nos dé esta gracia que Pablo pide para los Efesios, también para nosotros, esta gracia de conocer y ganar a Cristo».