¿Cuántos consagrados todavía piensan hoy que las leyes de la economía son independientes de cualquier consideración ética?
(José M. Vidal/Agencias).-Una vez más, el Papa Francisco advierte a frailes y monjas que deben ser austeros y pobres, compartir sus bienes con los que no lo tienen y evitar la tentación de disfrutar de su bienes en beneficio propio. Por ejemplo, dejando de vender inmuebles sólo por su «valor de mercado». Y, por consiguiente, evitando «la trampa de la avaricia».
El papa Francisco considera que los religiosos que viven «como ricos» perjudican a la Iglesia católica y sus fieles en un mensaje difundido hoy por el Vaticano y dirigido a los participantes de un congreso que se celebra en Roma.
«La hipocresía de los consagrados que viven como ricos hiere la conciencia de los fieles y daña a la Iglesia», dijo el pontífice en el texto enviado al simposio sobre economía de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y la Sociedad de Vida Apostólica.
«No basta con esconderme tras la afirmación de que no poseo nada porque soy religioso, religiosa, si mi instituto me permite gestionar o disfrutar de todos los bienes que deseo y controlar las fundaciones civiles creadas para sostener las propias obras, evitando así el control de la Iglesia», según el pontífice.
Francisco advierte contra el principio de la «maximización del beneficio, que tiende a aislarse de cualquier otra consideración» y afirma que ese concepto es «una distorsión de la economía».
«¿Cuántos consagrados todavía piensan hoy que las leyes de la economía son independientes de cualquier consideración ética?» , se pregunta el papa.
«¿Cuántas veces la valoración de la transformación de una obra o la venta de un inmueble se ve solo sobre la base de un análisis de los costes-beneficios y del valor del mercado? ¡Que Dios nos libre del espíritu del funcionalismo y de caer en la trampa de la avaricia!», continúa.
Jorge Bergoglio llama a «comenzar con las pequeñas elecciones cotidianas» para superar esa tentación de disfrutar en beneficio propio de los bienes de la Iglesia.
«Cada uno está llamado a hacer su parte, a usar los bienes para tomar decisiones solidarias, a tener cuidado de la Creación, a medirse con la pobreza de las familias que seguramente viven a nuestro lado», agrega el papa.
«Se trata de adquirir una costumbre, un estilo en el signo de la justicia y del compartir, esforzándose -porque a menudo sería más cómodo hacer lo contrario- en elegir opciones de honestidad, sabiendo que, simplemente, es lo que tenemos que hacer».