Fittipaldi recopila entrevistas con sacerdotes y funcionarios judiciales para afirmar la existencia de 1.200 denuncias plausibles de acoso de niños y niñas durante los últimos tres años
(Jesús Bastante/Agencias).- Un compendio de los horrores. Así puede definirse «Lujuria», el nuevo libro de Emiliano Fittipaldi, uno de los dos periodistas absueltos por el «Vatileaks II», en el que recoge docenas de casos de abusos en la Iglesia católica, al tiempo que denuncia la existencia de «un sistema que encubre y protege a los pederastas».
Fittipaldi recopila entrevistas con sacerdotes y funcionarios judiciales para afirmar la existencia de 1.200 denuncias plausibles de acoso de niños y niñas durante los últimos tres años. En algunos de los veinte casos de presuntos abusos sexuales cometidos por sacerdotes en Italia en 2016, escribe Fittipaldi, los sacerdotes han sido condenados por abuso sin que la Iglesia haya tomado ninguna acción canónica contra ellos.
En una entrevista con La Repubblica, Fittipaldi incidió en que dicho «sistema» permite la protección para los religiosos investigados o condenados. Especialmente en Italia, donde, según sostiene el periodista, más de doscientos religiosos fueron vinculados, directa o indirectamente, con casos de abusos a menores en los últimos años.
«En los últimos dos lustros, contando solo a condenados e investigados, hay más de 200 sacerdotes italianos denunciados por actos de lujuria con adolescentes«, escribe Fittipaldi. Pese a ello, insiste, en el país este escándalo «nunca ha explotado».
Fittipaldi pone algunos ejemplos de dicho «sistema» que protege «a los orcos y las arcas de la Iglesia» en Italia. Así, muestra el caso del religioso Antonello Tropea, quien «en marzo de 2015 fue encontrado por la Policía en un coche con un joven de 17 años» en Calabria, al que conoció gracias a una «aplicación usada para encuentros entre homosexuales».
«Investigado por prostitución de menores, continúa ejerciendo como cura», mientras que el obispo italiano Francesco Milito le aconseja, según Fittipaldi, «evitar hablar con los carabineros sobre estas cosas».
También en Calabria, en esta ocasión en la diócesis de Locri, Fittipaldi menciona al obispo Francesco Oliva para subrayar que «en 2015 manda a una parroquia de Civitavecchia (centro) a un sacerdote suyo, don Francesco Rutigliano, que la Congregación para la Doctrina de la Fe había suspendido por cuatro años, en 2011, ‘por abuso de menores'» cometidos «entre 2006 y 2008».
Fittipaldi también cita al religioso Franco Legrottaglie, «condenado en 2000 por abusos» a dos chicas jóvenes, que «en 2010 fue nombrado por el obispo emérito Rocco Talucci capellán del hospital y cura en una iglesia» de Ostuni, una localidad de Apulia (sur).