Marie Collins "sintió que la única manera de reaccionar -incluso para "sacudir el árbol" algo- fue de presentar su renuncia"
(C. Doody/Agencias).- «El Santo Padre tiene la gran capacidad de mantener la calma y de no dramatizar». Así es como el cardenal Parolin ha descrito el «don especial» del Papa Francisco, para aguantar los ataques que se le están lanzando desde los sectores más reaccionarios de la Iglesia. Insurrecciones que en todo caso, según el Secretario de Estado del Vaticano, son solo casos aislados, que no afectan demasiado al pontífice.
Hablando con periodistas al margen de una conferencia sobre el Evangelii Gaudium en el seminario arzobispal de Florencia, el purpurado dijo que cree que «muchas veces se tiende un poco a exagerar» la representación de la «soledad» del Papa Francisco.
«Por un lado es algo fisiológico» dado «el oficio que cumple, en la cumbre de la Iglesia», y por ello «yo no lo acentuaría tal como lo hacen ciertos sectores de los medios», dijo Parolin. «También un arzobispo o un párroco encuentran a veces que están solos, pero el Papa se halla rodeado de muchos colaboradores, que son muy cercanos a él y que intentan ayudarlo en el ejercicio cotidiano de su ministerio», sentenció.
La dimisión de Marie Collins ha sido para «sacudir el árbol» de la Curia
Por otro lado, en su visita a Florencia el cardenal Parolin se refirió a la dimisión de la Comisión anti-abusos del Vaticano este miércoles de la única víctima de abusos que quedaba en este grupo, la irlandesa Marie Collins.
«Ha habido algunos incidentes que empujaron a la señora Collins a tomar este paso», afirmó el cardenal, añadiendo que por lo que él sepa Collins ha interpretado estos contratiempos como una falta de cooperación en la lucha contra la pederastia en la Iglesia por parte de algunos sectores de la Curia. Una falta de respaldo por la que «sintió que la única manera de reaccionar -incluso para ‘sacudir el árbol’ algo- fue de presentar su renuncia».
Aunque la retirada de Collins supone un serio revés para la Iglesia en términos de la política de «tolerancia cero» con los curas abusadores y obispos negligentes en que está empeñado el Papa, Parolin cree que no todo está perdido. El purpurado dejó claro que aunque sea la Congregación para la Doctrina de la Fe la encargada de procesar a los perpetradores de abusos, y no la Comisión Pontifica para la Protección de Menores, este último grupo aún desempeña una parte crucial de la reforma de la Iglesia en esta temática.
«Siempre he visto un gran compromiso del cardenal O’Malley para la protección de los niños», afirmó Parolin, ensalzando así el «gran trabajo de sensibilización» que están llevando a cabo el arzobispo de Boston y sus co-miembros del grupo anti-pedofilia. La Comisión, añadió el cardenal, «tiene que preocuparse, sobre todo, con crear en la Iglesia un ambiente que defienda a niños y niñas, que los proteja, y que no deje que los episodios del abuso sexual de menores se vuelvan a repetir».
«Si la Iglesia dice «no» es porque tiene el «sí» más grande»
Por último, el cardenal Secretario de Estado tocó en su intervención en Florencia la cuestión de las respuestas de la Iglesia a la serie de «temas éticamente sensibles» que marcan el mundo moderno, tales como la bioética, los nuevos modelos de familia, la eutanasia o la adopción de niños por parejas homosexuales.
Hacia todas las opciones que las personas pueden adoptar en sus vidas, subrayó Parolin, la Iglesia tiene que adoptar antes que nada una postura de «gran respeto». «Como actitud básica», prosiguió, «tiene que haber voluntad de comprender y responder de manera evangélica, lo que no significa la aceptación o el cierre completo» a los diferente caminos que tome la gente.
El cardenal señaló que de forma igual que el resto de la sociedad la Iglesia también se enfrenta a una serie de «nuevos y complejos problemas», por lo que todos sus esfuerzos van dirigidos a una tarea en particular: la de «entender el mundo, interpretarlo y dar respuestas».
Pero si las propuestas que hace la Iglesia parecen «opciones oscurantistas» para los hombres y mujeres del siglo XXI, continuó el cardenal, eso solo responde a que la Iglesia ha de mantenerse fiel a una realidad más constante que los vaivenes de la vida terrenal. «Si la Iglesia dice «no» es porque tiene el «sí» más grande», explicó el purpurado. «No es sólo una respuesta negativa» la que da a ciertas opciones de vida «sino algo más, una mayor plenitud de la vida y la alegría. La Iglesia tiene que anunciar el Evangelio, y el Evangelio siempre es una buena noticia para todo el mundo».
Quizás el fenómeno que más le preocupa a la gente de hoy, no obstante -al menos en el terreno político- es el auge de los movimientos populistas que han ido emergiendo en diferentes partes del mundo, sobre todo en los Estados Unidos de Trump. Y no faltó una alusión en la conferencia de Florencia a dicho fenómeno del cardenal Parolin, hombre que hace solo un par de semanas admitió que las políticas de miedo del republicano «no son un buen signo» para el mundo.
«Desafortunadamente, estamos asistiendo a un retorno masivo del populismo, sobre todo al nivel político», observó el purpurado. «Se trata de una instrumentalización de deseos que quizás son comprensibles -el deseo de defender la propia cultura, el propio pasado». «Comprensibles» por un lado pero peligrosos cuando se los lleva al extremo, recordó, ya que cuando el populismo «se exagera, ya sabemos a dónde conduce».
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