Comportarse como hijos de la luz exige un cambio de mentalidad, una capacidad de juzgar a los hombres y las cosas según otra escala de valores, que viene de Dios
(Jesús Bastante).- Todos somos ciegos, nos negamos a ver la luz. Sin embargo, Jesús nos ofrece la posibilidad de volver a ser «hijos de la luz». En el Angelus de hoy, el Papa Francisco tomó el pasaje de la curación del ciego para afirmar que «Jesús es la luz del mundo», y que su seguimiento implica convertirnos en «hijos de la luz» y «abandonar las luces frías y falsas de los prejuicios contra los demás».
Bergoglio hizo hincapié en el «rito simbólico» de la curación, que se une a la pregunta de si creía en Él. «El ciego de nacimiento representa a cada uno de nosotros, que hemos sido creados para conocer a Dios, pero a causa del pecado estamos ciegos», recalcó el Papa, quien sostuvo que «tenemos necesidad de una luz nueva, la de la fe que Jesús nos ha dado«.
«El ciego del Evangelio, levantando la vista, se abre al Misterio de Cristo». ¿Y tú?, preguntó Francisco. «¿Tú crees en el hijo del hombre? Sí, Señor, creo en ti, responde. Lo he visto, estoy hablando contigo. Creo, Señor». Ante este episodio, el Papa invitó a «reflexionar sobre nuestra fe en Cristo, el hijo de Dios y, al mismo tiempo, sobre el Bautismo, el primer sacramento de la fe, que nos hace ir a la luz mediante el renacimiento del agua y el Espíritu Santo».
«El ciego representa cuando no nos acordamos de que Jesús es la luz del mundo, cuando preferimos fijarnos en pequeñas luces», advirtió el Papa. «Hoy, estamos iluminados por Cristo en el Bautismo, y estamos llamados a comportarnos como hijos de la luz». Y es que «comportarse como hijos de la luz exige un cambio de mentalidad, una capacidad de juzgar a los hombres y las cosas según otra escala de valores, que viene de Dios. El sacramento del Bautismo exige la elección de vivir como hijos de la luz y caminar en la luz».
«¿Creéis que Jesús es el hijo de Dios? ¿Creéis que puede cambiar vuestro corazón? ¿Creéis que podéis ver la realidad como la ve Él? ¿Creéis que Él es luz que da la verdadera luz? ¿Qué responderéis? Que cada uno responda en su corazón», preguntó Bergoglio. «¿Qué significa encontrar la verdadera luz, caminar en la luz? Abandonar las luces frías y falsas de los prejuicios contra los otros». Unos prejuicios que «destruyen la realidad, y provocan el odio de los unos contra los otros».
«Este es el pan de todos los días. Cuando se habla mal de los otros, no se camina en la luz, se camina entre los hombres«, añadió. «Otra luz falsa, por seductora y ambigua, es el propio interés: si juzgamos a las personas o a las cosas sobre el criterio de nuestros beneficios, nuestro placer, nuestro prestigio, no buscamos la verdad en las relaciones y situaciones».
«Que esa luz se vea en nuestros actos, a partir e nuestra pobreza, seamos portadores de un rayo de la luz de Cristo», culminó Francisco. En su saludo posterior, recordó cómo «ayer, en Almería, se proclamaron beatos José Álvarez Benavides y 114 compañeros mártires. Estos sacerdotes, religiosos y laicos son testimonio heroico de Cristo y su evangelio de paz y reconciliación fraterna. Su ejemplo, su intercesión sostengan el empeño de la Iglesia en edificar la civilización del amor».
Por último el Papa tuvo un especial recuerdo a su reciente visita a Milán. «Quiero agradecer al cardenal Scola y a todo el pueblo milanés por la calurosa acogida de ayer. Verdaderamente me sentí como en casa. Y eso con todos, creyentes y no creyentes. Agradezco tanto, amigos milaneses. Os diré una cosa: he constatado qué cierto es eso que se dice de que en Milán te reciben con el corazón en la mano».