Entre ellos, hay dos reclusos condenados a cadena perpetua y el resto tienen penas que cumplirán entre 2019 y 2073
(J. Bastante/Agencias).- «Me sale sólo pedir con más fuerza la paz ante un mundo sometido a los traficantes de armas que se benefician con la sangre de las mujeres y los hombres». El Papa Francisco ha concedido una entrevista a La Repubblica, en la que vuelve a denunciar «una terrible guerra mundial a pedazos«.
En la misma, el Pontífice se pregunta: «¿Todo lo que se obtiene con la guerra no desencadena represalias y una espiral de conflictos letales que solo dan beneficios a los pocos señores de la guerra?».
En su opinión, «el pecado se manifiesta hoy en día con toda su fuerza de destrucción en las guerras, en las varias fuerzas de violencia y maltrato, en el abandono de los más frágiles» y, al final, los que sufren las consecuencias «son siempre los últimos y los indefensos».
Preguntado por la ceremonia que preside este jueves en la cárcel de Paliano, donde lavará los pies de doce reclusos en una ceremonia estrictamente privada, el Papa explica que «es un deber que me sale del corazón» y ha pedido una Iglesia que se haga cargo de los «últimos, de los marginados, de los que son descartados».
«En este mundo nos olvidamos de que todos somos pecadores y que a menudo también somos prisioneros sin darnos cuenta», ha añadido. Finalmente, ha instado a los sacerdotes a «estar siempre al servicio» de los demás.
En este sentido, la oficina de prensa del Vaticano ha comunicado el carácter privado y sin cámaras, que hoy realizará el pontífice argentino a la cárcel. Entre los 12 detenidos habrá tres mujeres, un musulmán que se convertirá al catolicismo el próximo junio al recibir el bautismo, un argentino, un albanés, y el resto serán italianos.
Entre ellos, hay dos reclusos condenados a cadena perpetua y el resto tienen penas que cumplirán entre 2019 y 2073, según los datos comunicados por la oficina de prensa.
Desde que fue elegido, Francisco decidió continuar la tradición que mantenía cuando era arzobispo de Buenos Aires y, en el primer año de su pontificado, lavó los pies de doce menores recluidos en una cárcel romana.
El año siguiente lo hizo a doce discapacitados de distinta edad, nacionalidad y religión de un centro de ayuda, después repitió el rito en la cárcel romana de Rebbibia, y el año pasado lavó los pies de 12 refugiados del centro de acogida de Castel Novo di Porto, en la provincia de Roma.