Recuerda que rendirá homenaje a Primo Mazzolari y a Lorenzo Milani.Dos sacerdotes que nos ofrecen un mensaje del que hoy estamos tan necesitados
(José M. Vidal).- En la fiesta del Corpus Christi, el Papa Francisco centró la catequesis del ángelus en la eucaristía, porque en ella «Dios se nos ofrece», para ayudarnos a implicarnos «por la justicia y la paz». En los saludos pidió cercanía a los refugiados, recordó al «querido pueblo portugues» golpeado por un devastador incendio y solicitó que se relance el proceso de paz en Centroáfrica, «condición para su desarrollo».
Algunas frases de la catequesis
«El Hijo del Hombre crucificado es el auténtico cordero pascual»
«La eucaristía es el sascramento de su carne, dada para hacer vivir el mundo»
«El que se alimenta de esta comida permanece en Cristo»
«En la eucasitía, Jesús se acerca a nosotros, peregrinos de la Historia»
«Para confortarnos en el empeño por la justicia ty la paz»
«En la eucaristía, Dios se ofrece a sí mismo»
«Construyendo comunidades abiertas a las necesidades de todos, especialente de los más pobres y necesitados»
«Abandonarnos con confianza en Él»
«Acoger a Jesús en el lugar del propio yo»
«Nutridos del cuerpo de Cristo nos convertimos en el cuerpo místico de Cristo»
Algunas frases del saludo del Papa después del ángelus
«Pasado mañana, se celebra la jornada mundial del refugiado, promovida por la ONU. El tema de este año es ‘Con los refugiados. Hoy más que nunca debemos estar de la parte de los refugiados’. Éste es el tema. La atención concreta va a mujeres, hombres y nilos que huyen de conflictos, violencias y persecucione».
«Recordemos también en la oración a cuántos refugiados perdieron la vida en el mar o en extenuantes viajes por tierra. Sus historias de dolor y esperanza pueden convertirse en una oportunidad de encuentro fraterno y de auténtico conocimiento recíproco»
«El encuentro personal con los refugiados disipa miedos e ideologías equivocadas, y se convierte en factor de crecimiento en humanidad, capaz de dar cabida a sentimientos de apertura y a la construción de puentes»
«Cercanía al querido pueblo portugués por el devastador incendio que está asolando…Recemos en silencio»
«Un saludo especial a la cualificada representación de la República centroafricana y de las Naciones unidas, que estos días se encuentran en Roma para un encuentro promovido por San Egidio. Llevo en el corazón la visita que hice a aquel país en el mes de noviembre de 2015 y deseo que, con la ayuda de Dios y la buena voluntad de todos, sea relanzado y reforzado el proceso de paz, condición necesaria para el desarrollo»
«Esta tarde, en san Juan de Letrán, celebraré la misa y, después, la procesión hasta Santa María la Mayor. Invito a todos a participar»
«El próximo martes iré en peregrinación a Bozzolo y Barbiana, para rendir homenaje a Primo Mazzolari y a Lorenzo Milani.Dos sacerdotes que nos ofrecen un mensaje del que hoy estamos tan necesitados»
«Buen domingo y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen apetito y arrivederci»
Texto íntegro de las palabras del Papa antes de la oración del Ángelus
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En Italia y en muchos países se celebran este domingo la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo – a menudo se utiliza el nombre latino Corpus Domini o Corpus Christi. Cada domingo la comunidad eclesial se reúne alrededor de la Eucaristía, sacramento instituido por Jesús en la última cena. Sin embargo, cada año tenemos la alegría de celebrar la fiesta dedicada a este misterio central de la fe, para expresar en plenitud nuestra adoración a Cristo que se dona como alimento y bebida de salvación.
El pasaje del Evangelio de hoy, tomado de San Juan, es una parte del discurso sobre el «pan de vida» (cf. 6,51-58). Jesús afirma: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo. […] El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo»(v. 51). Él quiere decir que el Padre lo envió al mundo como alimento de vida eterna, y que para ello Él se sacrificará a sí mismo, su carne. De hecho, Jesús, en la cruz, ha donado su cuerpo y ha derramado su sangre. El Hijo del hombre crucificado es el verdadero Cordero pascual, que hace salir de la esclavitud del pecado y sostiene en el camino hacia la tierra prometida. La Eucaristía es el sacramento de su carne dada para hacer vivir el mundo; quien se nutre de este alimento permanece en Jesús y vive por Él. Asimilar a Jesús significa estar en él, volviéndose hijos en el Hijo.
En la Eucaristía, Jesús, como lo hizo con los discípulos de Emaús, se pone a nuestro lado, peregrinos en la historia, para alimentar en nosotros la fe, la esperanza y la caridad; para confortarnos en las pruebas; para sostenernos en el compromiso por la justicia y la paz. Esta presencia solidaria del Hijo de Dios está en todas partes: en las ciudades y en el campo, en el Norte y Sur del mundo, en países de tradición cristiana y en los de primera evangelización. Y en la Eucaristía Él se ofrece a sí mismo como fuerza espiritual para ayudarnos a poner en práctica su mandamiento – amarnos los unos a otros como Él nos ha amado -, mediante la construcción de comunidades acogedoras y abiertas a las necesidades de todos, especialmente de las personas más frágiles, pobres y necesitadas.
Nutrirnos de Jesús Eucaristía significa también abandonarnos con confianza en Él y dejarnos guiar por Él. Se trata de recibir a Jesús en el lugar del propio «yo». De este modo el amor gratuito recibido de Jesús en la comunión eucarística, con la obra del Espíritu Santo, alimenta el amor por Dios y por los hermanos y hermanas que encontramos en el camino de cada día. Nutridos por el Cuerpo de Cristo, nos volvemos cada vez más y concretamente, Cuerpo Místico de Cristo. Nos lo recuerda el Apóstol Pablo: «La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan».(1 Cor 10,16-17).
La Virgen María, que siempre ha estado unida a Jesús Pan de Vida, nos ayude a redescubrir la belleza de la Eucaristía, a nutrirnos de ella con fe, para vivir en comunión con Dios y con hermanos.