(José M. Vidal).- De Don Mazzolari, el cura profeta de los pobres, a Don Milani, el cura maestro de la liberación, de cuyo magisterio escribieron sus discípulos la famosísima ‘Carta a una maestra’, creador de la Escuela de Barciana, un modelo educativo liberador. Allí, al lado de su pequeña casa e iglesia de pueblo, el Papa Francisco le ‘canoniza’: «Reconocemos en su vida un modo ejemplar de servir el Evangelio, a los pobre sy a la propia Iglesia».
El mismo día, el Papa Francisco rehabilita a dos curas ‘rojos’, perseguidos por el Santo Oficio y eclesiásticamente marginados. Dos curas, a los que, ahora, Francisco, convierte en modelos de referencia para el clero del mundo. Dos curas ‘en salida’ y ‘de las periferias’.
La campana de la iglesia de Barbiana toca alborozada, saludando la llegada del Papa. Una iglesia pequeña de una aldea cercana a Florencia. A su lado, la casa, donde Don Milani creó su famosa escuela de la liberación. En un pequeño prado, al lado de la iglesia, una pequeña sombrilla y dos sillas, para acoger al Papa Francisco.
FRente al Papa, sentados en sillas de plástico, varias decenas de antiguos alumnos de Don Milan, muchachos marginados, cuas ancianos y jóvenes.
Antes de saludar a la gente, Francisco visita la tumba de Don Milani en visita privada al cementerio del pueblo y, por lo tanto, sin cámaras presentes.
Llega el Papa, acompañado del cardenal Betori, que le muestra la piscina, pequeña piscina, construida por Don Milani.
Saludo del cardenal Betori
«Gracias por estar aquí»
«Hay antiguos alumnos, párrocos, ancianos sacerdotes y jóvenes»
«Herederos del testimonio de esta gren sacerdote»
«La figura de Milani no se puede someter a instrumentalizaciones ideológicas»
«Repensar las razones por las que no fue comprendido en su momento»
«Le escuchamos con atención»
Algunas frases del Papa Francisco ante la iglesia de Barbiana
«He venido a Barbiana homenajear a un sacerdote que testimonió que, en el don de su ser a Cristo, se encuentran los hermanos en su necesidad»
«Me alegro de encontrarme aquí con algunos de sus alumnos»
«Sois testigos de cómo un sacerdote vivió su misión con plena fidelidad al Evangelio y, por lo tanto, con pena fidelidad a cada uno de vosotros»
«Sois testimonio de su pasión educativa»
«De su intento de despertar lo humano, para abrirlo a lo divino»
«Su forma concreta de desempeñar su misión de sacerdote»
«‘Volver a dar a los pobres la palabra, porque sin la palabra no hay dingidad’, enseña Don Milani»
«Esto vale para nuetro tiempo»
«Estan aquí también algunos jóvenes, que necesitan que les acompañen en el camino de su crecimiento»
«Dar las gracias, desde aquí, a todos los educadores»
«La vuestra es una misión llena de obstáculos, pero también de alegría, pero sobre todo una misión de amor»
«No se puede enseñar sin amar»
«Un llamamiento a la responsabilidad»
«Vivir la libertad de conciencia de una forma auténtica…»
«A los sacerdotes, que he querido aquí, a mi lado en Barbiana»
«Sacerdotes ancianos…y jóvenes. Algunos testigos de su aventura humana y sacerdotal; otros, sus herederos»
«Su misión sacerdotal está en la raíz de todo lo que hizo»
«Todo nace de su ser sacerdote…y de su fe»
«Sin esta sed de Absoluto, se puede ser un buen funcionario de lo sagrado, pero no auténticos sacerdotes»
«Busquemos ser hombres de fe y hombres de caridad pastoral»
«Don Lorenzo nos enseña también a querer a la Iglesia»
«Amemos la Iglesisa y hagámosla amar, mostrándola como madre amorosa de todos»
«Antes de concluir, no puedo callar que el gesto que hoy hice es una respuesta a la petición de su madre: que fuese entendido en su rectitud pastoral»
Reconocemo
«Lo hizo ya el cardenal Piovanelli, de grata memoria. Hoy lo hace el obispo de Roma»
«Eso no cancela las amerguras que le acompañaron en su vida»
«Con mi presencia en Barbiana, con la oración sobre su tumba, pienso dar repuesta a lo que deseaba su madre»
«Que la Iglesia le rinda honor, esa iglesia que lo hizo sufrir tanto, pero le dió el sacerdocio…como decía su madre»
«El cura transparente y duro como un diamante, sigue transmitiendo la luz del Evangelio. Coged la antorcha y llevadla adelante»
«Les invito a rezar a María, todos juntos»
Y el Papa imparte la bendición, tras ‘canonizar’ al cura de Barbiana. Y le regala un cáliz a la parroquia.
«Rezad por mí, para que siga el ejemplo de este valiente sacerdote»
«Y los curas, todos adelante y con valentía»
Texto íntegro del discurso del Santo Padre Francisco en el campo adyacente a la iglesia de Barbiana:
Queridos hermanos y hermanas:
He venido a Barbiana para rendir homenaje a la memoria de un sacerdote que ha dado testimonio de cómo al entregarse a Cristo, se encuentran los hermanos en sus necesidades, y se sirven entre si, para que sea defendida y promovida su dignidad como personas, con el mismo don de si mismo que Jesús ha mostrado hasta la cruz.
1. Me alegro de encontrar aquí a todos los que en su tiempo fueron alumnos de don Lorenzo Milani, algunos en la escuela pública de San Donato de Calenzano, otros aquí en la escuela de Barbiana. Ustedes son testimonio de como un cura vivió su misión, en los lugares a dónde la iglesia lo llamó, con fidelidad plena al Evangelio y por esto mismo, fidelidad plena a cada uno de ustedes, a todos los que el Señor le confió. Y ustedes son testigos de su pasión educativa, de su intento de despertar en las personas lo humano para abrir a lo divino.
De aquí, el que se dedicara completamente a la escuela, con una dedicación que aquí a Barbiana, se convertirá en una elección todavía más radical. La escuela para don Lorenzo, no era algo diferente de su misión como sacerdote, sino el modo concreto con el cual desarrollar esa misión, dando un fundamento sólido y capaz de alzarlo hasta el cielo. Y cuando la decisión de su obispo, lo condujo de Calenzano hasta aquí, entre los jóvenes de Barbiana, comprendió pronto que si el Señor lo había alejado de unos, era para darle nuevos hijos, a los que enseñar a crecer y a amar. Devolver la palabra a los pobres, porque sin la palabra no hay dignidad, y sin dignidad, tampoco hay libertad y justicia: esto es lo que enseña don Milani.
Y es la palabra, la que abre el camino a la plena ciudadanía en la sociedad, mediante el trabajo, y la correspondencia plena con la Iglesia, con una fe comprometida. Esto vale también en cierto modo para nuestro tiempo, en el que tan sólo tener pleno dominio de la palabra, nos permite discernir entre tantos y a menudo confusos mensajes que nos llueven encima; y también de dar expresión a las instancias más profundas del corazón, como también a las expectativas de justicia de tantos hermanos y hermanas que esperan esa justicia. Esa humanización que reivindicamos, para cada persona en esta tierra, además del pan, de la casa, del trabajo y de la familia, es parte también del dominio de la palabra como instrumento de libertad y de fraternidad.
2. Están también aquí algunos jóvenes y niños, que representan para nosotros a tantos jóvenes y niños que necesitan hoy alguien que les acompañe en su camino de crecimiento. Se que ustedes como tantos otros en el mundo, viven cerca de situaciones marginales, pero que hay alguien que está junto a ustedes para no dejarlos solos, e indicarles un camino correcto y un futuro que se abra hacia horizontes positivos.
Quiero desde aquí agradecer a todos los educadores, a todos los que se ponen al servicio de la educación de las nuevas generaciones, en particular de aquellos que se encuentran en situación de dificultad. Vuestra misión está llena de obstáculos, pero también de alegrías. Pero sobretodo es una misión. Una misión de amor, porque no se puede enseñar sin amar, y sin el reconocimiento de que lo que dan, es sólo un derecho que se reconoce, el del aprendizaje. Y hay tantas cosas que enseñar, pero la más importante es la de hacer crecer una conciencia libre, capaz de confrontarse con la realidad, y de orientarse dentro de ésta, guiada por el amor, por la voluntad de comprometerse con los demás, de hacerse cargo de sus fatigas, de sus heridas, y de rehuir cualquier egoísmo, para servir al bien común.
Encontramos escrito en Carta a una profesora: «He aprendido que el problema de los demás es igual que el mío. Que podamos salir todos juntos de ello, es la política a seguir. Salir solos es avaricia.» Esto es una llamada a la responsabilidad. Una llamada que tiene que ver con ustedes, queridos jóvenes, pero sobre todo para nosotros adultos, llamados a vivir la libertad de conciencia en modo auténtico, como búsqueda de lo verdadero, de la belleza y del bien, dispuestos a pagar el precio que esto conlleva.
3. Para terminar, pero no por último, me vuelvo a ustedes sacerdotes, a los que he convocado junto a mí, hoy en Barbiana. Veo entre ustedes sacerdotes ancianos, que compartieron con don Lorenzo Milani los años de seminario y ministerio en lugares vecinos ; y también curas jóvenes, que representan el futuro del clero florentino e italiano. Algunos de ustedes son por tanto testigos de la aventura humana y sacerdotal de don Lorenzo, otros son herederos. A todos quiero recordar que la dimensión sacerdotal de don Lorenzo Milani está en la raíz de todo lo que hasta el momento he recordado de él. Todo nace de su condición de sacerdote. Pero al mismo tiempo, su condición de sacerdote nace de una raíz todavía más profunda, la de la fe. Una fe «totalizante», que se convierte en una entrega total al Señor, y que en el ministerio sacerdotal, encuentra una forma plena y completa para el joven convertido.
Son notables las palabras de don Raffaele Bensi, su director espiritual, al cual acudieron en aquellos años, las figuras más altas del catolicismo florentino, que tenía tanta vitalidad, alrededor de la mitad del siglo pasado, en torno al ministerio paterno, del venerable Cardenal Elia Dalla Costa. Estas fueron las palabras de don Bensi: «Para salvar el alma vino a mi. Desde ese día de agosto hasta el otoño, se fundió en el gozo, literalmente, del Evangelio y de Cristo. Aquel joven partió derecho hacia el absoluto, sin vías intermedias. Quería salvarse y salvar a cualquier precio. Transparente y duro como un diamante, debía pronto herirse y herir». (Nazzareno Fabbretti , Entrevista a Monseñor Raffaele Bensi, Domenica del Corriere 27 de junio de 1971). Ser sacerdote como forma de vivir el Absoluto. Decía su madre Alicia: «mi hijo buscaba el Absoluto. Lo encontró en la religión y en la vocación sacerdotal».
Sin esta sed del Absoluto, se puede ser un buen funcionario de lo sacro, pero no se puede ser sacerdote, verdaderos sacerdotes, capaces de hacerse servidores de Cristo en los hermanos. Queridos sacerdotes, con la gracia de Dios, busquemos ser hombres de fe, una fe jugosa, no seca, ; y hombres de caridad, caridad pastoral hacia todos aquellos que el Señor nos confía como hermanos e hijos. Don Lorenzo nos enseña también a querer bien a la Iglesia, como la quiere bien él, con el discernimiento y la verdad que pueden crear tensiones, pero nunca fracturas, abandonos. Amamos a la iglesia, queridos hermanos, y hagámosla amar, mostrándola como madre atenta a todos, sobre todo a los más pobres y frágiles, ya sea en la vida social, como en la vida religiosa. La Iglesia que don Milani ha mostrado al mundo, tiene este rostro materno y atento, dispuesto a dar a todos la posibilidad de encontrar a Dios y por tanto de dar consistencia a la propia persona en toda su dignidad.
4. Antes de concluir, no puedo ocultar, que el gesto de hoy, quiere ser una respuesta a esta petición hecha tantas veces por don Lorenzo a su Obispo, y esto fue que se le reconociese su fidelidad al Evangelio y la rectitud de su acción pastoral. En una carta a su obispo escribe: » Si usted no me honra con algún acto solemne, todo mi apostolado aparecerá como un acto privado….» Desde el Cardenal Silvano Piovanelli, de querida memoria, pasando por los arzobispos de Florencia, todos han hecho este reconocimiento a don Lorenzo. Hoy lo hace el Obispo de Roma. Esto no borra las amarguras que acompañaron la vida de don Milani, – no se trata de borrar la historia o negarla, sino de comprender las circunstancias y la humanidad que están en juego- se trata de que la Iglesia reconoce en esa vida, un modo ejemplar de servir al Evangelio, a los pobres, y a la propia Iglesia.
Con mi presencia en Barbiana, con la oración sobre la tumba de don Lorenzo Milani pretendo dar respuesta a todo lo que suplicaba su propia madre: » Deseo solamente que se conozca al sacerdote, que se sepa la verdad, que se rinda honor a la iglesia también por lo que él fue dentro de la Iglesia y que la Iglesia le rinda honor a él…..esa Iglesia que lo hizo sufrir tanto, pero que también le dio el sacerdocio, y la fuerza de esa fe, que es para mí el misterio más profundo de mi hijo…..Si no se comprende de verdad el sacerdote que ha sido don Lorenzo, difícilmente se podrá comprender en él todo el resto. Por ejemplo su profundo equilibrio entre dureza y caridad». (Nazareno Fabbretti, «Encuentro con las madre del párroco de Barbiana a tres años de su muerte», Il Resto del Carlino, Bolonia, 8 de julio de 1970) El sacerdote duro y transparente como un diamante, sigue transmitiendo la luz de Dios sobre el camino de la Iglesia.
¡Muchas gracias otra vez! Oren por mí, no se olviden. ¡Que también yo tome ejemplo de este gran sacerdote! ¡Gracias por su presencia! Que el Señor les bendiga a todos, y a ustedes sacerdotes – ¡porque no hay jubilación en el sacerdocio!- A todos, ¡adelante y valor! ¡Gracias!