Es un problema horrendo en muchas culturas, y no es algo de lo que se habla fácilmente
(Cameron Doody).- «Si alguien tiene un niño, tiene una responsabilidad hacia él, y punto». Con estas palabras el miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores (CPPC), Bill Kilgallon, ha confirmado que esta misma comisión vaticana está desarrollando una serie de directrices que asegurarían que los curas, y la Iglesia en general, asuman responsabilidades por los vástagos engendrados por clérigos.
Según recoge la agencia AP, los asesores del Papa en cuestiones de abuso sexual están ampliando así el ámbito de su trabajo, para intentar paliar el estigma y la vergüenza que a menudo acompaña a los hijos de sacerdotes y las madres de estos niños. Ya que hablar de la sexualidad de los curas es tabú en muchos contextos -y que muchos de los niños engendrados por sacerdotes son productos de violaciones de sus madres -«es un problema horrendo en muchas culturas, y no es algo de lo que se habla fácilmente», dijo a la AP otro miembro de la Comisión, la doctora Krysten Winter-Green.
Que haya voluntad en el Vaticano de hablar de estas cuestiones difíciles es gracias, en mayor parte, a los esfuerzos de Vincent Doyle, un psicoterapeuta irlandés quien, por las experiencias personales que pasó siendo hijo de un presbítero, fundó junto con el arzobispo de Dublín un fundación, «Coping International», no solo para ayudar a otros como él, sino también para educarles a ellos y a la Iglesia en general sobre los problemas a los que los niños de sacerdotes se enfrentan. Trastornos que incluyen, entre otras cosas, depresión, ansiedad, aislamiento social y dificultades económicas.
Gracias a Doyle, asimismo, los obispos irlandeses desarrollaron en agosto la primera serie de pautas del mundo diseñadas para atender las necesidades personales, legales, emocionales y financieras de niños de sacerdotes y sus madres. El mismo documento -que ya ha sido adoptado por la Unión de Superiores Generales, confederación de órdenes religiosas masculinas- que sería la base de las nuevas directrices de la Comisión vaticana para la Protección de Menores.