Cesar Willy de Vroe pasó su vida en la calle; ahora es enterrado en Roma

El Vaticano despide al ‘vagabundo de Dios’

"Siempre supo mantener la inteligencia, el alma sensible, la dignidad humana tremenda"

El Vaticano despide al 'vagabundo de Dios'
Cesar Willy de Vroe, el 'vagabundo de Dios' L. Iemma / Mit freundlicher Genehmigung

Aún cuando la gente no me cree, cada vez que doy o regalo [algo], tengo lo mismo o recibo dos veces más el mismo día

(Cameron Doody).- Lo perdió todo en esta vida: familia, posesiones y salud. Pero acaba de ser enterrado en el mismo Vaticano. Cesar Willy De Vroe, el autoproclamado ‘vagabundo de Dios’, fue recordado en su funeral como un hombre que, aún en la «pobreza absoluta y abandono total», siempre supo «mantener una cierta inteligencia, un alma sensible, una dignidad humana tremenda».

En su homilía funeral, el rector del Pontificio Colegio Belga, monseñor Dirk Smet, recordó que Cesar se convirtió a la fe después de que la vida le hubiera «puesto a prueba y endurecido de todas las formas», de acuerdo con lo publicado por el National Catholic Register. Cesar nació hace 65 años, hijo de una prostituta de Bruselas, perdió el contacto con sus tres hermanos y experimentó muchos años duros en las calles, continuó Smet, y en este sentido tuvo una vida parecida a la de Job, el profeta bíblico.

Pero aún así, a Cesar, «hubo una cosa que Satanas no pudo ni robar ni arrebatarle, como a Job: su espíritu, su capacidad para reflexionar, su dignidad humana innata, y finalmente ni incluso su fe, su confianza en Dios», dijo Smet. Y como Job exclamaba «¡Yo sé que mi Redentor vive!», lo mismo «se podría poner en los labios de Cesar, nuestro querido ‘vagabundo de Dios'», quien ya «ha alcanzado la meta de su peregrinaje terrenal» y «se ha encontrado cara a cara con el Hijo de Dios», donde una «alegría inmensa y la adoración perpetua» le esperan tras un «camino duro y largo».

El rector del Colegio Belga comparó a Cesar con los tres Magos, cuya fiesta se celebró justo después de la muerte del mendigo, el pasado 4 de enero. Los Magos que peregrinaron hasta el lugar del nacimiento de Jesucristo eran también unos «vagabundos de Dios» que salieron a buscar el significado de la vida y de Dios, quien solo puede dar «la plenitud de la vida y de la felicidad».

 

«Los tres Magos son hombres de todos los colores y razas, de todas las convicciones y religiones, de toda clase, sabios y simples, grandes y pequeños, ricos y pobres, vagabundos y enfermos», continuó Smet. «En suma, los tres Magos somos nosotros. Y tal como los Magos del Evangelio, nosotros miramos a una estrella que nos guía hasta el Niño de Belén, una encarnación del amor de Dios hacia nosotros».

«Qué preciosas son estas estrellas en el camino de la vida, que nos dan una luz suficiente como para no perder el coraje para continuar en el recorrido hacia Belén», dijo el prelado, añadiendo que «cuanto más oscuro nuestro camino, más necesitamos la luz de la estrella-guía». La estrella de Belén, subrayó Smet, aún resplandece sobre nosotros, en la manera en la que podemos encontrarle a Jesús aún hoy «en la Eucaristía y en nuestros hermanos y hermanas más pequeños y pobres», como Cesar: «en los vagabundos que hay a solo unos pasos de aquí, cerca del Vaticano».

El lema que Cesar mantenía en vida fue el de «aún cuando la gente no me cree, cada vez que doy o regalo [algo], tengo lo mismo o recibo dos veces más el mismo día«. Al ser sepultado en el Colegio Teutónico, se convierte en la segunda persona que recibe enterramiento en el Vaticano en años recientes, siguiendo los pasos de su compatriota Willy Herteleer, enterrado también en el Colegio Teutónico en 2015.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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