Tampoco son de Mirella Gregori, desaparecida también hace 35 años

Descartan que los huesos de la Nunciatura de Roma sean los de Orlandi

Orlandi, hija de un empleado del Vaticano desaparecida en 1983, cuyo caso resurgió al hallar los restos

Descartan que los huesos de la Nunciatura de Roma sean los de Orlandi
Entrada de la nunciatura apostólica de la Santa Sede en Roma

'Villa Giorgina', construida en torno a 1920, fue donada al Vaticano en 1949 por el empresario Abraham Jacob Isaiah Levi y lleva el nombre de su hija

Los restos humanos encontrados bajo el suelo de un sótano de la Nunciatura (embajada) de la Santa Sede en Roma no pueden ser de las dos jóvenes Emanuela Orlandi y Mirella Gregori, desaparecidas hace 35 años, ya que son anteriores a 1964, según un primer análisis de la Fiscalía de Roma.

Así lo explicó a EFE Laura Sgro, abogada de la familia de Emanuela Orlandi, la joven hija de un empleado del Vaticano desaparecida en 1983 y cuyo caso volvió a resurgir tras el hallazgo de los restos.

Sgro confirmó que la fiscalía de Roma les comunicó este viernes que, según un primer análisis, los restos óseos serían anteriores a 1964, pero confió en que continúen las investigaciones con la prueba fehaciente del Carbono 14, así como el examen del ADN.

Según algunos medios, se trataría además de restos de un hombre, pero esto no lo confirmó la fiscalía a los defensores de la familia Orlandi.

El hallazgo de los huesos en ‘Villa Giorgina’, la sede de la Nunciatura apostólica en Italia desde finales de los años sesenta, hizo que algunos medios italianos lo vinculasen de manera precipitada al caso Orlandi, uno de los grandes misterios de Italia y del Vaticano.

Después, también se habló de la posibilidad de que fueran de Mirella Gregori, otra niña de 16 años que desapareció un mes antes de Orlandi y que vivía a escasos 100 metros de la Nunciatura.

Durante años se lanzaron toda clase de teorías sobre su desaparición, que señalan a mafiosos, al obispo estadounidense Paul Marcinkus, director del Banco vaticano (IOR), o al turco Ali Agca, que en 1981 atentó contra el papa Juan Pablo II.

En los últimos días también se extendió la hipótesis de que los restos puedan pertenecer a la esposa de un portero de la Nunciatura que desapareció misteriosamente en los años 60.

El caso comenzó cuando el pasado 30 de octubre el Vaticano informó del hallazgo de «fragmentos de huesos humanos» en un local anexo a la Nunciatura Apostólica en Italia y que había comunicado el suceso a las autoridades italianas para que emprendiesen una investigación.

La nota subrayaba que «la Gendarmería vaticana ha intervenido de inmediato en el lugar, informando a los superiores de la Santa Sede» que han alertado a su vez «a las autoridades italianas para el desarrollo de las investigaciones apropiadas y la colaboración necesaria en el asunto».

El fiscal jefe de Roma, Giuseppe Pignatone, emprendía entonces una investigación e instaba «a la Policía Científica y a la Policía de Roma que investigasen la edad, el sexo y posible fecha de la muerte», según la nota del Vaticano.

‘Villa Giorgina’, construida en torno a 1920, fue donada al Vaticano en 1949 por el empresario Abraham Jacob Isaiah Levi y lleva el nombre de su hija, que falleció a una edad temprana, como agradecimiento a Pío XII por haber protegido a los judíos escondiéndoles en conventos de Roma. Algunos medios apuntan que la zona donde se encuentra el edificio fue un cementerio hasta principios del siglo XX.

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Autor

José Manuel Vidal

Periodista y teólogo, es conocido por su labor de información sobre la Iglesia Católica. Dirige Religión Digital.

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