Castella sale a hombros junto a El Zotoluco

(PD/Agencias).- Eulalio López Zotoluco logró salvar la tarde más importante de la feria de San Marcos que iba a pique, al cortar las primeras dos orejas de las cinco que se cortaron en la cuarta corrida.

Cuenta Guillermo Leal en Mundotoro que en los primeros cuatro astados poco se registró, pese al torerismo de César Rincón, la voluntad de Zotoluco, la variedad de Rafael Ortega y el valor de Sebastián Castella, sólo que el público que llenó la plaza no se había divertido y entonces el quinto de la ganadería titular de Bernaldo de Quirós, que era muy bonito, le pareció chico y fue devuelto. Salió uno de El Junco, muy gordo pero de poca cara que resultó manso y se paró en los medios de la plaza y que también fue devuelto.

Fue entonces cuando salió al ruedo el quinto «tris» también de El Junco y que resultó el diablo. Un toro dificilísimo, peligroso a más no poder y que milagrosamente mató el maestro César Rincón quien no ha tenido suerte en su presentación en la feria donde dirá adiós.

Eulalio, quien había estado muy bien el sábado aunque el público no lo reconoció, salió a dar todo en el sexto astado después de todo el lío que se armó. Eulalio estuvo torerísimo comenzando en los medios de la plaza y realizando una gran faena que le valió cortar las dos orejas y de esa manera cambiar el ánimo del público, que a partir de ese momento fue otro.

Siguió Rafael Ortega quien estuvo muy bien para cortar una oreja y el broche de oro fue de Sebastián Castella, quien ahora sí, con dos toros más complicados les dio importancia y realizó un par de faenas excepcionales, sobre todo la segunda en la que no se sabe aún por dónde pasó el animal. Las dos orejas le valieron salir en hombros y ser hasta el momento uno de los triunfadores de la feria al cortar cuatro orejas junto a Fernando Ochoa.

Cuarta Corrida de la Feria de San Marcos.

Con lleno se lidiaro ocho toros de Bernaldo de Quirós, bravos con calidad pero débiles. El sexto fue premiado con el arrastre lento. Dos de El Junco, sustitutos del quinto que fueron diametralmente opuestos, uno manso y otro peligroso. César Rincón, palmas y silencio; Zotoluco, silencio y dos orejas; Rafael Ortega; al tercio y una oreja; Sebastián Castella, ovación y dos orejas.

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