La vuelta al toreo en 16 días

La vuelta al toreo en 16 días

¿Fue ayer 17 de junio o fue un sueño? La Monumental de Barcelona rebosaba de pasión, como un volcán en erupción en medio del mar o de la nada. Afuera 2.000 animalistas se desgañitaban en improperios contra las más de 18.000 almas que habían peregrinado a la Meca, por un día, del toreo. El cartel de «no hay billetes» no se colgaba desde la década de los 90, y ésa ha sido la tónica de las 16 tardes, 16 acontecimientos en los que las entradas se agotaban a las pocas horas de ponerse a la venta, de la temporada de José Tomás.

Que había vuelto para quedarse se demostró desde el minuto uno. Regresaba a la Fiesta para sumar, para aportar, su personalidad a un momento extraordinario de toreros, en un año que vivimos apasionadamente con la irrupción en Valencia, Sevilla y Madrid de Alejandro Talavante, educado en un mimetismo evocador de la figura de JT; el crecimiento monumental de Manzanares; el desgarro maravilloso de Morante; El Cid que cabalgaba contra viento y marea una vez más a lomos de Victorino en la Maestranza allá por abril; la facilidad templada e inamovible de Sebastián Castella; el gancho de Cayetano; el maduro magisterio de El Juli en temporada de dominio; el ritmo constante de Enrique Ponce en la cumbre, tan difícil de caminar, nos cuenta en su crónica Zabala de la Serna en ABC.

Más allá de la frontera

El reaparecido torero de Galapagar ha conseguido que se hable de toros más allá de las fronteras del planeta taurino. Periódicos que ninguneaban la Fiesta le han dedicado páginas y páginas en este verano sangriento que nos abandona; televisiones que arrinconaban las informaciones taurinas se han hecho eco en los telediarios de sus glorias y su sangre derramada; escritores que se habían olvidado de los ruedos han vuelto a narrar épicas, a contar batallas unos, a levitar otros, a apasionarse todos. Su regreso ha traspasado la línea que rodea en círculo el planeta taurino, que lo encierra en su endogamia y que sólo se abre con el viento rosa de los programas violadores de intimidades, ventiladores de pozos negros.

José Tomás provoca reflexiones, un deseo arrebatador de explicarlo en los papeles, cuando José Tomás se explica por sí mismo en la soledad de los ruedos. Y fuera de ellos cuenta con la percha literaria de su silencio. El temblor provocado por su figura se puede ejemplificarse también con su repercusión cibernética: en youtube.com hay colgados exactamente a día de hoy 723 vídeos de José Tomás; sólo en los 36 primeros se contabilizan casi 350.000 visitas. En abc.es, el día después de su regreso en la Ciudad Condal, la crónica taurina fue la página más vista del diario digital, por encima de la información del Real Madrid, que se había convertido en Campeón de Liga esa misma jornada de la mano de Capello.

Fuerza y leyenda

En 16 tardes se han fraguado 16 triunfos (si con un optimismo desatado contamos ya mañana), su leyenda y su fuerza se han disparado, de tal modo que José Tomás cuenta ahora todavía con mayor cartel que cuando se anunció aquel 17 de junio tan cercano y lejano; en 16 días le ha dado la vuelta al toreo. ¿O cuando envide a la grande en Las Ventas y la Maestranza sus respectivos empresarios antepondrán a otros que interesen más? Porque Sevilla y Madrid entran en sus planes para la temporada venidera. Salvador Boix, el apoderado singular de José Tomás, esperará la llamada de las empresas, con el caché bien planchado: José Tomás no se ha vestido de luces en 2007 por menos de 20 millones de las antiguas pesetas. O eso dicen.

El planteamiento mayor en 2008 no caerá en la proliferación tampoco, y la cifra de paseíllos se aumentará, quizá se duplique, pero no más. Lo que algunos despectivamente han calificado como tournée o gira, y tal vez sea así, ha sido una de las claves del éxito: la dosificación frente a la masificación. El marketing, el mero hecho de reaparecer en Barcelona en un momento delicadísimo para los toros en Cataluña, apuntarse con El Juli a torear en Ávila una corrida a beneficio de la Plataforma para la Defensa de la Fiesta, el cierre de mañana también aquí, en la capital que quiso enfundarse el mono de antitaurina, todo ha contado.

Aunque a José Tomás, puntualiza Boix, le ha incomodado bastante la utilización política que a veces se ha hecho de su reaparición: «José Tomás no torea contra los nacionalismos, ni contra nada ni contra nadie. Seguro que el 17 de junio hubo más de un nacionalista en los tendidos de la Monumental».

Macerada la expresión

¿Cómo volvería José Tomás? La pregunta se despejó rápido. Físicamente más delgado. Artísticamente como en el trienio cabal (97/98/99) de su eclosión, pero macerada y aumentada la expresión, la profundidad en búsqueda del temple absoluto. Los vuelos de los engaños por delante, ofrecido el medio pecho, lejos aunque no olvidado el hieratismo a ultranza de zapatillas juntas de la última y encorsetada época del tardotomismo. La seda del látigo de su muleta fiel.

En estas 15, mañana 16, tardes José Tomás ha sido amigo de la suerte: salvo la cornada de Linares del 29 de agosto, los toros lo han respetado una barbaridad para la cantidad de veces que le han levantado los pies del suelo. El morbo se disparó con tanto percance. Hablaban de inmolación, escribían que quería morir en el ruedo. Hasta que su padre, José Tomás Román, se explayó con claridad, que si creían que su hijo era un gilorio o un loco, y que ni una cosa ni otra. Las mismas volteretas las explicaban los enemigos, que no ha habido pocos, como falta de destreza y mando; los partidarios, como consecuencia de su fidelidad a un concepto, a unos terrenos donde se asume un riesgo potencialmente más elevado, producto de la responsabilidad que lo empujaba a dar ese paso más o a no darlo atrás. El año ha sido duro para todos porque la competencia ha sido dura, y ahí está el parte de guerra.

El toro ha sido tema de debate entre los antitomistas, como si José Tomás hubiera resucitado el toro chico frente a los corridones que las figuras han despachado, en las mismas plazas, en sus cinco años de ausencia… Quienes han callado durante un lustro se han apresurado a señalar rápido con el dedo acusador, alguna vez con razón. La envidia es deporte nacional. Y José Tomás ha dado motivos. Si le llegan a embestir más los toros…

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