Oreja para El Capea en la tercera de San Isidro

Oreja para El Capea en la tercera de San Isidro

(PD).- La tercera de la Feria de San Isidro tuvo de todo. Toros buenos, toros descastados, toreros a buen nivel, toreros a medio gas y, desgraciadamente, una cornada para Miguel Abellán, que resultó el primer diestro -y esperemos que sea el único- herido del ciclo.

Una faena de entrega sin límites sobre la base de una buena técnica le valió a Pedro Gutiérrez «El Capea» la primera oreja de su carrera en Las Ventas. Una buena noticia para el toreo, es lo lógico, dado que se trata de un torero joven con ganas irrefrenables de llegar a figura. Sin embargo, no lo acepta bien determinado sector de «la cátedra». ¿Por qué?

La respuesta es uno de los pecados capitales, hasta ahora sin remisión, de los «ultra críticos» del polémico tendido «7». No se entiende tanta inquina al hijo de uno de los toreros más importantes en España y América en los años «setenta» y «ochenta». ¿Acaso es malo que el hijo quiera emular al padre, con el sacrifico y la responsabilidad que conlleva una meta tan gloriosa?

«Capea» podría haber elegido la comodidad de una desahogada posición familiar herencia de las mil batallas que ganó su padre en los ruedos. O dedicarse a explotar sus estudios universitarios felizmente culminados antes de vestirse por primera vez de torero, pues fue ésta la condición impuesta por el progenitor.

Una carrera que se relanza

Pero no. «El Capea» ha querido ser torero. Y lo de hoy le pone en muy buen camino para relanzar su carrera. Es lo que le molesta a los del «7», que le incordiaron antes, durante y después del triunfo. El «¡queeee-noó! que le viene dedicando desde su presentación en esta plaza podrían aplicárselo a si mismo los vociferantes a tenor de la mayoría de pañuelos que respaldaron la oreja que finalmente paseó. Y en todo caso plantearse si son ellos los que no deberían volver a la plaza, al menos con ese espíritu.

Aclarada esta circunstancia, hay que hacer hincapié en la importancia del triunfo. Este año era su única oportunidad en la feria isidril, en la que los toreros se juegan el rumbo de la temporada.

Una corrida ‘movida’

La corrida de Salvador Domecq no ha sido fácil, ni por presencia, ni por esencia. Serios y muy astifinos, y «apretando» mucho en los engaños. Es verdad que el toro cuarto -segundo de los tres que estoqueó «Capea» al hacerse cargo también del segundo que correspondía al compañero herido Abellán- fue el que más «se dejó», aunque sólo por el pitón derecho.

Y ahí fue donde calentó «Capea», con un toreo serio, de mucha entrega y excelente técnica. Toreo también precioso, luciendo mucho al toro y luciéndose él. Las tandas por el pitón derecho tuvieron enjundia y verdad, atacando por abajo en una sucesión de muletazos de mano firme y muy sentida. Batalla ganada en muy buena lid, con el magnífico corolario de la espada: una estocada que hizo rodar al toro sin puntilla. Lo dicho, «El Capea» desde ahora en irresistible ascensión.

El resto de la corrida estuvo marcada por las dificultades y hasta el peligro que sacaron los toros, además con la dificultad añadida del viento.

El mismo «Capea» estuvo correcto sin más en su primero, toro con notable tranco pero poca duración. Y no pudo resolver en el desclasado sexto, que se movió, pero sin condiciones, volviéndose antes de pasar, reponiendo las embestidas.

El confirmante David Mora estuvo valiente hasta la temeridad, sin embargo, sin la más mínima colaboración de su toros, el de la ceremonia colándose constantemente, y el otro «rebañando» también por los dos pitones.

Y valiente asimismo Abellán, sorteando las dificultades y el peligro del toro que terminó hiriéndole.

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