Han vuelto a tropezar en la piedra de la incongruencia y el despropósito, acomodando una vez más el desarrollo de la corrida a las exigencias de las figuras
La historia se repite con una anodina corrida más de «la Prensa». Un festejo que tradicionalmente no funciona. Un tostonazo de corrida.
Fue culpa de los toros, que no dieron opción. Pero salvo «El Juli» en su primera faena, tampoco los toreros se pueden ir de rositas.
Tarde de lo más anodina por culpa de todos. Y eso sin buscar responsabilidades en los organizadores, que han vuelto a tropezar en la piedra de la incongruencia y el despropósito, acomodando una vez más el desarrollo de la corrida a las exigencias de las figuras.
Cada uno de los tres diestros ha traído su lote de dos toros, que han ido saltando al ruedo sin respetar el orden de antigüedad de las ganaderías. Una barbaridad. Y en Madrid.
Antes de empezar asomó una enorme pancarta en los altos del siempre crítico tendido «siete» advirtiendo de tal anomalía de alterar el orden de lidia, preguntándose con rotundidad «¿A quién defiende la autoridad?». Pues eso.
FIGURAS DE CARTÓN
Por si había alguna duda, el martes, 25 de mayo de 2010, en la Corrida de la Prensa, se certificó ante el muy ilustre notario de los tendidos de la plaza de las Ventas el hundimiento de las figuras de cartón piedra que mandan en el toreo actual.
Ni un capotazo, ni un quite (lo intentó El Juli en el último y se derrumbó el toro), ni un puyazo, ni un par de banderillas, ni un derechazo, ni un natural, ni un adorno, ni una estocada…
Pero, ¿esto qué es? ¿Quién toreó ayer en las Ventas, por Dios? ¿Cómo se puede exigir tanto como exigen estos señores, y ofrecer, después, semejante petardo?
Porque eso es lo que ayer ocurrió: un petardo, un desastre sin paliativos, un fiasco…
Subraya Barquerito que el ambiente de fondo, más agresivo de lo habitual, estuvo desde el principio decantado. A la contra. No hubo que esperar.
Al serio toro de La Quinta que abrió festejo, muy astifino, veleto, cabezón, badanudo y redondo, le llegaron ‘¡miaus!’ sueltos y destemplados. Tenía, para ser de encaste Santa Coloma, un raro trapío.
Fue toro noble pero con menos fuelle del esperado. Claudicó tras cobrar un primer puyazo trasero y volvió a perder las manos después de un segundo certero.
Algo trotón de partida, no permitió a El Juli redondear de capa. Sí lidiar con temple.
Los mismos que miaban de burla tocaron palmas de tango en banderillas. Sin motivo. Soplaba viento. El Juli abrió en tablas, donde estaban posados los papelillos, pero al tercer muletazo decidió tirar del toro por delante y abrirse con él en el tercio, frente a la puerta de arrastre.
Seguidas llegaron ahí dos tandas ligadas con la derecha, limpias. Se oyó el castigo de un «¡Hay que torear!», que es lo que llevaba haciendo El Juli desde el primer toque con el capote.
Del toro de La Quinta, que se venía pronto pero empujaba lo justo, no había que tirar, sino sostenerlo y templarlo. Pese a las ráfagas de viento, no hubo un solo muletazo enganchado.
En la cuarta tanda con la derecha, El Juli obligó al toro por abajo lo indecible: cinco ligados y el de pecho. Y a renglón seguida, otra ración parecida. La guinda, un cambio de mano por delante, que pareció la coda final.
El Juli, sin embargo, se emperró en romper todavía con la mano izquierda. No pudo ser. Sí un primoroso final por trincheras y hasta rizos de buen garbo. Pero, pasado de faena, el toro no se igualó.
El Juli atacó con la espada al salto. Tres pinchazos, media, seis descabellos. Un aviso antes de coger El Juli el verduguillo.
El segundo fue un toro alto y largo de Cuvillo, que arreó en banderillas con un galope sorprendente. El Juli hizo a Joselito Gutiérrez un quite preciso a la salida de un gran par.
A Perera lo estuvieron mortificando unos cuantos casi desde el arranque. Media tendida a paso de banderillas. El tercero, acapachado, ancho, chorreado, buen mozo, era del hierro de Domingo Hernández.
Con su trantrán particular, fue toro de mucha nobleza, de menos a más y, pese a escarbar más de lo normal, de darse mucho.
A Cayetano lo tuvo en tensión el viento. Sólo que este toro se apoyó bien y dejó estar más que cualquiera de los otros dos previos.
Al aire del toro una faena abierta con estatuarios muy celebrados pero resuelta pronto con muletazos más de acompañar y componer la figura que de gobernar las embestidas.
Encajado al principio, no tan convencido después Cayetano. Dos pinchazos, estocada atravesada que asomó y un descabello. Dio para más el toro. De una de las ganaderías predilectas de El Juli.
Por trapío y remate, soberbio el cuajo, el cuarto, del hierro de Victoriano del Río, fue el más serio. Del primer lance de recibo de El Juli salió el toro suave; y del segundo, más todavía. Pero, cuando quiso El Juli estirarse a la verónica, se quedó en un mal paso y casi un regate.
El toro tomó un primer puyazo de gran desgaste: romaneó, metió los riñones. Sangraba ya mucho. El Juli pidió el cambio de tercio.
No atendió el palco la petición. El capricho del palco pasó factura. El toro, desinflado, empezó a plantarse. Sacó Julián a pulso una tanda a cámara lenta.
No funcionó la espada: dos pinchazos, una estocada, dos descabellos.
FERIA DE SAN ISIDRO
Ganadería. Toros de seis distintas ganaderías y de condición y estilo diversos. Bien presentados.
Toreros. El Juli, de azul cobalto y oro, silencio tras un aviso y silencio. Miguel Ángel Perera, de azul pavo y oro, silencio y pitos tras un aviso. Cayetano, de verde oliva y oro, silencio en los dos.
Incidencias. Lleno. Ventoso. La infanta Elena estuvo junto al presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid. Le brindaron los tres espadas el primer toro.