Algunos se quedan ciegos porque el calor les quema los ojos o les alcanzan las chispas de las antorchas que llevan en sus cuernos
El Parlament catalán prohibía a mediodía las corridas de toros y esa misma noche, en un municipio en fiestas de Tarragona, Sant Carles de la Rápita,se celebraba uno de los polémicos correobus. Ese espectáculo que los animalistas/nacionalistas han dejado fuera de su ley al entender que el toro aquí ni sufre ni muere.
Falso. Algunos se quedan ciegos porque el calor les quema los ojos o les alcanzan las chispas de las antorchas que llevan en sus cuernos. Otros, directamente, se han ahogado con la soga que en ocasiones se les coloca en el cuello.
El correbous es la escenificación perfecta del doble rasero de algunos de los diputados que han votado a favor de prohibir las corridas de toros pero que entienden que este tipo de festejos populares son una tradición muy arraigada en Cataluña y temen, por tanto, perder votos en el granero nacionalista.
En Tarragona, y más concretamente en Sant Carles de la Rápita, el toro embolado, como manda la tradición, fue atado por una soga a un poste y allí se prenden dos bolas de fuego en su cabeza–Ver vídeo del toro embolado celebrado en un municipio de Tarragona–. Viendo las imágenes la pregunta es: ¿dónde estaban los mismos «ecologistas» que celebraban la prohibición en el Parlament al mediodía aquella misma noche? En Sant Carles de la Rápita está claro que no.