50 ANIVERSARIO DE LA PLAZA DE BILBAO

Enrique Ponce sigue haciendo historia en El Bocho

Durante el medio siglo que llevan celebrándose corridas en esta plaza, es el torero que actuó más veces

Ponce debió brindar a Mario Vargas Llosa su segunda faena en vez de la que hizo al sosísimo primer toro con el que se empeñó en exceso pese a que no trasmitió nada

Ponce debió brindar a Mario Vargas Llosa su segunda faena en vez de la que hizo al sosísimo primer toro con el que se empeñó en exceso pese a que no trasmitió nada.

Se descolgó antes de que se perfilara, impidiendo una muerte rápida que llegó de pinchazo hondo y demasiados descabellos.

El más imponente cuarto tampoco nos hizo ilusión porque se frenó en los intentos capoteros del valenciano y siguió haciéndolo en banderillas.

Pero Ponce lo brindó y, en ese instante, solo él supo por qué.

Lo explicó al tirar con lentísimo temple de unas embestidas demasiado remisas que alargó tanto por redondos como por naturales, espaciando elegantemente las rondas para consumar las mejores, relajado y armonioso, para terminar con ayudados por bajo de su exclusiva cosecha y consumar la obra con una estocada hasta las cintas de rápidos efectos. Se pidieron y se concedieron dos orejas.

Con una celebrada larga de rodillas y varios lances limpios saludó Juan José Padilla al segundo toro, mansito en el caballo y venido a menos en el quite de Talavante por falto de fuerza.

Padilla fue muy aplaudido en banderillas que colocó con gran facilidad. El jerezano puso más ganas que el toro en la faena, más convincente con la mano izquierda que a derechas por donde el toro se quedó muy corto.

Tras adornarse, lo mató de estoconazo trasero del que tardó en doblar. No obstante, cortó una simpática oreja. No se acopló con el capote en el recibo del quinto.

El toro peleó en varas defendiéndose y perdiendo la poca fuerza que tuvo de salida. Quedó poco propicio y el de Jerez hizo lo que pudo en banderillas y en una esforzada y larga faena que no pudo ir a mayores.

Con lances a pies juntos y chicuelinas recibió Alejandro Talavante al tercer toro que, aliviado en varas, llegó a la muleta con bastante fijeza, permitiendo torear muy quieto al extremeño.

Primero por redondos y luego por naturales sin ceder terreno con la impavidez que le caracteriza hasta terminar metido entre los pitones del animal en un arrimón que encantó al respetable.

Tras recetar una fulminante estocada, Talavante se llevó la segunda oreja de la tarde.

Fue una pena que el sexto toro tuviera poca fuerza porque fue el de mejores embestidas de la corrida.

El extremeño hizo acopio de temple consiguiendo magníficos naturales y soberbios redondos que supusieron una gran faena que encandiló a los presentes y fue merecedora de dos orejas aunque la Presidencia le negó injustamente la segunda.

NOTA.- leerr artículo original en ‘La Gaceta’

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