El matador no deja herencia alguna

¿Dónde está la fortuna de Palomo Linares?

¿Dónde está la fortuna de Palomo Linares?
Sebastian Palomo Linares. TR

«Le aseguro que Sebastián (Palomo Linares) no murió pobre», cuenta uno de los hermanos Lozano, los antiguos apoderados y amigos del torero fallecido esta semana, que le compraron la finca El Palomar, en Aranjuez, la que fue residencia familiar del diestro tanto cuando estuvo casado con Marina Danko como cuando se rompió el matrimonio.

Escribe Martín Alegre en ‘Informalia’ que los negocios fallidos del torero le obligaron a desprenderse de esa magnífica propiedad, sobre la que pesaban hipotecas y deudas millonarias, con la suerte de que se la compraban unos amigos que permitieron que siguiera disfrutándola mientras viviera y además contribuían en ayudarle a pagar la pensión de su ex mujer y los gastos de Andrés, el hijo pequeño.

«Sebastián le regaló a Andrés un piso estupendo en la calle Diego de León», así que no sería tan pobre, añade Lozano, «pero yo no quiero hablar de estos temas y menos cuando se trata de un amigo que acaba de fallecer», añade el empresario.

Otros amigos de Sebastián Palomo Linares aseguran que el torero ganó una gran fortuna de la que apenas quedaba rastro en los últimos años de su vida.

¿Negocios fallidos o un tren de vida junto a Marina Danko, que en los 30 años de su matrimonio derrocharon millones sin mucho sentido? Quizá ambas cosas. Hay quien culpa a la ex mujer del torero de un derroche sin freno que les llevó al borde la ruina y acabó con su matrimonio.

En el año 2007 se celebraba en Bilbao la boda de la hija de los dueños del hotel Ercilla, donde cada verano se alojan los actores y actrices que actúan en los teatros de la ciudad durante la Semana Grande y también los toreros que participan en la feria de Bilbao.

Es un hotel de ambiente muy taurino, en el que esos días de la feria de agosto se celebran coloquios sobre toros que reúnen a muchos aficionados para despedir a los matadores camino de la plaza y donde Sebastián Palomo Linares ha expuesto muchas veces sus pinturas.

A muchos de los invitados les extrañó la ausencia de Sebastián y Marina Danko, íntimos de los anfitriones, en aquella boda, una celebración por todo lo alto, a la que asistían otros grandes de la tauromaquia.

Y alguien recuerda ahora el comentario en una de las mesas en boca de una señora bien de Bilbao, que explicaba la ausencia del matrimonio porque Marina no era persona grata en la ciudad, ya que había dejado sin pagar compras importantes en la boutique Veritas, una de las más elegantes de la localidad.

En dicha tienda estaban indignados con el impago de la señora Danko. Al parecer, egún añadían en la mesa, no era la primera vez que aquello ocurría. Sin embargo, nunca se comentó nada igual de Sebastián, que jamás olvidó sus orígenes humildes y el trabajo que le costó hacer fortuna, jugándose la vida en las plazas.

Desde hace dos años, Marina Danko vive en Lugano con el millonario Fabio Mantegazza, hijo de una canaria de familia modesta y de un magnate de origen italiano que amasó una fortuna con trasportes aéreos privados y otros negocios.

Las pocas veces que en este tiempo se ha visto a Marina en público ha sido navegando en el fabuloso yate de los Mantagazzo por aguas de Montecarlo, y paseando con su novio en un impresionante Masseratti rojo y negro por las calles del principado. Sin duda, el hombre que ha ocupado el corazón de la colombiana después de Palomo está a la altura de sus exquisitos gustos.

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