Brasil contra el mundo

(PD/Agencias).- Escribe Enrique Ortego en ABC, en una crónica genial, que hacía muchos años que el Mundial no abría sus puertas con un favorito tan marcado. Todos los dedos señalan a Brasil como máximo candidato al título y nadie se atreve a decir lo contrario. Brasil sólo juega para ganar.

Alemania ya es el corazón más grande del mundo. Desde hoy, 9 de junio, al soñado 9 de julio. Del Allianz Arena al Olímpico. De Múnich a Berlín. Del «penta» y campeón en ejercicio, Brasil, que ha participado en las XVII ediciones anteriores del Campeonato, a los debutantes, Trinidad y Tobago, Costa de Marfil, Angola, Togo, Ucrania y la República Checa…

Y para el aficionado español, una vez más en el centro de este universo futbolístico, sólo hay ojos para la selección de Luis Aragonés que no termina de expresarse en su mejor versión.
La interrogante que no cesa comenzará a desvelarse a partir del próximo miércoles, cuando los futbolistas capitaneados por Raúl comenzarán su aventura.

El objetivo marcado por el propio seleccionador es pasar el Rubicón de cuartos de final, o lo que es lo mismo, meterse en semifinales, sinónimo de estar entre las cuatro grandes potencias.

Hacía muchos años que el Mundial no abría sus puertas con un favorito tan marcado. Todos los dedos señalan a Brasil como máximo candidato al título y nadie se atreve a decir lo contrario. Brasil sólo juega para ganar.

Premisa que es una constante a través de la historia. De los 87 partidos que ha disputado la «canarinha» en la Copa del Mundo ha vencido en 60 y además de los cinco títulos (1958, 1962, 1970, 1994 y 2002) que figuran en su tarjeta de visita presenta otras dos finales (1950 y 1998), tres semifinales (1938, 1974 y 1978) y otros tres cuartos de final (1954, 1982 y 1986).

El campeón suma, nunca resta
Pero Brasil no vive de su pasado. Mira al futuro desde un presente que le permite asombrar a su paso. La selección «canarinha» busca la victoria por la autopista de la sonrisa. Es la patente del «jogo bonito».

Del juego de ataque. Del gol. Del regate, la finta, la «bicicleta»… Su seleccionador, Carlos Alberto Parreira, hace auténticos juegos malabares para lograr encajar sus piezas. Le sobran delanteros, pero prefiere que jueguen los más posibles, aunque siempre amenace la duda de que un día pueda suceder una tragedia tan grande como la del Maracanazo del 50 y a él será el primero al que se le lleve la corriente.

Brasil suma, nunca resta. No se conforma simplemente con ganar. Quiere ganar con su estilo, es decir, con Ronaldinho, Ronaldo, Adriano, Kaká… y, si es menester, hasta Robinho sobre el campo. Y atrás, que se las arreglen, si puede ser atacando, mejor.

La historia de este Mundial, como la de otros muchos, se escribirá a partir de lo que haga Brasil. El mundo futbolístico se rinde a la evidencia de que es el mejor equipo, pero nadie renuncia a la posibilidad de ser su verdugo por un día. Para este papel sobran opositores en los dedos de una mano. Alemania, -porque es el anfitrión, no porque ahora tenga precisamente un gran equipo-, Argentina e Inglaterra… Francia e Italia parecen estar en un segundo escalón.

Y Holanda y Portugal son tan imprevisibles, como España, aunque su fútbol puede entrar más por los ojos del aficionado más purista. Y en esta previa, una apuesta por Suiza, México y Costa de Marfil, que pueden ser las animadoras del Campeonato.

La duda de cómo llegarán los equipos, sobre todo los europeos, después de una temporada tan cargada de partidos siembra la incertidumbre y debe igualar aún más la competición, en la que ya casi ningún protagonista quiere aceptar el papel de comparsa. Ni siquiera la en teoría exótica -también futbolísticamente hablando- Trinidad y Tobago, que a priori puede ser la víctima más propiciatoria.

El póquer inglés en medio campo
Tácticamente no se espera ninguna «revelación» novedosa. Brasil y su cuadrado mágico (4-2-2-2) se antoja como la apuesta más arriesgada y menos manoseada. España, Italia y Holanda preparan un elástico 4-3-3 que permite una serie de alternativas sobre la marcha, mientras Alemania, Francia e Inglaterra se agarran a las raíces más clásicas y optan por un académico 4-4-2, que en el caso de los de Eriksson tiene un tremendo potencial ofensivo con un póquer de jugadores (Beckham,Gerrard, Lampard y Joe Cole) que si se ponen de acuerdo el mismo día y a la misma hora pueden y deben ser letales.

Si finalmente Rooney les acompaña y su portero les respeta, estaremos hablando de una selección supercompetitiva.

Desde el punto de vista de los árbitros debe llegar el rigor suficiente, aunque nunca excesivo, que permita que corra el balón y se proteja a los futbolistas que apuestan por buscar algo más que el resultado.

La amenaza del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, de que el colegiado que se equivoque -refiriéndose a fallos técnicos, no de apreciación- será expulsado nunca se sabe cómo influirá en los estados de ánimo de los jueces. Esta presión añadida puede ser perjudicial en determinados momentos…

Ahora sólo falta que el discutido y sofisticado balón comience a girar. Sesenta y cuatro partidos por delante, 736 futbolistas, 12 estadios y una organización que asegura que pasará a la historia por su sobriedad y funcionamiento ejemplar. Que así sea.

Llegó la hora. El mundo se detiene en Alemania. La XVIII edición de la Copa del Mundo está en juego. Treinta días, 64 partidos, 32 selecciones, 736 jugadores, 22 árbitros, 12 estadios… y un gran favorito al título: Brasil. España, en su duodécima participación -las ocho últimas consecutivas-, busca una vez más un hueco entre los elegidos

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído