Humillante derrota ante Irlanda del Norte

España protagonizó una noche desastrosa en Belfast al cosechar una derrota por 3-2 ante la débil Irlanda del Norte. La defensa española regaló los tres tantos en el partido más lamentable de la ‘Roja’ en la era de Luis Aragonés.

La España de Aragonés escenificó una pesadilla futbolística en Belfast. Después de la desilusión mundialista y el ‘trámite’ ante Liechtenstein, llegó Irlanda del Norte con sus ganas y su empuje británico para mandar a la selección a la lona en una noche que, con todo merecimiento, pasa a formar parte de la historia negra del fútbol español. Desde el primer minuto, los norirlandeses demostraron que iban a vender cara su piel de cordero y arrancaron el duelo mucho más metidos y concentrados. En frente tuvieron a un equipo desmotivado, con las botas de plomo e incapaz de desarrollar un juego decente.

Gol mil… y un millar de errores defensivos

Luis Aragonés introdujo dos cambios en su once y recogió sus frutos al cuarto de hora, cuando un centro desde la izquierda de Antonio López lo enganchó Xavi en el segundo palo con una volea espectacular. Un gol de alcurnia para la estadística (supuso el tanto número 1.000 de la ‘Roja’) en una noche trágica.

El destello artístico del jugador catalán enseguida se vio emborronado por el primer error en cadena de la zaga española. En el 19, un balón que venía botando desde la otra Irlanda no fue despejado por ninguno de los centrales. Todos se quedaron mirando al cielo como si de un meteorito se tratase. Pero era un balón, y Xabi Alonso (en el peor partido de su vida) lo remató de cabeza contra su portería ante el estupor de Casillas, quien vio como Healy aprovechaba el regalo y cazaba el empate.

Minutos después, Albelda se retiraba con una fractura de malar. Y es que las desgracias nunca llegan solas. Cesc entró en sustitución del valencianista para disputar el partido de rugby que las dos selecciones proponían. Los norirlandeses por su derroche físico, y los españoles por atacar pasándose el balón en horizontal intentando avanzar metros. Al borde del área, todas las ideas de profundidad fueron una utopía. Con el partido revolucionado, llegó el descanso y la sustitución de Michel Salgado por Sergio Ramos en el lateral derecho. El madridista, como sus compañeros, suspendió en el Windsor Park.

Homenaje al despropósito en Belfast

Parecía el típico partido en el que España cubre el expediente sin jugar bien con una victoria pírrica, en lo futbolístico y en el marcador. Ante un equipo inferior, las individualidades españoles tenían que primar por encima de la fuerza bruta. En mitad de una melé, Villa rescató un balón perdido y conectó con Cesc. Al jugador del Arsenal se le encendió la bombilla y mandó un pase de gol al valencianista, que no perdonó en el descabello.

La papeleta estaba, a priori, solucionada. Aragonés sustituyó a Torres y dio entrada a Luis García, con la idea de rematar el partido en cualquier jugada aislada y pasar página con más pena que gloria. Con el partido encarrilado, llegó la segunda fechoría de la zaga española. En una falta lateral botada por Glingham, el balón llegó raso al punto de penalti y Healy engatilló libre de marca desde el punto de penalti. Fue lo más parecido a un penalti-córner de hockey. Un jugador saca hacia atrás y otro pone el ‘stick’ en el punto de penalti mientras la defensa sale despavorida para taponar el disparo. Lamentable.

La historia de Chipre se repite

A esas alturas, el fantasma de Chipre se apareció en Belfast. Hace 8 años, por las mismas fechas que ahora, España hizo el ridículo en Nicosa y cayó por 3-2. La derrota le costó el puesto a Clemente y abrió una nueva era en la selección. Un remate de Raúl al poste estuvo a punto de terminar con los paralelismos antes de que Healy dijese su última palabra.

En el 79, Taylor (que había sustituido al lesionado Carroll nada más empezar el partido) sacó de puerta y Salgado se comió con guarnición el balón. A su espalda, Healey alcanzó el cuero y lo colocó con una vaselina por encima de Casillas, consumando así la derrota y el desastre español en Belfast.

En los minutos finales, Puyol intentó la heroica con un remate de volea que rozó el empate. Mientras tanto, Luis Aragonés se encogía en el banquillo y perdía la credibilidad de la inmensa mayoría de la afición española. Después de lo ofrecido por la selección de baloncesto en Japón, unos son gigantes y otros parecen pigmeos.

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