El Zaragoza sigue imparable

(EFE).- El Real Zaragoza continúa imparable en su marcha hacia lo alto de la clasificación tras enlazar su cuarta victoria consecutiva contra un Getafe que contó con el gran inconveniente de jugar con un hombre menos prácticamente todo el encuentro, por la expulsión de Rubén Pulido, en el minuto 11.

Hacía 22 años que el Real Zaragoza no lograba cuatro triunfos seguidos en partidos de liga, desde que lo lograse con el holandés Leo Beenhakker en el banquillo, y la victoria sirve para refrendar el gran momento de un equipo que va creciendo conforme transcurren las jornadas.

El Zaragoza salió dispuesto a no dar ni un minuto de respiro a su oponente y, desde el pitido inicial, el juego fue un acoso zaragocista con varios saques de esquina consecutivos botados. La temprana expulsión de Rubén Pulido tras a agarrar a Sergio García, cuando era el último de la línea defensiva, parecía que iba a acrecentar el empuje local, favorecido por su superioridad numérica, pero resultó ser todo lo contrario.

El técnico de los madrileños, el alemán Bernd Schuster, recompuso líneas y mandó dar un paso atrás a su equipo, algo que acabó por atragantársele al conjunto aragonés. El Zaragoza perdió el empuje y el Getafe dejó de pasar por apuros porque los remates que realizó el equipo maño apenas conllevaban peligro para la integridad de la meta de Roberto «Pato» Abbondanzieri.

Los hombres de Víctor Fernández eran los dueños y señores absolutos del control del balón pero no encontraban caminos para llegar a la meta foránea. Con el equipo sin encontrar las vías a la portería del guardameta argentino del Getafe el conjunto maño obtuvo oro de la veta de la estrategia en un saque de esquina botado por Andrés D’Alessandro y que en el corazón del área foránea remató el uruguayo Carlos Diogo, de volea, totalmente libre de marcaje.

Con el tanto, se rebajó el nivel de urgencia de los propietarios del terreno ante un oponente que aunque trató de sorprender al contragolpe apenas lo consiguió pues en el primer periodo sólo realizó un remate a puerta que abortó bien el cancerbero zaragocista César Sánchez.

Tras el descanso el Zaragoza controló el balón en busca de que se abriera un Getafe que, a pesar de tener el marcador en contra, mantenía sus posiciones atrás y no arriesgaba ni un ápice. Con más obligación que convicción los visitantes intentaban alguna tímida contra sin apenas inquietar, mientras que el Zaragoza no quería arriesgar y tocaba y tocaba pero sin mirar al portal rival, algo de lo que poco después se arrepintió.

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