El Real Madrid sigue imparable

El Real Madrid sigue imparable

El Real Madrid disfrutó del magnífico estado de forma y resultados que atraviesa desde principio de temporada para darse un festín a costa del Estudiantes, sometido en un clásico que esta vez no dejó resquicios para la rebelión colegial. Los blancos resolvieron el octavo partido consecutivo de la temporada y convirtió a Joan Plaza en el entrenador novel con mejor arranque en la ACB.

El anterior era Aíto García Reneses, que rubricó siete choques seguidos sin perder al llegar al banquillo del Joventut en la temporada 83-84. El Madrid fue superior de forma absoluta. Ganó a través de un ataque fluido y beneficiado por la constante presencia de sus pivots en el rebote ofensivo. El Estudiantes cedió el testigo muy pronto. Recibió 58 puntos entre el primer y el segundo cuarto. De salida encajó un parcial de 11-0 que le relegó en el marcador el resto del partido. Todo lo que dejaron los colegiales en el primer derbi del curso se redujo al inicio de Gonzalo Martínez y del estadounidense Will McDonald.

Los blancos clavaron a los hombres altos dentro de la pintura y desde ahí rompieron la defensa colegial. Por fuera bombardearon sobre el aro visitante. El estadounidense Louis Bullock dio muestras del baloncesto que lleva dentro, pero no fue el único factor del cuadro madridista. Además, de ‘Sweet’ Lou, el Madrid desplegó de nuevo la magia de Raúl López, impresionante saliendo desde el banquillo. Quince puntos de valoración adornaron los números del base catalán hasta el descanso: cuatro de cuatro de dos y uno de uno en tiros libres.

La diferencia al final del primer cuarto ya tocaba los catorce puntos (29-15). El Estudiantes recibió un solo atisbo de esperanza. Dos triples seguidos de Sergio Sánchez le acercaron la posibilidad de ajustar el derbi (34-27 m.13). Más fugaz imposible. Los blancos enseguida recompusieron el decorado.

Estudiantes desbordado
Los colegiales no podían multiplicarse en defensa para tapar todos los frentes por los que le hacían daño. Por la regularidad y frecuencia de la anotación madridista y el goteo de puntos, que era incesante y muy repartido.

Muchos hombres con la muñeca caliente, sin egoísmos y dedicados a ejecutar una estilo de baloncesto que les está dando magníficos resultados acabaron con el equipo del Ramiro de Maeztu. El Madrid sumó con una cadencia matemática. Veintinueve puntos en cada uno de los tres primeros cuartos.

La brecha adquirió aspecto de repaso en toda regla en la segunda parte. Todos los jugadores locales que salieron al parqué aportaron algo a la cuenta blanca. El 96-63 del minuto 32 reflejó la mayor renta del líder ante los vecinos de la calle Serrano. Derbi blanco nuclear.

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