El Valladolid se mete en cuartos in extremis

El BM Valladolid luchó a contracorriente ante el aguerrido Szege, puesto que fue por detrás de su rival durante la mayor parte del encuentro, pero gracias a su paciencia y tesón, consiguió el pase a cuartos de final merced a un último gol de Avila.

El conjunto húngaro tomó la iniciativa en el marcador desde los primeros compases del encuentro, gracias a su efectiva defensa, que ralentizó el juego de los vallisoletanos, y a un inspirado Krivokapic que no encontró demasiada oposición a la hora de lanzar, logrando una ventaja de dos tantos 4-6, en el minuto 10.

La renta llegó a alcanzar los tres goles (5-8), ya que el equipo vallisoletano no conseguía mantener la concentración en defensa y eso permitió a los húngaros superar el 5:1 impuesto por Pastor, con García Parrondo como avanzado, mientras que la defensa del Szeged fue más contundente e impidió a los vallisoletanos lanzar con comodidad.

Chema Rodríguez consiguió situar al BM Valladolid por delante en el marcador por primera vez en el partido (11-10, min.22), merced al aumento de la intensidad defensiva del equipo y a que Muratovic mantuvo la regularidad en los lanzamientos, ya que a los locales les seguía costando imponer su ritmo de juego y, de hecho, los húngaros no tardaron en volver a situarse con ventaja (11-13), a falta de cuatro minutos para el descanso.

Además, Sierra tampoco estuvo demasiado acertado bajos los palos, lo que obligó al técnico vallisoletano a sustituirlo por Lorger tras la solicitud de un tiempo muerto, cuyas intervenciones en los últimos minutos de la primera parte permitieron a su equipo empatar a 13 goles, lo que dejaba el partido abierto a cualquier posibilidad.

Dominio húngaro
Tras la reanudación, los vallisoletanos sufrieron una pájara que desembocó en una renta de cuatro goles para los húngaros (13-17), quienes aprovecharon las lagunas defensivas locales y la falta de ideas en ataque para imponer un total dominio en la cancha.

Pero los españoles reaccionaron inmediatamente y, cinco minutos después, ya habían reducido la ventaja del Szeged a un sólo gol (16-17), más la falta de continuidad en el juego fue el principal enemigo de un equipo que lo intentaba, pero se estrellaba una y otra vez con la defensa visitante y con su portero, Puljecevic.

La principal carencia de los vallisoletanos estuvo atrás, ya que no lograban mantener la intensidad y los húngaros no dejaron pasar la oportunidad de conservar el dominio en el electrónico (18-20), en el ecuador de esta segunda mitad.

A partir de este instante, la igualdad se convirtió en la tónica dominante del partido, ya que la balanza se inclinaba a uno u otro lado, sin que hubiera ningún equipo que, en el último tramo del partido, pudiera hacerse con las riendas del juego, lo que llevaba a cometer pases imprecisos y errores infantiles en los lanzamientos.

El tesón y espíritu combativo de los vallisoletanos, empujados por el aliento de los aficionados, les permitió mantener un empate a 24 que les dio alas para afrontar el último minuto y medio de partido ya que dicho tanteo ya les otorgaba el pase a cuartos de final -en Hungría empataron a 25-, pero Avila remató el trabajo y estableció el definitivo 25-24.

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