La belleza de Sharapova se mide a la fuerza de Serena

Maria Sharapova y Serena Williams se miden este sábado en la primera gran final del año. La rusa era una de las máximas favoritas antes de comenzar el torneo, mientras que con la estadounidense no contaba casi nadie. Serena ha recuperado en Australia su mejor tenis y no pondrá las cosas nada fáciles a su rival.

Sharapova es la primera rusa en alcanzar la final de Melbourne y lo hace sabiendo que incluso perdiendo, el próximo lunes será de nuevo número uno del mundo, un premio añadido a un comienzo de temporada que promete. La rusa sabe que Serena tiene una gran experiencia en finales en Australia, pues las dos que jugó cayeron de su lado, incluso teniendo bolas de partido en contra en rondas anteriores.

Pero también es consciente de que nada es mejor que el primer triunfo en un grande en el que hasta ahora sólo había alcanzado las semifinales tres veces consecutivas.

Sharapova ha ganado ya dos Grand Slams, Wimbledon en 2004 y US Open el pasado año. Suma 15 títulos en su palmarés. Está harta de ser considerada una chica hermosa que sólo juega medio bien al tenis y que, además de por su atractivo, se hace notar por sus gritos en la pista.

«Misha» elude ese tipo de observaciones y se refugia en la distancia que pone entre ella y la prensa. En su mundo sólo entra su padre Yuri, y poco más.

Para Serena esta final significa la culminación de un regreso que se había hecho esperar, no sólo por los aficionados, sino por el tenis norteamericano, tan a falta de una figura en el circuito femenino después del bajón y las lesiones de su hermana Venus, y de la retirada de Lindsay Davenport, por su deseo de ser madre.

De ganar el sábado entraría de nuevo entre las 20 primeras del mundo, un objetivo que parecía complicado cuando estuvo a un solo juego de la derrota en esta edición, contra la rusa Nadia Petrova.

Ese triunfo sobre la quinta favorita significó el primero sobre una ‘top ten’ en dos años, y la catapultó hasta las ultimas rondas. Luego confirmó su juego ante la serbia Jankovic, y ahí sí se sintió capaz de retar al resto. Ganadora de siete torneos del Grand Slam: dos Abiertos de Australia (2003 y 2005), dos Wimbledon (2002 y 2003), dos Us Open (1999 y 2002) y un Roland Garros (2002), Serena, de 25 años, ha superado ya la crisis que padeció el año pasado cuando únicamente pudo disputar cuatro torneos debido a una lesión crónica en su rodilla, un impedimento que la hundió en la clasificación mundial hasta acabar la temporada en el puesto 95.

Algo ha cambiado en la forma de ser de una campeona que atesora 26 títulos, y quizás un viaje que hizo a África recientemente ha tenido que ver mucho en ello. Allí se dio cuenta de las miserias del tercer mundo y lo mucho que ha desperdiciado en su carrera.

Libre de complejos sobre su exceso de peso, quiere convertirse ahora en algo más para el deporte de Estados Unidos y rivalizar con el golfista Tiger Woods, o con los ídolos de la NFL y NBA. La final contra Sharapova es un buen escenario para comenzar. Será el quinto enfrentamiento entre las tenistas, con Serena ganando el primero en Miami en 2004 y el último en las semifinales del Abierto de Australia en 2005.

Sharapova se desquitó en dos momentos claves, la final de Wimbledon de 2004 y el Masters en esa misma sesión.

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