Doblete de Ferrari, Alonso sólo 7º

(PD/Agencias).- Fernando Alonso (McLaren) acaba séptimo en el GP de Francia y no puede remontar en una carrera en seco, donde Lewis Hamilton, 3º, no puede evitar el doblete de Ferrari, con triunfo de Kimi Raikkonen, que sigue en la lucha por el Mundial en el que Hamilton tiene ahora 14 puntos de ventaja con Alonso.

Al final no llovió, y el rayo de luz que aportaba el sueño esperanzador de una remontada histórica dejó paso a un cielo cubierto de desesperanza y hastío, al ver como lo que Fernando Alonso ganaba con adelantamientos en pista se perdía en cada paso por boxes.

Fernando Alonso no encontro ningún aliado en Magny-Cours, más bien al contrario, ya que Heidfeld, Rosberg y Fisichella se convirtieron en duros escollos que no ayudaron precisamente a allanar el camino del español hacia la remontada.

Posiciones de la carrera:

1º Räikkönen
2º Massa
3º Hamilton
4º Kubica
5º Heidfeld
6º Fisichella
7º Alonso
8º Button

El doble campeón, que ya conquistó Magny-Cours en 2005, ya no mira con ojos de veterano a su compañero de equipo, Lewis Hamilton, que ha vuelto a subir al podio una vez más (la octava y de forma consecutiva) pese a sufrir el tirón de los Ferrari de Massa y Raikkonen, que renacen después de una temporada en el destierro. Consciente de que una estrategia conservadora será inútil frente al británico, Fernando Alonso ha salido al asfalto francés, el más liso de todo el calendario, con una sola idea: Adelantar. Fuera quien fuese su predecesor.

Con la pericia propia y la ayuda ajena de Trulli y Kovalainen, sin aspiraciones por un incidente en la salida, el de Oviedo ha comenzado a desgranar rivales de menor a mayor importancia. Rosberg ha sido la primera víctima, a quien ha rebasado sin miramientos; Fisichella la segunda, con menos facilidades, y tercero, Nick Heidfeld, que ha sido la pesadilla de Alonso en un duelo de ida y vuelta.

En el primer episodio, el alemán ha resistido con dignidad los hachazos e intentonas hasta dejar extasiado su monoplaza en el giro 34. Alonso era sexto, y su ritmo inspiraba confianza para los últimos retazos de carrera, pero el paso por la calle boxes ha deshecho todo el trabajo del español, con el postre de tener de nuevo a ‘Fisico’ por delante. La fortuna volvía torcerse, y el mundo se abría entre los dos Ferrari y el ovetense, que volvía a ser séptimo

LA RESURRECIÓN DE FERRARI

Siete grandes premios ha tenido que esperar el finlandés de Ferrari para subir de nuevo al primer cajón. Después de una tormenta de críticas, eclipsadas por el duelo fratricida de McLaren, Kimi Raikkonen firma el epitafio de Magny-Cours con una victoria, algo que no conseguía desde la prueba inaugural de Australia. Y con él, todo el equipo. Las variaciones en la aerodinámica han surtido el efecto esperado (Kimi y Massa liderando con rotundidad de monologuista de principio a fin) y reintroducen a Ferrari a la carrera por el Mundial de escuderías.

Tras una salida impoluta, estudiada, la ‘Scuderia’ ha puesto pies en polvorosa por el trazado galo, manteniendo siempre las distancias con Hamilton, incansable perseguidor. Massa, doctorado en cerrar salidas, ha impedido el ataque del inglés, y Kimi Raikkonen, tercero en la parrilla, ha aprovechado el ansia de líder de su predecesor para colarse y variar la imagen de una carrera en la que el rendimiento de Hamilton le vaticinaba un puesto más glorioso que el tercero.

Con Ferrari emulando al ave fénix, Magny-Cours echa el cierre para siempre. Pero el espectáculo no se detiene. Silverstone, próxima cita y ecuador del campeonato, marcará el inicio de un nuevo Mundial, y cada ‘pole’, cada milésima de segundo, cada estrategia será más crucial que nunca para hacerse con el título.

ALONSO ESTA MUY CABREADO

Tras sólo siete carreras, el ambiente interno en el equipo eche chispas. La relación entre Alonso y Hamilton es prácticamente inexistente. Hablan poco, aunque los dos -especialmente el británico- aseguren lo contrario. Ganador nato como es, al español no le gusta que su compañero de equipo lidere el mundial y le saque ya 10 puntos de ventaja.

Pero hay muchas otras cosas del equipo que tampoco le gustan. Como el hecho de que ingenieros, mecánicos y demás empleados de McLaren Mercedes se alegren más cuando gana Hamilton que cuando lo hace él.

Desde que llegó al mundial de fórmula 1 en 2001, aLONSO había pasado del limbo de Minardi a la gloria que le concedieron sus dos títulos consecutivos con Renault.

Se había quejado de que no le superaban los pilotos, sino los coches, cuando estuvo en la escudería más pobre. Y había luchado contra dos nombres del calibre de Kimi Raikkonen y del heptacampeón Michael Schumacher hasta coronarse en los dos últimos años.

Sin embargo, había algo que le quedaba pendiente: toparse con un compañero de equipo capaz de vencerle. Esta situación le ha sorprendido al piloto asturiano con la peor combinación posible: Lewis Hamilton no sólo tiene una calidad contrastada, sino que es también el primer piloto negro de la historia -lo que le concede un carisma suplementario-, la esperanza británica en un equipo inglés de pura cepa y el protegido de Ron Dennis, jefe de McLaren Mercedes, la escudería compartida por ambos.

El asturiano está cabreado y se le nota.

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