La montaña pierde presencia en la Vuelta ’07 que comienza el sábado

(PD / EFE).- La Vuelta a España’07 presenta un recorrido con menos dureza que en ediciones anteriores pero que ha repartido sus jornadas decisivas entre las tres semanas de carrera, lo que permitirá mantener el interés de la carrera y obligará a los aspirantes a la victoria a llegar finos a Vigo, ya que, en la cuarta etapa llega su primer final en alto.

Los Lagos de Covadonga, la ascensión con más pedigrí de la edición, servirá para hacer la primera selección en la general y eliminar a los esprinter de los puestos de honor en la clasificación.

Sobre los 12,7 kilómetros de subida del coloso asturiano se han escrito algunas de las mejores páginas de la Vuelta a España, y pese a su desnivel medio, de apenas el 6,6%, es el puerto más selectivo de la Vuelta, ya que esconde rampas que se inclinan hasta el 15% en su parte más exigente, conocida como La Huesera, que ejerce de implacable juez de carrera.

Desde su descubrimiento en 1983, los Lagos de Covadonga han contado con ilustres vencedores en las 15 ocasiones que ha acogido el final de una etapa: Pedro Delgado, Lucho Herrera y Laurent Jalabert lideran la nómina con dos triunfos cada uno. Eladio Jiménez puede presumir de ser el último en levantar los brazos en el 2005.

Marino Lejarreta, Raimund Dietzen, Robert Millar, Álvaro Pino, Oliverio Rincón, Pavel Tonkov y Andrei Zintchenko ocupan, con una victoria, una parte de la historia de esta cima, a la que se llegará tras 185 kilómetros de recorrido por un terreno escarpado sin dificultades de entidad.

La tensión de la Vuelta’07 tendrá su continuidad en la siguiente etapa, la quinta, entre Cangas de Onís y Reinosa, de apenas 157 kilómetros, pero en la que se asciende el Alto de Palumbreras, de primera categoría y cuya cima se encuentra a 17 kilómetros de la meta. Una trampa colocada a disposición de cazadores.

PIRINEOS

Los Pirineos tomarán el relevo de los Picos de Europa y, tras la primera etapa contrarreloj,- en Zaragoza en la octava jornada-, el pelotón afrontará el segundo plato fuerte de la montaña: las jornadas de Cerler y de Arcalís, ésta en Andorra, novena y décima etapa.

Cerler, con sus 12,6 kilómetros de ascenso al 5,5% de pendiente media no representa una subida muy exigente, pero los tres puertos de segunda categoría que lo preceden podrían castigar las piernas de alguno de los favoritos y hacerles desfallecer en la rampa máxima del 10% que representa la mayor dificultad de este puerto, al que se llega tras 167 kilómetros y tiene una altitud de 1882 metros.

La etapa de Arcalís, sin embargo, concentra dureza suficiente como para marcar diferencias importantes y está considerada la jornada reina de la Vuelta’07.

A la meta de la estación de esquí andorrana, que ha sido final de etapa en el Tour de Francia y en la Vuelta, se llega tras cubrir 15 kilómetros de subida al 5,6% de pendiente media y es la etapa más larga de la Vuelta con sus 214 kilómetros.

A la longitud de la etapa y la dureza de Arcalís se añade el paso previo por los altos de Fadas, Perves, el Cantó, éste de primera categoría, y la altura de la estación andorrana de Arcalís, que con sus 2.220 metros sobre el nivel del mar representa la cima Alberto Fernández de la Vuelta.

Superadas las jornadas de los Pirineos el pelotón desciende por la Costa Levantina hasta Andalucía. Camino de Granada, en la 15ª etapa, se chocará con un muro llamado el Monachil, que con sus salvajes rampas y su pendiente media del 8% abrió el año pasado las puertas del triunfo en Madrid a Alexandre Vinokourov en detrimento de Alejandro Valverde.

Si la subida puede resultar espectacular, no menos emocionante debería resultar su escalofriante descenso de 22 kilómetros hasta la meta de Granada y en el que Vinokourov distanció a un aislado Valverde en su pulso por la Vuelta’06.

Los escaladores dispararán sus últimos cartuchos en las etapas 18º y 19º, de 153 y 133 kilómetros respectivamente, con la llegada a Ávila tras las subidas a Mijares y Navalmoral y con el final en Abantos.

La etapa de Ávila, convertida en un clásico de la Vuelta, reúne las condiciones para hacer vibrar a los espectadores debido a su terreno y su explosivo final en la empedrada muralla, pero la lejanía del alto de Navalmoral, a 31 kilómetros de meta, y la posterior etapa de Abantos puede posponer al día siguiente la batalla entre los hombres de la general en favor de algunos aventureros alejados en la clasificación.

Abantos, sin embargo, representa la última ocasión para los escaladores, que al día siguiente afrontarán la última contrarreloj antes de la llegada a Madrid y que ya ha resultado decisiva en las últimas ediciones de la Vuelta, como en la de 2003, en la que Roberto Heras desbancó al sorprende Isidro Nozal.

La ascensión, de 11 kilómetros a una media del 5,7%, alterna rampas de gran dureza con descansos, y a apenas dos kilómetros de la meta, una pendiente del 19% hará retorcerse a los ciclistas, que deberán superarla en dos ocasiones, la primera, en el kilómetros 78 de la etapa.

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