La coronación de Menchov


(PD/Agencias).- Con un apretado sprint frente a La Cibeles y los miles de aficionados reunidos en el centro de Madrid, acabó la Vuelta del 2007, la que Denis Menchov (Rabobank) ha dominado de punta a cabo sin más oposición que la entrega constante de Carlos Sastre (CSC) y la irrupción poderosa de Samuel Sánchez (Euskaltel) en la última semana. Ambos le acompañaron en el podio final.

Menchov, acompañado en el podio por Sastre (CSC) y Samuel Sánchez (Euskaltel), segundo y tercero respectivamente, escuchó el himno de su país interpretado por la banda de la Guardia Real y vio caer sobre la Cibeles desde el cielo la bandera rusa, junto a la española, portada por hábiles paracaidistas. Una ceremonia que compensó la entrega a destiempo de su primer maillot oro, con una año de retraso.

El ruso de Orel, formado y residente en Navarra, extendió su dominio desde la cronometrada de Zaragoza, cita que marcó la Vuelta, hasta Madrid, y aguantó 13 días el maillot oro. Impasible a los ataques y en la mejor forma de su vida, con este triunfo se cargó de confianza para emprender el año que viene el reto de ganar el Tour. Además el líder del Rabobank se proclamó rey de la montaña y vencedor de la combinada.

La Vuelta terminó con un buen balance para los españoles, ya que a los puestos de honor de Sastre y «Samu» hay que añadir cuatro puestos más entre los 10 primeros. Ezequiel Mosquera (Karpin) fue quinto, una revelación a los 31 años, el escalador Igor Antón (Euskaltel) octavo, Manuel «Triki» Beltrán (Liquigas) noveno y Carlos Barredo (Quick Step) décimo.

En el capítulo de victorias parciales los plusmarquistas han sido Oscar Freire y Samuel Sánchez, ambos con tres etapas. Luis Pérez (Andalucía) logró la séptima del plantel español.

La carrera no resultó un portento de interés, ya que la cronometrada de Zaragoza en la octava jornada dejó sentenciada la Vuelta en favor de Menchov. De nada sirvió la subida a los Lagos en la cuarta jornada. La segunda semana fue una promoción de la siesta y en la tercera Sastre y Samuel propiciaron una final entretenido con sus ataques en la etapa de Avila y Abantos. El desalojo del podio del australiano Evans fue el aliciente del epílogo.

El recorrido y la dureza del mismo son argumentos para ser estudiados por la organización, que admite fallos al respecto, por ejemplo, poner una contrarreloj de 50 kilómetros, y no más corta.

La Vuelta terminó sin escándalos de dopaje, algo casi insólito en el ciclismo actual, aunque el tema ha sobrevolado «gracias» a la interpretación de la UCI de la Operación puerto, empeñada en evitar que Alejandro Valverde no corra el Mundial. El tema de moda dio paso a la ruptura del Tour, Giro y Vuelta con la UCI y el Pro Tour, lo que sitúa al ciclismo en época de serios cambios.

La última etapa fue un plácido garbeo para el pelotón, un homenaje al vencedor, un hombre tranquilo, frío y calculador que nunca llegó a tener «un día malo», que siempre tuvo buenas sensaciones. El tránsito de Rivas a Madrid sirvió para fomentar la charla y el buen ambiente, hasta que las cosas se pusieron serias a la llegada al centro de Madrid. El ritmo hasta entonces fue tan lento que el recorrido se redujo en una vuelta al circuito final, es decir, 6 kilómetros menos. Los horarios televisivos son sagrados.

El Lampre, Milram y T-Mobile impusieron la ley de «aquí no se mueve nadie». A más de 60 por hora todo el mundo obedeció. Los hombres de Petacchi lanzaron el esprint, pero Bennati volvió a demostrar su fortaleza en los metros finales, como hizo en Vigo y Talavera. Firmó el triple por delante de Petacchi, con un tiempo de 2h.37.26. Y no irá al Mundial, donde si estará Samuel Sánchez, el corredor más en forma del pelotón.

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