El nuevo diario de ZP prefiere Cataluña sin eñe

El nuevo diario de ZP prefiere Cataluña sin eñe

Juan Cruz Osta (PD).- Ya en su presentación se definieron como un diario «moderno, progresista, radicalmente demócrata…» Y así ha sido. Ecologismo, derechos sociales, zapaterismo y mucho palo al PP. Y, para agitar, algo de Franco y un poquito de Losantos. Pero, para hacer gala de tolerancia y «tragaderas» demócratas, ellos se apuntan a llamar a las cosas por su nombre. Por su nombre nacionalista. Cataluña es para Público Catalunya. ¿No es guay?.

«Los brujos visitadores de La Moncloa» les llama el escocido Juan Luis Cebrián. Estos «brujos» progres tienen claro a qué público se dirigen y cuál es la línea: progresista, moderna. El diario de Jaume Roures e Ignacio Escolar no ha querido esconder desde un momento cuál era la ideología del medio, pese a no tener editoriales. Tampoco han podido esconder bajo el ala de quién nacen.

Tal y como asegura Carlos Carnicero, los chicos que hacen que juegan al baloncesto con Zapatero en La Moncloa «están recogiendo lo que llevan tiempo sembrando«. Y, la verdad, también ellos saben ser agradecidos. Desde un primer momento han hecho gala de su ideología de nueva izquierda. Mucha tecnología, ecología, Internet, derechos sociales, antiamericanismo,… Pero también el empujoncito diario al Gobierno socialista y el empellón con mala leche al Partido Popular.

Pero hay más. En el diario Público, que se edita en Madrid, ya no sólo Gerona ha pasado a ser Girona, Lérida es Lleida y La Coruña es A Coruña. Todo ellos en textos escritos íntegramente en español. Ahora para el diario de Roures Cataluña es Catalunya. Como el nacionalismo -y el subvencionador Tripartito catalán- mandan.

Huelga recordar que en España están reconocidas cuatro lenguas oficiales, a saber: el castellano, el catalán, el gallego y el vasco. Pero ya ha establecido, tras el problema creado por la «oficialidad«, la Real Academia Española que debe utilizarse predominantemente la forma españolizada de los topónimos cuando no se “hable” en un contexto oficial.

Por lo cual, decir Catalunya cuando uno está hablando en castellano no sólo es un sinsentido: es, sobre todo, una imposición a los lectores, que usan de forma natural la forma castellana cuando hablan en castellano. Es una violiación pregresista de las normas más elementales como condescendencia al nacionalismo. Para que poco a poco nos vayamos acostumbrado.

¿Hay algo más o es que los amigos de Zapatero son de los que creen, como muchos nacionalistas, que los topónimos en español los inventó Francisco Franco?

Y no sirve para nada argumentar, frente a los responsables de algunos medios de comunicación, que escribir Catalunya cuando se está haciendo el texto en castellano, es, cuanto menos, una mamarrachada tan grande como designar a Croacia como «Hrvatia» o decir «Shqipëria» en vez de Albania.

Sólo si uno es muy bobo o un pijo solemne, anuncias que has estado de vacaciones en Niuyork. Pronuncias Nueva York, como dices Londres en lugar de London, Burdeos en vez de Bordó y Miami y no Mayami.

No hay una letra más española que la eñe y al escribir en castellano debería ser ineludible. Pero no. Nuestra querida Cataluña es ahora Catalunya para más de un diario de postín y para un tropel de políticos, periodistas y paisanos desubicados. Aunque muy bien ubicados.

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