Los que captaron los micrófonos indiscretos antes del debate

(PD).- Está visto que Zapatero no puede escapar de los que se han convertido en su incómoda sombra en esta campaña: los funcionarios del Ministerio de Justicia. Allí estaban junto al Palacio Municipal de Congresos de Madrid -todo lo cerca que les permitió la Policía- para aguarle al candidato socialista su llegada triunfal.

Cuenta Ana I. Martín en Elsemanaldigital que habían aparecido media hora antes (aproximadamente eran un centenar) y en cuanto vieron que captaban la atención de las cámaras de televisión empezaron a gritar insistentemente «¡Justicia solución!», lo mismo que ponía en los carteles que blandían. Hubo algún rifirrafe entre ellos y los agentes cuando intentaron echarles, pero dada su tozudez optaron por dejarles hasta que se cansaran.

Así que pusieron la música de fondo a la llegada de Mariano Rajoy y, sobre todo, de Zapatero. El líder del PP llegó con tan extrema puntualidad como el lunes pasado, y acompañado de nuevo por Pedro Arriola. Anudada al cuello, su ya famosa corbata talismán. Para entonces los aledaños del Palacio de Congresos eran un fortín: los perros policía habían rastreado cada rincón, los accesos estaban cortados y en cada intersección había apostado un furgón policial.

A los diez minutos llegó su contrincante. El ritual para ambos fue el mismo que hace una semana: posado fuera con el presidente de la Academia de Televisión y con el realizador, Manuel Campo Vidal y Fernando Navarrete, respectivamente; y dentro con ellos y con el resto de la directiva de la Academia.

Por cierto que, más de una hora antes del duelo, Campo Vidal se paseó por las dos salas de prensa ejerciendo de anfitrión con sus colegas de profesión y preguntándoles si necesitaban algo. Nadie quería darle el disgusto, pero lo cierto es que los casi 500 periodistas acreditados sufrieron el mal de la lata de sardinas: poco espacio para tanta gente.

Esos micrófonos…

La moderadora, Olga Viza, no se dejó ver hasta la crítica hora. A las diez en punto posó junto a los candidatos, que se fundieron en un largo apretón de manos. Aquel fue el único gesto de cariño que se dedicarían en toda la noche. De nuevo se apareció en la sala el fantasma del micrófono indiscreto, como le ocurriera al presidente con Iñaki Gabilondo. Pero esta vez no tuvo consecuencias más allá del chascarrillo.

Ocurrió cuando, tras el saludo y antes del arranque, los técnicos olvidaron cortar el sonido que se retransmitía a las dos salas de prensa. Y así todos los periodistas pudieron escuchar cómo Zapatero contaba pacientemente de uno en uno hasta 28 para probar su micrófono.

La prueba de sonido que hizo Rajoy aún tuvo más miga. Se oyó una voz que le pidió que hablara como si ya estuviera en el debate, a lo que él respondió: «Le estaba contando al señor Zapatero que estuve en León ayer y hacía un calor impresionante». Parece que cuando creen que nadie les oye los contrincantes se llevan mejor.

Zapatero y Rajoy abrieron juego. El líder del PSOE lo hizo hablando de un libro blanco al que después recurriría hasta la saciedad y el del PP mirando a cámara, a diferencia del fallo que cometió en el arranque del anterior cara a cara, fruto de los nervios.

Entonces durante todo el debate Rajoy no dejó de mirar de reojo a su izquierda, porque allí estaba situado su cronómetro. Esta vez para curarse en salud la Academia de Televisión decidió cambiar los contadores de sitio. Se esforzaron por hablar de futuro pero poco les duraron a ambos los buenos propósitos.

Los reflejos de sus gabinetes

Sus roces a cuenta del contenido de la primera pregunta que Rajoy formuló en el Congreso a Zapatero cuando fue nombrado presidente pusieron a prueba la maquinaria de respuesta de Ferraz y Génova.

El líder del PSOE defendía que aquella no fue una pregunta sobre economía, y para avalar su teoría el gabinete de prensa de los socialistas corrió raudo y veloz a repartir un folio entre los periodistas con la transcripción exacta de la famosa pregunta.

A los populares tampoco les fallaron los reflejos y contraatacaron enviando un documento para demostrar que, de las 79 preguntas de Rajoy a Zapatero en esta legislatura, 23 han sido sobre economía.

La despedida de ambos candidatos provocó las risas en la sala de prensa. El candidato socialista optó por su «buenas noches y buena suerte» y el popular volvió a la carga con su niña, a pesar de que en Génova no es que gustara demasiado el cierre del primer debate.

Por segunda vez la Academia había prohibido a los periodistas preguntar a ambos candidatos a su salida. Y por segunda vez se incumplió la norma.

Zapatero abandonó el Palacio de Congresos el primero, acompañado por sus seis asesores. Dijo sentirse satisfecho porque había presentado «muchas propuestas». Rajoy le siguió minutos después. «¿Quién ha ganado?», le preguntó una periodista portuguesa. «Yo».

Poco después en el cuartel general de los populares Ángel Acebes también le dio por vencedor; mientras que en el de los socialistas Jesús Caldera le llevó la contraria. Cada uno barre para casa.

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