(PD).- El pasado domingo, el Zaragoza se consolidaba tristemente como el tercer equipo en puestos de descenso después de recibir un soberano repaso por parte del Betis. Amén de Levante y Murcia, cuya tardía remontada no parece que vaya a salvarle de Segunda, el equipo aragonés comenzó la temporada con una de las plantillas más potentes del campeonato, lo que hace inexplicable su situación.
La derrota en La Romareda no sólo evidenció la crisis del equipo aragonés, demostró la incapacidad del equipo para ganar a equipos de menor entidad y rivales en la lucha por la salvación.
El pasado año, el Zaragoza finalizó la temporada en sexta posición, que le daba derecho a la UEFA. Aunque perdió a jugadores importantes como Gabi Milito, Piqué o Ewerthon, la directiva hizo un esfuerzo para traer a Ayala, Luccin, Matuzalen… quienes, unidos a los Aimar, Zapater y compañía, conformaban una de las plantilla más completas de Primera.
La nueva temporada comenzó mal: eliminado de la UEFA en primera ronda ante el Aris de Salonika y con el equipo a pocos puntos del descenso, Luis Fernández, hombre de la casa que nunca debió marcharse, fue destituido en enero. Desde entonces ha sido una caída en picado y un desfile de entrenadores.
El sustituto de Fernández fue Ander Garitano. El vasco apenas duró siete días en el puesto y presentó su dimisión alegando «motivos personales». El puesto lo ocupa entonces Javier Irureta, que poco después también lo deja ante la indolencia de los jugadores. Desde entonces se sienta en el banquillo Manolo Villanova.
Dinámica negativa
Milito aseguraba tras la derrota contra el Betis que los jugadores están hundidos.
Da la sensación de que el bajón es un asunto físico, pero cuando estás hundido, no te sale nada. Si ahora un futbolista nuestro ficha por el Villarreal, seguro que jugaría bien.
Quizá sea un problema de psicólogo; es difícil para los aficionados del Zaragoza entender cómo un equipo que contaba con una buena plantilla, que realizó buenos fichajes y que tenía todo para ambicionar quizá puestos de Liga de Campeones haya caído tan bajo. Queda Liga, desde luego, para escalar puestos; sin embargo pocos apuestan ya por la recuperación. Más triste es que todavía algunos se acuerden de Víctor.
