Carlos Carnicero ve en el plantón de María San Gil «el síndrome de Rosa Díez»

(PD).- No ha sido una deserción más. El hecho de que María San Gil haya decidido no estampar su firma en la ponencia política del Congreso de Valencia ha encendido todas las alarmas en el PP. Hasta aquí se podía llegar. En la derecha mediática, decepción. En la izquierda, María San Gil, una nueva Rosa Díez, que «quiere tener el monopolio de la razón en lo relativo a Euskadi«.

Una voz más que significativa del pensamiento de la izquierda es la de Carlos Carnicero. Un hábil analista político que desde su columan de El Plural disecciona así lo que está sucediendo en el PP:

«Parece que la ecuación establecida es la de que María San Gil tiene derecho de imposición de sus tesis en lo que la comisión va a exponer para su discusión en el Congreso. Su condición de líder en el País Vasco y su actuación y rol en relación con las amenazas de ETA y las víctimas del terrorismo pretender darle un plus de razón que no necesitaría ni justificación ni discusión alguna. De esta forma María San Gil tendría derecho a imponer la política del PP en relación con los nacionalismos sin siquiera acudir al congreso del PP».

«Hace mucho tiempo que Rosa Díez enarbola la pretensión de tener el monopolio de la razón en lo relativo a Euskadi».

Según Carnicero: «Quienes más se están significando son los más duros y los que temen que el PP dé un giro a sus políticas que les alejen del radicalismo y las posiciones ultramontanas. La COPE y El Mundo siguen haciendo con eficacia su trabajo«.

Aprovecha, además, el analista de la Cadena SER para meter el dedo a sus compañeros de profesión:

«Les ocurre a otros compañeros de la profesión periodística que enarbolan una supuesta amenaza de ETA, de naturaleza mayor a la de cualquiera que viva en el País Vasco y se oponga a los designios de ETA, para imponer su verdad y su diagnóstico sobre el terrorismo vasco y sobre los nacionalismos democráticos. Normalmente los ornamentos de esa pretensión se centran en el hecho de llevar escolta, lo que reafirma su supuesta condición de estar más amenazados por ETA que cualquiera de los que llevan muchos años haciendo frente al terrorismo con la pluma y la palabra pero sin sobredimensionar el tamaño de su pecho».

«Frente a esa reclamación, que parte también de una pretendida cercanía a las víctimas a las que al final tratan de utilizar, los argumentos de los discrepantes de sus análisis estarían huérfanos de una legitimidad que se reservan para ellos en función de ser los más amenazados y los más cercanos al problema vasco».

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