La metamorfosis de El Niño

(PD).- Su triunfo en el ‘Players’ es fruto de su sacrificio en los gimnasios. Además, se ha puesto en manos del gurú de los ‘greens’, Stan Utley.

Escribe Carlos Carbajosa en El Mundo que cuando en la tarde del domingo (madrugada en España), Sergio García celebraba su triunfo en el The Players estadounidense, los aficionados probablemente se percataron de varios detalles.

Uno fue su llanto cuando le recogieron para trasladarle en un cochecito de golf hasta el jardín donde le esperaba Phil Mickelson, anterior ganador, para hacer el traspaso de poderes y entregarle el cristalino trofeo; otro detalle fue el sentido del humor que mostró al acordarse de Tiger Woods en su discurso de campeón: «Lo primero de todo es que quiero agradecerle que no haya venido», bromeó García en un perfecto inglés-americano.

Efectivamente, ‘El Extraterrestre’ no participó, ya que ahora se recupera de una artroscopia en su rodilla derecha.

Puede que los mismos aficionados reparasen en otros detalles de la última ronda del jugador español.

Uno fue cómo se le ajustaban a los bíceps las mangas cortas de su polo y cómo éste no hacía curva a la altura de la tripa; otro fue cómo buscó como un poseso a su caddie para chocar la palma de su mano derecha una y otra vez después de embocar un putt de metro y medio en el hoyo 18; y otro detalle fue cómo eligió guardarse en su bolsillo la bola tras su último golpe y su triunfo en el ‘playoff’ que le ganó a Paul Goydos.

Todos esos detalles resumen los dos años y nueve meses de trabajo, sueños rotos y más trabajo silencioso que ha vivido el golfista castellonense que a comienzos de siglo surgió como una estrella mundial en ciernes y cuyo brillo se fue apagando sin aparente solución.

‘El Niño’ lloró en el cochecito de golf porque había puesto fin a un auténtico martirio personal de 53 torneos consecutivos sin lograr el título y, en la inmensa mayoría de ellos, sin acercarse a él. Cuando bromeó sobre Tiger Woods fue su muestra de que ya estaba de vuelta el carácter alegre y atrevido de un golfista cuyo teléfono apenas recibía llamadas.

Su aspecto físico es ahora el de un atleta porque lleva más de un año ajustándose a un plan severo de alimentación y de ejercicio. El espejo ha sido Tiger, un jugador de golf con el cuerpo de un velocista. No es que la compañía adidas le haga la ropa más pequeña a Sergio García; es que hoy la rellena con músculos.

Cuando Sergio buscó a su caddie para chochar su mano varias veces y con rabia fue porque al fin su putt le funcionó. Y ése había sido (reconocido por él) el verdadero agujero negro por el que se estaba colando su talento indiscutible.

A Sergio le taladraba aquel ‘putt’ fallado de apenas dos metros por el que se le escapó el Abierto Británico de la edición de 2007, finalmente conquistado por el irlandés Padraig Harrington.

Entonces, el español cambió y decidió acudir al gurú de la especialidad. El chamán Stan Utley le aplicó sus ungüentos. Cuando Sergio se guardó la bola fue para mirarla todos los días y no olvidar que, gracias a su tesón, recuperó el triunfo, un destino que le marcaron a fuego desde que se convirtió en un niño prodigio para el golf.

Ahora es ya el décimo golfista en la lista mundial, el decimocuarto clasificado en la FedexCup y ha logrado un montón de exenciones para participar en los mejores torneos del mundo. ¡Ah!, y es un millón de euros más rico. Sergio ha vuelto.

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