Los del Premio Príncipe de Asturias se han columpiado con Google

(PD).- A Google, el buscador de Internet probablemente más utilizado en el mundo, le han concedido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. También son ganas, las de los creadores del premio, de crear una confusión tan enorme al identificar en un mismo galardón dos conceptos tan dispares porque, para entendernos, ¿se supone que Telefónica aquilata grandes valores humanísticos?

Escribe Mercedes Arancibia en Periodista-es que partiendo de este embrollo inicial de churras y merinas, y seguramente para ser más modernos que nadie, los del Príncipe de Asturias han preferido Google a Manu Leguineche, o a la agencia fotográfica Mágnum que, por tercer año consecutivo quedó finalista. Y como, es lo que tiene ser jurado de un premio, hay que explicar los motivos, se han largado un párrafo diciendo que el buscador en cuestión contribuye al progreso de los pueblos “por encima de fronteras ideológicas, económicas, lingüísticas o raciales” (y le agradezco a Enric González evitarme tener que buscar el párrafo; me ha dado el trabajo hecho en un artículo que publica hoy en la edición de El País digital).

Pues bien, los del jurado del Príncipe de Asturias, en sus cavilaciones para elegir, han pasado por alto el detalle de que Google –como Yahoo o Cisco Systems, por citar algunas- forma parte de la lista de empresas norteamericanas que colaboran, directa y activamente, con las autoridades chinas en la censura de la Red. Que, pensando solo en el jugoso mercado chino, que cuenta con más de 160 millones de internautas , de los que el 19% tienen un blog, y 1,3 millones de páginas web, se ha plegado sin condiciones a las exigencias del todopoderoso Partido Comunista chino -que controla la vida de sus ciudadanos desde el primer vagido hasta la sepultura y cuenta con cinco organismos diferentes y una potente ciberpolicía para controlar y detener a los internautas-, aviniéndose a censurar sus contenidos.

En el Google chino falta muchísima de la información a la que podemos acceder desde aquí (desde este Occidente que es un convencionalismo más de la geopolítica y la economía) y cuando se pretende obtener resultados en la búsqueda de conceptos como “plaza de Tiananmen”, “4 de junio”, “democracia”, “derechos humanos” o “disidencia”, sale un informe de error y se reinicia la página. Si Google desprecia uno de los derechos humanos fundamentales (la libertad de información y expresión) de 1.600 millones de habitantes del planeta ¿tiene derecho a recibir un premio de Humanidades?

La respuesta de Google, que la ha dado ya muchas veces sin ruborizarse, es que tiene que respetar las leyes de los diferentes países. Y ya está, eso es todo.

Algunos de los anteriores premios de Comunicación y Humanidades fueron el poeta Hans Magnus Enzensberger, el ensayista y escritor multigalardonado Humberto Eco y el periodista Jean Daniel, quien durante muchos años dirigió el prestigioso semanario francés Le Nouvel Observateur. Y también uno de los mejores periodistas – él si era un humanista- de todos los tiempos, Ryszard Kapucinsky, que se habrá revuelto en su tumba de la cercana Polonia al conocer la noticia.

Me olvidaba: el premio está dotado con 50.000 euros. Para cafés de su presidente, Eric Schmidt. Google hizo el año pasado 4.203 millones de dólares de beneficios.

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