Nadal no perdona en el momento decisivo

Nadal no perdona en el momento decisivo

(PD).- Rafa Nadal ha logrado un nuevo hito en su carrera y en la del deporte español: ganar en Wimbledon, y nada menos que al número uno del mundo y pentacampeón del torneo, Roger Federer, en una final agónica de casi cinco horas, con dos interrupciones por la lluvia y un marcador final ajustadísimo (6-4, 6-4, 6-7 (5), 6-7 (8) y 9-7)

Son muchos los partidos y situaciones que los amantes del deporte guardan en sus retinas, pero por encima de todas ellas quedan esos duelos de ensueño, de fantasía, en los que chocan dos titanes.

Y en Wimbledon 2008 esos titanes han sido Rafael Nadal y Roger Federer: el número 2 y el 1 del mundo del tenis.

Rafa dominó la primera manga y ganó; sufrió en la segunda la avalancha de saques directos y voleas del suizo, y también salió airoso, perdió la tercera y la cuarta en una dura muerte súbita y ganó la quinta en una demostración de madurez y perseverancia sobre la hierba.

Y así, como John McEnroe hiciera con Bjorn Borg en 1981 al romper su racha de cinco victorias en Wimbledon, venció, convenció y rompió el sueño del número uno de superar al sueco con seis Grandes británicos consecutivos. A lo campeón. 42 años después de que lo hiciera Manolo Santana.

El partido comenzó frío, como el tiempo, y con ambos jugadores un poco temerosos.

Rafa fue el primero en romper el tarro de las esencias: en el tercer juego de partido, arriesgó desde el resto, buscó la línea de fondo y rompió el servicio del helvético. Con el set roto por el break, Rafa se dedicó a defender su servicio.

Desde el resto Roger metió presión, y poco a poco, fue acorralando al tenista de Manacor. Cuando este servía para ganar el set, el helvético tuvo dos bolas de break para igualar el partido.

Nadal no varió un ápice su táctica: mantener a Federer lejos de la red y buscar el revés con una insistencia asfixiante. Después de salvarlas, Nadal aprovechó su segunda bola de set tras un largo peloteo el revés del suizo se estrelló contra la red (6-4).

Era el principio soñado. Con la llegada del segundo set el sol hizo su aparición en la Centre Court del England Club y Roger pareció encontrar el camino de la victoria. Enrabietado el helvético sacó su servicio en blanco y rompió el saque de Rafa.

En un visto y no visto el marcador reflejaba un cuatro juegos a uno. Un juego más directo y agresivo tenía la culpa.

Lejos de desesperarse, Rafa pausó su juego y alargó los peloteos. A Federer la hierba de la pista se le tornó marrón: no sacaba bien, no podía volear, no encontraba ganadores y sólo hacía que correr detrás de la pelota.

El español lo había vuelo a hacer, el helvético estaba fuera de sí. En el juego definitivo, Roger tuvo bola de break, y Rafa volvió a jugar mejor en el momento clave. Tras levantar una bola de break, Nadal aprovechó la segunda bola de set que tuvo (6-4).

El tercer set comenzó como los dos anteriores, Federer ganaba su servicio, entrando en la manga como un huracán. Parecía que Rafa se tomara un respiro y dejara que Roger desatara la caja de los truenos para ir ahogándolo según avanzaba el set.

Con un juego más directo y agresivo, el suizo volvió a hacer daños: dos nuevas bolas de break con cuatro juegos a tres a su favor, y Rafa volvió a jugar mejor en el momento clave. Con la cara desencajada el grito de Federer se oyó en Basilea.

Totalmente fuera del partido el helvético concedió tres bolas de break con su saque en el siguiente juego. Cosas del destino, fue ahí donde vimos al mejor Roger: ganó cinco puntos seguidos y salvó lo insalvable. Y entonces llegó la lluvia.

El parón le vino a Federer como agua de mayo. Con el gesto contrariado abandonó la pista, mientras Mirka Vavrinec, su novia, daba gracias al clima. Durante una larga hora la lluvia no dio tregua, poco a poco el cielo de Wimbledon se fue abriendo, y volvió el tenis.

El Roger que salió de los vestuarios tras el parón se parecía mas al de las grandes ocasiones, que al de los dos primeros dos sets.

La tercera manga se decidió en el tie break. Y fue entonces cuando Federer destapó el tarro de las esencias: Sacó, restó, voleó y, n definitiva jugó mejor. El set cayó de su lado ganando el tie break por (8-6).

Al iniciarse el cuarto, era evidente que Federer acortaba distancias, sacáando partido a su saque y su derecha.

Y llegó la muerte súbita, en la que Nadal volvió a caer, pese a llevar ventaja y tener dos puntos de partido. Federer no perdonó.


UN QUINTO DE INFARTO

El empate a dos sets dio alas a Federer, que comenzó a jugar mejor. Y volvió la lluvia. Y de nuevo al vestuario.

El descanso devolvió a la hierba de la Centre Court el mejor tenis de los dos mejores tenistas del mundo, que siguieron sin ceder un juego, apoyados ambos en sus dos golpes talismanes, la derecha y el saque.

Federer seguía sumando saques directos (terminó con 25). La agonía física aumentaba.

Tuvo su oportunidad Nadal en el undécimo juego, con un 15-40 con cinco a cinco en el marcador, que Federer salvó con un ace y un obús; en el decimotercero volvió a intentarlo, pero erró el balear ante un Federer renacido de la adversidad.

Fue a la tercera, en el decimoquinto juego y casi sin luz, cuando Nadal rompió por fin el muro. Rompió y no podía fallar en su turno, y no falló. 9-7. Cuatro horas y 49 minutos después, Nadal se coronó en Londres.

Un duelo de titanes que pudo ganar cualquiera de ellos, pero que ganó el nuestro, el que se se echó al cuello la bandera española antes de levantar la copa.

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